Boruca, Puntarenas. Después de 11 años de luchas y sacrificios, la comunidad indígena de Boruca -Buenos Aires- abrió ayer su anhelado museo: un espacio en el que se exhiben las tradiciones artesanales heredadas por sus antepasados y que siguen vivas.
En un rancho tradicional, recién construido a la usanza antigua de los indígenas, el pueblo reúne un rico patrimonio: máscaras de maderas, textiles, calabazos tallados, cestería, así como tambores, arcos y flechas.
Se trata de un conjunto de artesanías hechas por borucas, con saberes y valores heredados de generación en generación desde hace siglos.
De hecho, los borucas son el único grupo indígena que confecciona las prendas textiles con técnicas y materiales tradicionales.
Asimismo, esta comunidad se destaca porque mantiene vivo el Juego de los diablitos , una serie de danzas y juegos que representan las luchas de los borucas contra los conquistadores europeos.
Es en esa tradición donde se usan las expresivas máscaras de madera de los diablitos -como conocían los españoles a los indígenas-, expresión cultural que atrae, año con año, a visitantes nacionales y foráneos.
Marina Lázaro, artesana del grupo Flor de Boruca, dijo: "Este museo es un esfuerzo de la comunidad por mostrar nuestra cultura y tradiciones. Fue una gran lucha tener este espacio porque en 1985 teníamos otro rancho, pero se nos vino abajo por la lluvia.
"Poco a poco, creamos este museo y queremos atender aquí a los turistas y a los estudiantes para contarles nuestras vivencias".
El esfuerzo del pueblo incluyó desde recoger el zacate especial para el techo del rancho, entre picadas (trillos entre la montaña) y riesgo de toparse una culebra, hasta la búsqueda de fondos para financiar diferentes necesidades del museo.
Orgullo de la comunidad. El Museo Comunitario de Boruca abrió sus puertas ayer al mediodía e inmediatamente despertó el orgullo de de este pueblo de la zona sur.
Tras una bendición en español y un padrenuestro en lengua boruca, el primero en entrar al lugar fue Ismael González, artesano -de 78 años-, quien ganó el Premio de Cultura Popular Tradicional 2001.
González estaba alegre de que el sitio se inaugurase después de tanto esfuerzo y manifestó a la comunidad: "Quiero pedirle a todos los artesanos que hagamos el propio de unirnos para poder hacer muchas cosas juntos y seguir desarrollándonos. Unámonos y dejemos de malquerernos".
Posteriormente, entró un gentío. Los más emocionados eran los chiquillos de la escuela que reconocían fácilmente el oficio artesanal al que se dedicaban sus familias.
"Estoy muy orgullosa de tener un museo aquí porque esto recupera las tradiciones del pueblo boruca y no nos deja perderlas. Estoy segura de que los finados -muertos- nos ven desde arriba y se sienten felices", expresó Priscilla Fonseca Lázaro, de 11 años.
Por su parte, Porfirio Lázaro, un artesano de la cestería, de 77 años, afirmó que el nuevo espacio es un acercamiento de la comunidad a su pasado y a sus raíces.
A partir de ahora, el museo abrirá de 9 a. m. a 4 p. m. y será atendido por artesanos. A la par de este espacio, la comunidad tiene una casa en que tendrá una tienda, venta de comidas y un sitio para dar talleres.