La pasión por la fusión nuclear le llegó a Iván Vargas desde niño. Mientras sus amigos soñaban con ser bomberos, el quería ser físico. Lo tenía tan claro que hoy posee un doctorado en esa disciplina y lidera el primer grupo que estudia física de plasmas en una universidad costarricense.
La culpa de todo la tiene un libro. “Yo soy de una zona rural de San Carlos; la escuelita donde estaba tenía solo 12 estudiantes y era unidocente. Entonces, ahí me encontré un libro que hablaba de fusión nuclear, y me fascinó y me dije: ‘Esto es lo que yo quiero hacer’”, recuerda.
Así, en la Concepción de la Palmera de San Carlos creció este pequeño que los demás veían un poco raro, pues se pasaba el día entero hablando de reacciones de deuterio con tritio.
El pequeño Iván tenía claro que lo suyo era la ciencia y abrió su camino para lograrlo. En la lechería de su padre construyó su laboratorio personal.
“Mi niñez fue la de un niño que hacía ochocientos mil experimentos. Yo me hice mi equipo de química a base de productos veterinarios para vacas, me hice un microscopio, me hice una centrifugadora y pasaba haciendo experimentos todos los días, al punto de que un día casi quemo la lechería de mi papá”, confiesa.
Cuando era estudiante del colegio de Aguas Zarcas de San Carlos, fundó un club de ciencias con sus amigos y participó en las primeras convocatorias de la Feria Nacional de Ciencia y Tecnología.
“Yo soy resultado de la Feria Nacional de Ciencia y Tecnología, le debo mucho a esas ferias”, dice con gran seguridad.
En 1988, un trabajo sobre el control biológico de la “vaquita” (un insecto) que ataca el frijol hizo a Vargas y a sus compañeros merecedores del primer puesto de la Feria. Fue la primera vez que el premio recaía en un colegio de zona rural y que un proyecto alcanzaba el puntaje máximo posible.
De vuelta a la física. En la Universidad de Costa Rica, Vargas se abocó a su pasión y estudió física pura.
“Cuando me gradué, entré a ser profesor aquí, en el Instituto Tecnológico, pero yo tenía claro que quería ir a hacer un doctorado. Estuve año y medio nada más y después me fui para España, donde estuve seis años en total”.
Estudió en la Universidad Complutense de Madrid y realizó su tesis doctoral sobre física de plasmas, a partir de los experimentos que se desarrollan en el Laboratorio Nacional de Fusión de España.
“Estando allá me dije: ‘Yo quiero seguir trabajando en esto’, y por eso negocié un convenio”, afirmó Vargas, quien ha tenido la ventaja de que el TEC le ha abierto las puertas y le ha dado apoyo.
El convenio entró en vigencia este semestre. El grupo del Tecnológico está integrado actualmente por ocho estudiantes de ingeniería electromecánica e ingeniería electrónica del TEC, y de física de la Universidad de Costa Rica.
Además del convenio con España, el grupo firmó otro acuerdo con la compañía Ad Astra Rocket, liderada por el físico y astronauta costarricense Franklin Chang Díaz para el desarrollo de un motor de plasma para viajes espaciales.
Se trata del otro equipo científico del país que trabaja en esta rama de la ciencia.
A mediano plazo, Vargas planea establecer un Laboratorio de Plasmas en el TEC.
“Aquí ya hemos dado los primeros pasos para lo que será el futuro Laboratorio de Plasmas dentro del ITCR”, señala Vargas.
Su meta es tener construido, de aquí a tres años, un stellerator miniatura, que se llamará SCR-1 (stellerator de Costa Rica 1) y servirá para que sus estudiantes estudien el plasma.