A todos nos ha pasado: estamos en medio de una clase o conferencia y nos sentimos aburridos y eso es básicamente una canción de cuna que nos invita a dormir cuanto antes. No importa la hora del día, no importa si hemos dormido bien –e incluso más de las horas necesarias–, el aburrimiento nos llama al sueño.
¿Por qué? Científicos del Instituto Internacional de Medicina del Sueño de la Universidad de Tsukuba en Japón creen haber hallado el motivo, que también estaría relacionado con por qué nunca nos da sueño –sin importar que no hayamos dormido ni un poquito– si la estamos pasando muy bien o en una de nuestras actividades favoritas, o si estamos con alguien por quien sentimos atracción.
Algo que les llamó la atención a los investigadores es que, aunque nosotros lo percibimos igual, el sueño por aburrimiento no tiene las mismas características que el que nos da cuando no hemos dormido.
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Ellos se centraron en estudiar algo llamado sueño de onda lenta, pues se caracteriza por ondas cerebrales lentas. Este tipo de sueño es dominado por una zona del cerebro que se asocia con la motivación y el placer. Esta zona, llamada núcleo accumbens, también puede intervenir en el sueño, algo que anteriormente se desconocía.
El trabajo, publicado en la revista Nature Communications, explicaría por qué tendemos a quedarnos dormidos cuando no encontramos una motivación para seguir despiertos. O, al contrario, por qué el sueño se ausenta cuando la estamos pasando muy bien.
Para llegar a estas conclusiones, los científicos se centraron en observar la actividad del núcleo accumbens durante diferentes momentos del día a través de técnicas de resonancia magnética y de quimio-genética (método mediante el cual se diseñan proteínas para interactuar con pequeñas moléculas químicas dentro del cerebro).
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Allí, fue como se vio que en ausencia de estímulos el núcleo accumbens genera sommnolencia.
"Se piensa que la adenosina, una sustancia cerebral que ya ha sido relacionada con provocar sueño, es una sólida candidata para ejercer ese efecto en el núcleo accumbens", comentó a la prensa Yo Oishi, autor principal de este trabajo.
¿Hay forma de evitar que esto nos suceda? Oishi asegura que el cerebro lo hace de forma involuntaria, pero que el café –el estimulante más consumido en el mundo– sigue siendo ese viejo amigo confiable en estos casos.
"La cafeína produce su efecto también a través del núcleo accumbens al inhibir los receptores de adenosina, por eso nos mantenemos alerta", concluyó el especialista.