Un estudio reciente de la revista Scientific Reports concluyó que el agua en la Tierra proviene de asteroides formados en las regiones exteriores del Sistema Solar.
Estos asteroides, ricos en agua, se formaron más tarde, a temperaturas más bajas y a un ritmo más lento, en comparación con los planetesimales del Sistema Solar interior que contenían poca o ninguna agua debido a su formación rápida y en condiciones más cálidas.
El autor principal del estudio, Wladimir Neumann, del Instituto de Investigación Planetaria del DLR (Agencia Espacial Alemana), explicó: “Si no se hubiera producido este retraso en la formación de los planetesimales, hoy la Tierra sería un planeta completamente seco”.
En el disco protoplanetario, los planetesimales exteriores se formaron más lentamente, lo que permitió que conservaran el agua. Neumann señaló que estos planetesimales tardíos no se calentaron tanto, por lo que no perdieron su contenido de agua. Eventualmente, muchos de estos cuerpos ricos en agua migraron hacia el Sistema Solar interior, suministrando grandes cantidades de agua a la Tierra.
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Este proceso también podría explicar la presencia de agua en Marte en el pasado y la posible existencia de agua en Venus durante sus etapas iniciales.
Según el estudio, los componentes básicos del Sistema Solar se formaron rápidamente tras la explosión de supernovas. Hace unos 4.500 millones de años, el Sol se encendió y comenzó a fusionar hidrógeno en helio, generando un disco de acreción de polvo y gas a su alrededor, donde se formaron los planetas.
Los meteoritos, que son fragmentos de estos cuerpos progenitores, contienen cóndrulos formados por la rápida fusión de material en el disco protoplanetario. Estos cóndrulos se agruparon con polvo y gases, incluido el agua, para formar planetesimales, de los cuales surgieron los planetas en un proceso que duró apenas diez millones de años.
Tras la formación del Sol, los planetas jóvenes sufrieron frecuentes impactos de asteroides y cometas, especialmente aquellos del cinturón de asteroides principal entre Marte y Júpiter, que se formaron más allá de la “línea de nieve” y trajeron grandes cantidades de agua a la Tierra. Hasta ahora, se asumía que los procesos de acreción eran más rápidos cerca del Sol, pero el descubrimiento de meteoritos con proporciones isotópicas idénticas en el Sistema Solar exterior sugiere que los planetesimales se formaron repetidamente en esta región.
El estudio demostró que, mediante cálculos de tiempos de formación y datos termocronológicos, los planetesimales del Sistema Solar exterior se formaron a lo largo de toda la vida del disco protoplanetario, proporcionando una explicación para esta anomalía.
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