La NASA identificó, el jueves 27 de junio, 180 fragmentos de basura espacial cerca de la Estación Espacial Internacional (ISS por sus siglas en inglés). Una investigación determinó que los escombros provenían del satélite ruso de observación RESURS-P1, desactivado por la agencia espacial Roscosmos en 2022.
Para proteger la salud de los astronautas en la ISS, se ordenó que se trasladaran a las tres naves que los llevaron al espacio, en caso de una evacuación de emergencia. Actualmente, nueve tripulantes viven en la ISS. Dos astronautas se dirigieron a la Starliner de Boeing, cuatro a la cápsula Crew Dragon de SpaceX y los tres restantes a la nave Soyuz rusa, donde permanecieron por una hora.
La agencia rusa desactivó el satélite por fallas de equipo en 2021 y anunció la decisión al año siguiente. Desde entonces, RESURS-P1 había estado disminuyendo su altitud, en camino a una eventual reentrada atmosférica.
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La causa de la fragmentación del satélite aún no se determinó, pero la hipótesis más probable es que el combustible restante a bordo causó una explosión. La agencia rusa no reconoció el incidente ni emitió una declaración al respecto.
No se descarta la posibilidad de que la explosión haya sido una acción intencional de Rusia. En 2021, el país destruyó uno de sus satélites en órbita con un misil antisatélite terrestre (ASAT), generando miles de escombros orbitales.
Riesgos de colisión
Aunque la NASA señaló que la explosión no representa amenazas inmediatas, la empresa estadounidense de rastreo espacial LeoLabs informó que sus radares habían detectado al menos 180 fragmentos. “Debido a la órbita baja de esta nube de escombros, estimamos que el peligro persistirá por semanas o meses”, afirmó la empresa.
Los fragmentos de basura espacial que circundan la ISS son una amenaza significativa. El impacto de pequeños trozos de metal a altas velocidades puede perforar las estructuras del laboratorio espacial, comprometiendo las actividades de investigación y la integridad de quienes están a bordo.
Los eventos de gran magnitud que generan escombros también representan una amenaza para la vida cotidiana en la Tierra. Una amplia gama de servicios depende del buen funcionamiento de los satélites espaciales, desde la Internet de banda ancha y comunicaciones hasta los servicios de navegación básicos. Todos estos satélites en órbita pueden potencialmente chocar con naves espaciales.
Se estima que existen alrededor de 25.000 fragmentos de escombros mayores a 10 cm en el espacio. Esto preocupa a los especialistas por la posibilidad del efecto Kessler, un fenómeno donde las colisiones entre satélites y escombros generan una cascada de desechos más peligrosos, aumentando exponencialmente el riesgo de colisión.
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