El agua de los océanos es hoy más ácida que hace 200 años debido al aumento sostenido de las emisiones de dióxido de carbono (CO 2 ) y, como consecuencia, animales del tamaño de un grano de arena están ya perdiendo su capacidad para fabricar las conchas donde se protegen de los depredadores.
Así lo alertó esta semana un estudio pionero realizado por científicos del Centro Cooperativo de Investigación del Clima Antártico y Ecosistemas en Hobart, Australia, y publicado en la revista Nature Geoscience.
Según el autor, William Howard, esta es la primera evidencia real de que el calentamiento global afecta la vida marina, algo que antes solo se sabía a través de simulaciones de laboratorio.
El porqué. La acidez del agua se mide por la cantidad de hidrógeno que contiene. A esto se le conoce como el pH o potencial de hidrógeno. El agua potable que consumimos los seres humanos tiene un pH de 6, pero el jugo de limón o de vinagre son más ácidos y tienen un pH de 2 y 3, respectivamente.
El fenómeno que debilita las conchas ocurre cuando el agua del mar captura mucho CO 2 , pues este este gas en el agua se convierte en lo que se llama un ácido débil, que poco a poco va aumentando la acidez total del agua y afectando las estructuras de carbonato de calcio.
El estudio. Para llegar a esta conclusión, los australianos analizaron organismos del tamaño de un grano de arena llamados foraminíferos ( Globigerina bulloide ) que viven en agua cada vez más ácida (con pH inferior a 7) en el Océano del Sur de Australia.
Hoy, estos microorganismos están perdiendo sus facultades y solo producen conchas que son hasta un 33% más pequeñas y livianas que las que tenía la misma especie en los años 1.800. Esta confirmación se obtuvo comparando conchas actuales con restos fósiles de conchas existentes antes de la Revolución Industrial.
Pero que las conchas se debiliten solo es una parte del problema. Los australianos advierten, además, que los animalitos foraminíferos y sus conchas son vitales para resguardar la vida marina, pues viven en la capa más superficial del océano y sirven como filtro para mitigar el ingreso directo del dióxido de carbono (CO 2 ) atmosférico hacia las profundidades del mar, lo que afectaría el plancton.
Por esta razón, una reducción de la dimensión de las conchas significa que el CO 2 terminará siendo absorbido por completo por el océano e impactará todos los ciclos de la vida marina. El aumento del CO 2 ya afecta también el krill, minicamarones de los que se alimentan las ballenas.