Arqueólogos de la Universidad de Berkeley revelaron que los primeros humanos cazaban grandes animales, como mamuts, utilizando lanzas con puntas de piedra no para arrojarlas, sino para empalar a sus presas como si fueran picas. Al inclinar la lanza hacia arriba frente a un animal que cargaba, la fuerza del impacto permitía que la punta se incrustara profundamente, infligiendo un daño mayor al que los cazadores prehistóricos podrían causar lanzándola.
El equipo de investigadores, basándose en escritos antiguos y obras de arte, revisó evidencia histórica de todo el mundo sobre la caza con lanzas plantadas en el suelo. También realizaron un estudio experimental para evaluar cómo reaccionaban estas armas al impacto simulado de un animal.
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Descubrieron que, una vez que la punta de piedra atravesaba la carne, se activaba un mecanismo que permitía que la lanza funcionara de manera similar a una bala de punta hueca moderna, infligiendo heridas graves a animales de gran tamaño como mastodontes, bisontes y felinos dientes de sable.
Scott Byram, investigador asociado del Centro de Investigación Arqueológica de Berkeley, destacó la innovación de esta tecnología indígena. Según Byram, esta técnica de caza ofrece una perspectiva única sobre las estrategias de supervivencia utilizadas durante milenios. La investigación podría resolver un antiguo debate arqueológico sobre el uso de las puntas Clovis, que datan de la Edad de Hielo y se encuentran con frecuencia en América del Norte.
Estas puntas, que varían en tamaño desde un pulgar hasta un dispositivo similar a un iPhone, tienen bordes afilados y acanalados, y se han encontrado miles de ellas en todo Estados Unidos, algunas incluso en los esqueletos de mamuts preservados. Aunque han sido popularizadas en la cultura pop, como en el videojuego Far Cry Primal y la película 10.000 a. C., la realidad de su uso en la caza probablemente difería de estas representaciones.
Los especialistas de Berkeley también exploraron la disponibilidad limitada de materiales en la época, lo que habría llevado a las comunidades prehistóricas a conservar sus herramientas en lugar de arriesgarlas al lanzarlas.
El estudio incluyó experimentos que simularon la fuerza de un animal cargando contra una lanza con punta de Clovis, revelando la capacidad de estas armas para soportar grandes impactos sin romperse.
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Byram, junto con su colega Jun Sunseri, profesor asociado de antropología en Berkeley, también investigó cómo la ingeniería de estas armas requería un conocimiento profundo de diferentes materiales y técnicas.
La sofisticación de las puntas Clovis demuestra el ingenio y las habilidades de los primeros pueblos indígenas, quienes desarrollaron de manera independiente esta tecnología avanzada para coexistir con la megafauna extinta.
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