Delegaciones de indígenas bribríes, ngobe, borucas y cabécares tomaron ayer las principales calles de San José para mostrar su ritmo y tradiciones con danzas rítmicas legendarias.
Desde las 3 p. m. y enmarcada en una bella tarde de verano, un lucido pero breve desfile cultural despertó la alegría entre los miles de personas que esperaban ansiosos por el inicio del Festival de la Luz.
Cientos de artistas entre bailarines, actores y mimos también se unieron para honrar al compás de tamboras y charangos a nuestras culturas ancestrales.
Por su parte, el público –con cara de asoleado y de hambre– contempló curioso este pasacalles titulado por los organizadores como Danza de los Jaguares. Como era de esperarse, cuatro felinos de esponja y metal fueron los personajes centrales del recorrido. Estos felinos rugieron por todos lados e incluso fingían “orinar” al público, con las consecuentes risas infantiles.
Destacó también el baile ritual del grupo gnobe de 40 personas que, según la integrante Elina Rodríguez, se trata de un baile en honor a las serpientes y a la vida.
Un grupo de cabécares usaron trajes con detalles color verde y sonidos de caracolas para acompañar su sentida marcha.
Los borucas no se quedaron atrás. Ellos dieron una muestra de lo que se conoce como la Danza de los Diablitos –que representa el enfrentamiento entre aborígenes y españoles durante la colonia–.
Finalmente, los bribríes de Salitre hicieron música mediante golpes de tambores llamados Sabat. Son instrumentos, hechos con madera de balsa y cuero de vaca, tenían inscripciones como “Mok” , que significa mono.
“El pasacalles está bonito y ayuda a que uno no se aburra mientras espera”, dijo la joven Andrea Ávila, vecina de Sabana Sur, San José, quien estaba cuidando su sitio desde las 9:30 a. m.
“Siéntase cómodo. ¡Bancos a ¢1.000!”, interrumpió a voces un vendedor ambulante. Se nota que él hizo la venta: en los alrededores todos estaban bien sentados.
“He venido desde hace años a esto y me gusta mucho. Sugeriría nada más que para la próxima haya explicación de los ritos indígenas”, dijo Karen Loría.
“Nos gustaría que dijeran de qué se trata para así aprender y valorarlos más. Lástima así”, agregó Mary Gutiérrez. Ambas estaban allí desde las 9 a. m.
“Nos preparamos todo el año para esto”, concluyeron.