El 4 de octubre de 1957, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) asestó a Estados Unidos un importante golpe en la amarga disputa que por décadas protagonizarían las dos potencias mundiales, durante la Guerra Fría.
Ese día los soviéticos colocaron en órbita alrededor de la Tierra el primer satélite artificial, iniciando así un nuevo periodo en la historia, el de la exploración espacial.
¿Su nombre? Sputnik. Una esfera de aleación de aluminio que medía 58 centímetros de diámetro, tenía una masa de 83 kilogramos y que orbitó el planeta a una distancia máxima de 938 kilómetros.
Los transmisores funcionaron durante tres semanas, luego de las cuales fallaron sus baterías. El 4 de enero de 1958, cayó a la Tierra después de haber completado alrededor de 1.440 órbitas terrestres, según recuerda la agencia de noticias rusa, que lleva el mismo nombre de aquel satélite.
Lucha de poder
No en vano el pasado 15 de julio el diario estadounidense The New York Times titulaba de esta forma uno de sus artículos relacionados con los 50 años del alunizaje: “No fue la ciencia, el destino cósmico ni ningún gran anhelo público lo que puso a los humanos en la Luna, fue la política de la Guerra Fría”.
La URSS volvería a repetir la proeza técnica y científica el 3 de noviembre del mismo año, con Sputnik 2. El satélite contaba con una cápsula de soporte vital para una perra llamada Laika, que no sobrevivió al viaje.
Sputnik 2 se quemó durante su reingreso al planeta el 14 de abril de 1958. Eso sí, el can no sería el único animal sacrificado en una misión espacial para el avance de la ciencia, pues otras especies también estuvieron involucradas en los proyectos desarrollados por los gobiernos para allanar el camino hacia vuelos con tripulación humana.
Casi un año después del lanzamiento del primer satélite soviético, el 1.° de octubre de 1958, comenzó a funcionar en Estados Unidos la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA, en inglés), cuya creación “fue producto de los temores post-Sputnik”, indica la agencia en su sitio web.
El avance soviético también afectó la percepción que tenían las personas de la época y las ambiciones de los gobiernos; ya que, según la NASA, la Luna pasó de ser “un distante disco plateado en el cielo a un lugar real, un destino probable para sondas y personas”.
Antes de Apollo
Si bien el programa Apollo de la NASA fue el que permitió llevar el primer hombre a la Luna, para llegar a este punto trascendental, la agencia estadounidense puso en marcha dos iniciativas previas: Mercurio y Gemini.
El primero de estos proyectos, Mercurio, dio inicio en 1958 y tenía como metas orbitar una nave espacial tripulada alrededor de la Tierra, investigar la capacidad del ser humano para funcionar en el espacio y recuperar de forma segura tanto al hombre como a la nave.
Se realizaron seis vuelos tripulados a partir de 1961 y hasta 1963, cuando finalizó la iniciativa.
Por su parte, Gemini tuvo un rol fundamental en ayudar a la NASA a prepararse para los desembarcos en la Luna durante el programa Apollo. Diez tripulaciones volaron misiones en la nave espacial Gemini, entre 1965 y 1966.
"Antes de que la gente pudiera aterrizar en la Luna, la NASA debía aprender muchas cosas. Tenía que saber lo que sucedía cuando los astronautas pasaban muchos días en el espacio, también cómo los astronautas podían salir de una nave en un traje espacial.
”Tenía que aprender a conectar dos naves espaciales juntas en el espacio. Ir a la Luna requeriría hacer todas estas cosas. Antes de Gemini, la NASA no había hecho ninguna de ellas. Gemini demostró que la NASA podía hacerlas todas”, indica la agencia en el sitio web del programa.
Carrera espacial
En 1959, los soviéticos dieron un nuevo golpe en la carrera espacial, de la mano de la sonda Luna 1, que se convirtió en la primera nave espacial en entrar en órbita alrededor del Sol.
Aunque la misión tenía como meta que la nave impactara la Luna, problemas en el sistema de guía provocaron que el equipo pasara volando a una distancia de 6.400 kilómetros con respecto a su objetivo. Los controladores en la Tierra perdieron contacto con el sistema 62 horas después del lanzamiento.
