La decisión de tener perro no debe tomarse a la ligera. Esto es algo para tratar en familia puesto que se le estaría dando la bienvenida a un nuevo miembro.
A una mascota hay que brindarle condiciones dignas de vida como alimento, agua, un lugar cómodo y seguro, espacio suficiente, así como cuidado veterinario. Eso implica un costo económico, por lo que es necesario hacer números.
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Los perros, en particular, son animales sociales. Para ellos es importante tener una manada y la persona debe estar consciente de querer serlo y de liderar el grupo. Ser líder demanda tiempo para atenciones, pasear, jugar y brindar disciplina.
“Hemos de pensar que tener un perro implica una responsabilidad legal basada en darle una buena calidad de vida y ello supondrá un cambio en nuestra vida cotidiana. No debemos dejarnos llevar por la emoción de tener un perro, ya que, sin conocer todos los problemas a los que nos podemos enfrentar, repercutirá en el bienestar de la mascota y en la convivencia con la familia”, comentó David Peiró, director de la organización de bienestar animal, Fogaus.
Si ya decidió tenerlo, no se arrepentirá, porque ha ganado al mejor de los amigos. Eso sí, es importante que, teniendo en cuenta sus posibilidades de tiempo y dinero, busque un perro del tamaño adecuado.
Los perros pequeños son ideales para espacios reducidos y su mantenimiento resulta más barato. Suelen ser más nerviosos, delicados y envejecen tarde (entre los 13 y 15 años).
Los perros medianos requieren más espacio y frecuencia de ejercicio. Su mantenimiento es más costoso; envejecen más pronto (entre 9 y 10 años).
Por último, los perros grandes demandan mucho espacio porque necesitan hacer ejercicio. Son menos nerviosos, pero su mantenimiento viene a ser de costo elevado.
“Es importante señalar que no hay ‘razas peligrosas’ sino una educación incorrecta”, destacó Peiró, quien además invitó a adoptar una mascota.
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Ya con el perro en la casa, lo siguiente es educarlo. Las buenas enseñanzas deben darse desde cachorros, pero eso no quiere decir que un adulto no pueda recibir instrucción; lo único es que quizá tome más tiempo y la perseverancia del dueño es crucial.
“Educarnos significa conocer cómo piensa el perro, cuál es su psicología y necesidades básicas, para poder modelar su conducta y educarlo correctamente sin humanizarlo, pues al educarlo como a una persona no haremos más que confundirlo, pues son perros”, insistió Peiró.
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“No queremos decir que haya que tratarlos como bestias con sistemas basados en violencia. Al contrario, sí debemos aplicar nuestra inteligencia y ética para nunca aplicar el maltrato, sino informarnos sobre psicología canina para darles una educación lógica basada en el absoluto respeto”, agregó el experto.