Washington. Al principio, el escepticismo campeaba. Sin embargo, SpaceX, de Elon Musk, desafió las expectativas y este miércoles espera hacer historia transportando a dos astronautas de la NASA al espacio, el primer vuelo tripulado desde suelo estadounidense en nueve largos años.
El presidente Donald Trump estará entre los espectadores en el Centro Espacial Kennedy en Florida para presenciar el lanzamiento, que recibió luz verde a pesar de meses de confinamiento debido a la pandemia de coronavirus.
Al público en general, en un guiño a las restricciones impuestas por la pandemia de la covid-19, se le ha invitado a seguir la transmisión en vivo del lanzamiento de Crew Dragon por un cohete Falcon 9 hacia la Estación Espacial Internacional (ISS).
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El programa de tripulación comercial de la NASA, destinado a desarrollar naves espaciales privadas para transportar astronautas estadounidenses al espacio, comenzó bajo Barack Obama.
Sin embargo, su sucesor lo ve como un símbolo de su estrategia para reafirmar el dominio estadounidense del espacio, tanto militar, con su creación de la Fuerza Espacial, como civil.
Trump ha ordenado a la NASA que regrese a la Luna en el 2024, un calendario de difícil cumplimiento, pero que le ha dado un impulso a la famosa agencia espacial.
En los 22 años transcurridos desde que se lanzaron los primeros componentes de la ISS, solo las naves espaciales desarrolladas por la NASA y por la agencia espacial rusa han llevado tripulaciones hacia esa estación.
La NASA utilizó el famoso programa de transbordadores: enormes y extremadamente complejas naves aladas que llevaron a decenas de astronautas al espacio durante tres décadas.
No obstante, su asombroso costo -$200.000 millones por 135 vuelos- y dos accidentes fatales finalmente pusieron fin al programa.
El último transbordador, Atlantis, llegó el 21 de julio del 2011.
Después, los astronautas de la NASA aprendieron ruso y viajaron a la ISS en el cohete ruso Soyuz desde Kazajstán, en una asociación que sobrevivió a las tensiones políticas entre Washington y Moscú.
Estados Unidos pretendía, no obstante, que se tratara de un acuerdo temporal.
La NASA había confiado a dos compañías privadas, el gigante de la aviación Boeing y la nueva empresa SpaceX, la tarea de diseñar y construir cápsulas que reemplazarían a los transbordadores.
Nueve años después, SpaceX, fundada por Musk, el empresario sudafricano que también creó PayPal y Tesla, está lista para su lanzamiento.
'Una historia exitosa’
A las 2:33 p.m. (hora de Costa Rica) del miércoles, un cohete SpaceX Falcon 9 despegará de la plataforma de lanzamiento 39A con la cápsula Crew Dragon en su parte superior.
La NASA ha otorgado a SpaceX más de $3.000 millones en contratos desde el 2011 para construir la nave espacial.
La cápsula estará tripulada por Robert Behnken, de 49 años, y Douglas Hurley, de 53, ambos con una larga trayectoria de viajes espaciales: Hurley pilotó Atlantis en su último viaje.
Unas 19 horas después atracarán en la ISS, donde los esperan dos rusos y un estadounidense.
El pronóstico del tiempo sigue siendo desfavorable, con una probabilidad del 60% de condiciones adversas, según los pronosticadores de Cabo Cañaveral.
La próxima ventana de lanzamiento es el sábado 30 de mayo.
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La operación ha tomado cinco años más de lo planeado, pero incluso con los retrasos SpaceX ha derrotado a Boeing.
El vuelo de prueba de Boeing de su Starliner fracasó debido a serios problemas de software, y tendrá que rehacerse.
“Ha sido una verdadera historia de éxito”, dijo Scott Hubbard, exdirector del Centro Ames de la NASA en Silicon Valley, que ahora enseña en Stanford.
"Hubo un gran escepticismo", recordó Hubbard, quien conoció a Musk antes de la creación de SpaceX y también preside un panel asesor de seguridad de SpaceX.
"Los dirigentes de Lockheed, de Boeing, me podían decir en una conferencia que estos tipos de SpaceX no saben lo que hacen", dijo a la AFP.
SpaceX finalmente llegó a la cima con su cohete Falcon 9.
Desde el 2012, la compañía reabastece a la ISS para la NASA, gracias a la versión de carga de la cápsula Dragon.
La misión tripulada, llamada Demo-2, es de fundamental importancia para Washington por dos razones.
La primera es romper la dependencia de la NASA respecto a Rusia. Y la segunda catalizar un mercado privado de "órbita terrestre baja" abierto a turistas y empresas.
"Visualizamos un día en el futuro en el que tengamos una docena de estaciones espaciales en órbita terrestre baja. Todas operadas por la industria comercial", dijo el jefe de la NASA, Jim Bridenstine.
Musk apunta más alto: está construyendo un enorme cohete, Starship, para circunnavegar la Luna, o incluso viajar a Marte y, en última instancia, hacer de la humanidad una “especie que habite varios planetas”.