El 12 de setiembre del mismo año, la URSS volvería a intentarlo con Luna 2, esta vez cumpliendo con lo planteado, para así pasar a la historia como el primer objeto hecho por el hombre en alcanzar la superficie de otro cuerpo celeste. En tanto, Luna 3 sentaría otro hito, al fotografiar la “cara oculta” de la Luna, nunca visible desde la Tierra.
Otro importante paso se daría el 12 de abril de 1961, cuando el cosmonauta soviético Yuri Gagarin logró convertirse en el primer ser humano en viajar al espacio, así como en un héroe nacional en la URSS y una celebridad internacional. El 5 de mayo del mismo año, Alan Shepard haría lo suyo al ser el primer estadounidense en el espacio.
El deseo estadounidense de alcanzar y sobrepasar a los soviéticos quedó reflejado el 25 de mayo de 1961 con un discurso del presidente norteamericano John F. Kennedy, durante una sesión conjunta del Congreso, en la que pidió a los legisladores más fondos para alcanzar una serie de metas nacionales, entre las cuales se encontraba llevar a un hombre hasta la Luna.
“Creo que esta nación debería comprometerse a lograr la meta, antes de que termine esta década, de hacer que un hombre aterrice en la Luna y que vuelva a la Tierra de manera segura. Ningún proyecto espacial en este periodo será más impresionante para la humanidad o más importante para la exploración del espacio a largo plazo, y ninguno será tan difícil o costoso de lograr”, aseguró.
Otros hitos
Los científicos comenzaron a tener una idea más clara de la superficie de la Luna gracias a los equipos robóticos que se lanzaron al espacio y que facilitaron la obtención de muestras de la superficie lunar e imágenes de alta resolución de potenciales sitios de aterrizaje.
“(...) aprendimos que la Luna estaba llena de cráteres y ‘picaduras’ en todas las escalas. La superficie era polvorienta, pero lo suficientemente fuerte como para soportar el peso de personas y máquinas. La Luna no tenía un campo magnético o atmósfera global y estaba formada por tipos de rocas comunes, similares a las que se encuentran en la Tierra”, explicó la NASA.
Al mismo tiempo, las misiones humanas se hicieron más frecuentes, abriendo la oportunidad para que el 16 de junio de 1963, la cosmonauta Valentina Tereshkova se convirtiera en la primera mujer en la historia en viajar al espacio.
#OTD in 1963, cosmonaut Valentina Tereshkova became the first woman to fly in space in the Soviet capsule Vostok 6. pic.twitter.com/QlVIS2E03y
— NASA History Office (@NASAhistory) June 16, 2016
Empero, sería su compatriota Alexéi Leonov quien, el 18 de marzo de 1965, propinaría una nueva herida en el orgullo de Estados Unidos, al efectuar la primera caminata espacial en la historia, cuya duración fue de 10 minutos.
“Leonov cambió la forma en que los humanos existen en el universo. Ya no estábamos limitados a la tierra de nuestro planeta natal, ni siquiera a los terrenos artificiales de nuestros vehículos espaciales; podríamos estar en el universo por nuestra cuenta, solo con la protección de un delgado traje espacial entre nuestra piel y la gran extensión del cosmos”, reflexiona la revista Scientific American.
Sin embargo, la suerte no siempre estuvo del lado de estos países pioneros de la exploración espacial. El 27 de enero de 1967, los astronautas Gus Grissom, Ed White y Roger Chaffee murieron cuando se produjo un incendio en el módulo de mando del vehículo espacial que probaban como parte de los preparativos para la misión Apollo 1.
Por otro lado, el 24 de abril del mismo año, el cosmonauta Vladimir M. Komarov falleció en un choque, cuando el paracaídas en su nave espacial Soyuz 1 no pudo desplegarse.
Diciembre de 1968 traería un regalo para los estadounidenses y un hito en sus aspiraciones espaciales, cuando el 21 de ese mes el Apollo 8 dejó la órbita baja de la Tierra y llegó a la Luna, rodeándola durante casi un día. Por primera vez, un grupo de seres humanos miraba la Luna desde su órbita.
El 18 de mayo de 1969, el Apollo 10 llevaría a cabo su misión, una especie de ensayo general para el aterrizaje tripulado por venir, dos meses después, con el Apollo 11 sobre la superficie lunar.