Colonia, Alemania. ¿Podría dormir, comer, hablar por teléfono o conversar con otras personas, leer, estudiar, bañarse y hasta hacer su necesidades sin moverse de una cama que tiene una inclinación de seis grados “cabeza abajo”?
Esta es la misión que se les dio a los participantes de un estudio desarrollado por el Instituto de Medicina Aeroespacial del Centro Aeroespacial Alemán (DLR, por sus siglas en alemán).
¿Cuál es la razón? Según explicó a La Nación Michaela Girgenrath, investigadora especialista en microgravedad y una de las encargadas de estas pesquisas, con estos seis grados de inclinación se logran simular las condiciones del desplazamiento de fluidos que experimentan los astronautas cuando están en el espacio y la forma en la que esta situación pone presión en los músculos, los huesos y el corazón de las personas.
La investigación se llama Estudio de Descanso Antigravitacional en Cama (AGBRESA, por sus siglas en alemán) y es desarrollado en colaboración con la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) y la Administración Nacional de la Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA, por sus siglas en inglés).
“Los efectos negativos de permanecer largo tiempo en el espacio se han visto en varios astronautas: pérdida de masa ósea y de musculatura. De momento, se tratan de contrarrestar con dos o tres horas de ejercicio al día, pero si nos estamos preparando para vivir períodos más largos de tiempo en la Luna o Marte debemos tener más medidas.
"Lo mismo con los posibles efectos a la vista o al corazón. El tener este estudio en la Tierra nos permitirá entender mejor qué le pasa al cuerpo y cómo podríamos ayudar a mitigar el efecto. Debemos proteger a nuestros astronautas”, destacó Girgenrath.
¿Por qué le sucede esto al organismo en el espacio? La especialista expresó que el cuerpo humano está diseñado para ser eficiente. En otras palabras, reduce todas las funciones y recursos que (a mediano o largo plazo) utiliza muy poco o que no utiliza del todo.
La pérdida de fuerza y de masa muscular y ósea es muy común en la ausencia de gravedad, pues la fuerza se hace menos necesaria. Además, los fluidos corporales se mueven hacia la parte alta del cuerpo y la capacidad cardíaca se reduce. Entonces, una degeneración que podría tomar años en la Tierra se produce en cuestión de días o semanas en el espacio.
Girgenrath agregó: “Aunque no es el objetivo principal, toda la información que recabemos puede ser sumamente útil para entender enfermedades que son comunes para el ser humano en la Tierra, como la osteoporosis (huesos se vuelven frágiles y más propensos a romperse), la distrofia muscular (debilidad progresiva y pérdida de la masa muscular) o males cardíacos. Esto podría llevar eventualmente a que otros investigadores analicen posibles nuevos tratamientos".
¿Cómo son las camas del estudio?
La Nación estuvo en el Instituto de Medicina Aeroespacial en Colonia, Alemania, como parte de las actividades de la Conferencia Mundial de Periodismo Científico 2019 (WCSJ2019, por sus siglas en inglés), que se celebró a inicios de julio.
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En un recorrido por estas instalaciones se pudo comprobar que las camas son iguales a las de cualquier hospital o clínica, con la única diferencia de que todas son ajustadas con este grado de inclinación de 6 ° hacia abajo.
Para recrear estas condiciones de microgravedad espacial lo más posible, las personas deberán tener, en todo momento, al menos un hombro reposando sobre la cama y no podrán realizar movimientos bruscos.
¿Qué hacen los participantes durante todo este tiempo? Según expresó Friederike Wüstscher, vocera del Instituto, aunque ellos se encuentran en habitaciones individuales, pueden ponerse de acuerdo y visitarse.
Además, tienen una sala en donde pueden colocarse varias camas y las personas pueden hablar, reírse, compartir.
También se les motiva a aprender algo nuevo, como un idioma o que lleven un curso en línea. Ellos pueden tener su computadora para jugar y su teléfono para revisar las redes sociales o comunicarse con su familia y amigos.
¿Por qué durante exactamente 60 días? De acuerdo con la especialista, este es el tiempo mínimo para comenzar a ver consecuencias en estos tejidos.
