En la Isla Marion, ubicada entre Sudáfrica y la Antártida, una amenaza inesperada pone en peligro a los albatroces gigantes. Una invasión de ratones, introducidos por barcos en el siglo XIX, comenzó a atacar a estas aves marinas, devorándolas vivas. Este fenómeno genera un grave desequilibrio ecológico en la isla, afectando tanto a los polluelos como a los adultos de esta especie.
Ante esta situación, los conservacionistas del Proyecto Marion sin ratones, en colaboración con el gobierno sudafricano y BirdLife South Africa, se preparan para una operación a gran escala. El plan consiste en distribuir 660 toneladas de pellets envenenados con raticida mediante helicópteros durante el invierno de 2027, con el objetivo de eliminar la población de ratones, estimada en 1 millón de individuos.
Mark Anderson, director ejecutivo de BirdLife South Africa, enfatizó la importancia de erradicar completamente a los roedores. “Debemos eliminar hasta el último ratón. Si queda una sola pareja, podrían reproducirse y causar nuevamente estragos”, advirtió. La elección del invierno para la operación responde a que los ratones estarán más hambrientos, lo que aumenta las posibilidades de éxito.
Los ataques de estos roedores fueron documentados con creciente preocupación. En abril de 2023, investigadores hallaron ocho albatroces adultos muertos con graves heridas infligidas por los roedores. Las heridas causadas por los roedores suelen ser profundas, y muchas aves mueren por infecciones secundarias o inanición debido a los ataques prolongados.
Los albatroces, adaptados a la vida marina, carecen de defensas contra depredadores terrestres, lo que agrava la situación. Cada año, miles de aves marinas están en riesgo debido a esta invasión, según reportes de Live Science.
Intentos previos de controlar la población de ratones en la isla fracasaron. En la década de 1940, se introdujeron gatos en la Isla Marion para controlar a los roedores, pero estos se convirtieron en depredadores de las aves marinas, matando hasta 455.000 aves por año en la década de 1970. La erradicación de los gatos concluyó en 1991.
Con el uso planificado de raticida, se espera que la solución sea más efectiva y menos perjudicial para el ecosistema. Los especialistas aseguran que el producto no afectará a los invertebrados nativos ni a las aves marinas que se alimentan en el mar, centrándose exclusivamente en los ratones.
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