Una expedición científica busca, desde ayer, en el bosque nuboso de Monteverde, Puntarenas, al sapo dorado ( Bufo pereglines ), al cual se considera extinto desde 1989.
El grupo también intentará encontrar rastros de otros sapos y ranas que no han sido vistos en las últimas dos décadas.
El sapo dorado desapareció de los bosques de ese distrito puntarenense, pese a que en 1987 se tenían registrados 1.500 ejemplares. Los científicos creen que murieron por causa del calentamiento global.
El aumento de la temperatura favorece la profileración del hongo Batrachochytrium dendrobatidis . Este se adhiere a la piel de las ranas, por donde ellas respiran, y las mata por deshidratación o asfixia.
Sin embargo, los científicos tienen la esperanza de que una búsqueda más intensa y apoyada con nuevas tecnologías les podría permitir encontrar algún espécimen que aún esté vivo.
La nueva investigación en tierras ticas la encabeza el herpetólogo británico Andrew Gray, con científicos de la Universidad de Manchester y el Zoológico de Chester, Gran Bretaña.
El año pasado, Gray tuvo la oportunidad de avistar la rana de Ithsmohyla rivularis en el bosque nuboso de Monteverde.
Esta rana se creía extinta desde hace 20 años. De esa experiencia nació su idea de buscar más.
Biodiversidad. Según justificó el especialista, el estudio se realiza aquí porque se sabe que las montañas de Costa Rica eran una de las regiones con mayor biodiversidad de anfibios del orbe.
Solo en Monteverde (un área de 45 hectáreas) se estima que habitan 50 especies de anfibios de todos colores, tamaños y formas, afirma el herpetólogo Brian Kubicki, quien vive aquí desde 1998 y es autor de libros como Ranas de vidrio , de la Editorial del Instituto Nacional de Biodiversidad (Inbio).
Además, recientemente los británicos detectaron en tres ranas arbóreas de Costa Rica –como la rana de árbol espléndida ( Cruziohyla calcarifer ) y la ranita de los cafetales ( Agalychnis annae )– una curiosa capacidad para evadir el hongo letal que ha acabado con muchas de las poblaciones de ranas de todo el mundo.
Normalmente, los anfibios necesitan una piel húmeda para sobrevivir y, por eso, evaden prolongadas exposiciones al sol.
Otro motivo para huir del sol es que en su piel estos animales tienen melanina, una sustancia que hace que ellos absorban el rango infrarrojo de la luz del sol.
Sin embargo, según Gray y sus colegas, un análisis de estos animales reveló que esas ranas ticas tienen un pigmento muy especial en su piel, llamado pterorhodin, que les permite reflejar todos los rayos infrarrojos provenientes de la luz del sol y, por ende, pueden permanecer largos períodos asoleándose sin deshidratarse, una conducta no tan típica en estos animales.
“Sabemos que algunas ranas ticas tienen la habilidad de permanecer por horas bajo el sol sin dañarse la piel. Lo que no sabemos es cómo lo hacen y el reto es encontrar esa clave, examinando los animales sin dañarlos porque la mayoría son animales en serio peligro de extinguirse. Hasta ahora solo se ha utilizado la tomografía óptica, tecnología empleada sobre todo con fines médicos”, explicó Gray a la cadena de noticias BBC de Londres.
La expedición de campo se extenderá en el bosque nuboso de Puntarenas hasta la tercera semana de setiembre.
El estudio actual se realiza en colaboración con expertos del Centro Científico Tropical en Monteverde, como Alan Ponds.
Según Federico Bolaños, científico de la Universidad de Costa Rica, en el país hay registradas 188 especies de anfibios. De estas, tres se consideran extintas y 22 más corren peligro crítico de desaparecer. Además, hay 15 especies de anfibios muy vulnerables.