“Nuestra hipótesis es que dos meses de descanso en cama en esta posición aumenta la presión sobre estos tejidos y células. La fuerza de huesos y músculos se reduce por la inmovilización y con esto se pierde masa. El corazón usualmente cambia a los cinco días, en los músculos 30 días, pero para los huesos hacen falta 60 días. Esto también aumenta drásticamente la edad biológica de los participantes, pero en las condiciones de la Tierra este proceso de envejecimiento es reversible”, indicó Wüstscher.
Mientras los participantes transcurren sus días en esta posición, los investigadores les toman muestras de sangre, sudor, actividad cardíaca, actividad cerebral y densidad muscular y ósea.
Asimismo, les harán pruebas cognitivas, pues hasta el momento no se sabe cómo puede impactar esto las funciones mentales. También tendrán apoyo psicológico para sobrellevar el pasar tanto tiempo en esa posición.
Esta no es la primera vez que se realiza un estudio similar que busca ver los impactos en el cuerpo humano al pasar constantemente en una inclinación de seis grados. Por ejemplo, entre octubre y noviembre pasados, 12 voluntarios estuvieron en estas condiciones durante 30 días en el estudio denominado VaPER. Los resultados de estudio, considerado piloto, aún se están analizando.
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Centrífuga en acción
La investigación AGBRESA incorpora un elemento novedoso a los estudios anteriores en este tema: una centrífuga de brazo corto en donde el paciente permanece acostado mientras esta gira.
Esta máquina consiste en una cama que está adherida a un brazo controlado por computadoras y se le da la orden de girar en círculo a diferente velocidad durante un período determinado de tiempo.
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Estas condiciones crearían una gravedad artificial que podría contrarrestar los efectos del permanecer acostado en inclinación y, de esta forma, estudiar si hay grupos de músculos que podrían verse fortalecidos con ejercicios.
Para ello, dos tercios de los participantes del estudio serán llevados a la centrífuga una vez al día durante 30 minutos. Esto ayudará a responder preguntas como: ¿la posición del cuerpo afecta la salud?, ¿cuáles ejercicios son mejor en el espacio: bicicleta estática, brincar o hacer sentadillas?
La idea es buscar aplicaciones para futuros viajes espaciales, tanto de astronautas como de turismo.
Esta es la primera vez que la DLR utilizará este equipo para medir consecuencias y beneficios de la gravedad en el organismo humano.
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No todos pueden participar, pero recompensa sí es grande
El estudio ya concluyó una primera fase que comenzó en marzo. Actualmente están en busca de voluntarios para una segunda fase que empezará en setiembre. La idea es tener esta vez 24 personas: 12 hombres y 12 mujeres entre los 24 y los 55 años (rango de edades usual entre los astronautas).
Para participar de esta investigación los interesados deben cumplir con varios requisitos y una vez terminada la fase se les dará una recompensa monetaria que muchos ven difícil de rechazar: $18.500 (cerca de ¢10,8 millones).
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Pero no es así de sencillo. Las personas deben tener dominio del alemán (ya que deben estarse comunicando constantemente con el equipo de investigación), no tener enfermedades crónicas, no fumar, medir entre 1,53 y 1,90 metros, y no pueden ser vegetarianas, ni tener restricciones alimentarias. Esto último se debe a que la dieta para todas las personas es estándar para ver cómo la alimentación también juega un rol.
Una vez seleccionados, los participantes deberán estar 89 días en el Instituto de Medicina Aeroespacial: 15 días para que se familiaricen con el lugar y las circunstancias y se les hagan los primeros exámenes médicos y cognitivos. Posteriormente vienen los 60 días acostados y, finalmente, 14 días para reacomodarse, adaptarse, practicarse nuevos exámenes médicos y prepararse para llegar a su hogar.
Las personas vuelven a sus casas a principios de diciembre, pero deben comprometerse a regresar para chequeos la última semana del año, en marzo y en diciembre del 2020 y en diciembre del 2021. Solo si cumplen con todo ese rol se les dará su dinero.
¿Vale la pena? Wüstscher es enfática: “¡Si lo haces solo por el dinero no! ¡Esto hay que hacerlo también por la ciencia, por saber que estás aportando conocimiento a la humanidad, porque así tendrás la fuerza de voluntad!”
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