La ciencia es una labor detectivesca
Editora de la revista ‘¿Cómo ves?’, de México
Profesión: Escritora y traductora
Nacionalidad: Mexicana
¿Que es la ciencia y qué es la tecnología? ¿Son sinóninos?
La ciencia es una empresa de un conocimiento dinámico que se valida constantemente y nos acerca a la comprensión de los fenómenos de la naturaleza. No es ciencia un conocimiento que no exige evidencias, no está sometido a un escrutinio constante.
“Por su parte, la tecnología son las aplicaciones que se derivan de ese conocimiento”.
¿Qué importancia tiene difundir el quehacer científico y también el tecnológico?
La ciencia cada vez tiene más influencia en la vida de las personas y les favorece. Para que una persona pueda beneficiarse de ella o incluso dar su opinión, tiene que conocerla.
“La democracia en nuestros países cada vez depende más de la actitud de las personas hacia ella. La ciencia es el motor de desarrollo.
“Además, los divulgadores de la ciencia son los mejores abogados de la ciencia. Con los problemas que tienen los científicos por obtener recursos, espacios, ¿quién mejor que un divulgador puede ayudar –o interceder– por un científico a conseguir los apoyos que requiere para salir adelante?”.
¿Cómo difundir un conocimiento tan especializado?
Toda historia científica es una historia detectivesca, una pesquisa que está llena de pistas, de pistas falsas y de emociones. Si uno las aprende a contar bien son fascinantes y no hay quien se resista a esa información: queda enganchado.
“Divulgar la ciencia es recrear situaciones como en la literatura. Se trata de recuperar no solo el método y los resultados sino también los personajes. La buena divulgación tiene que devolver a los investigadores al escenario donde produjeron sus laboratorios y contar su quehacer desde ahí. Hay que darle a la gente la oportunidad de ir acompañando su búsqueda y de sentirse parte de sus hallazgos”.
¿Cuáles son los errores que se cometen al difundir la ciencia?
Al principio se pensaba que había que tender un puente entre los investigadores –con ‘I’ mayúscula’– y la gente. Era una actitud de ‘yo (científico) te voy a hacer el favor de darte a ti (público) un poco de mi conocimiento.
“Eso tuvo sus beneficios pero ya no funciona más. Ahora se camina hacia una actitud más respetuosa de compartir y bajar al científico de su torre de marfil. Ellos (los científicos) ya lo han ido entendiendo.
“Otro camino que ya se agotó fue la idea de que hay que ‘traducir’ el conocimiento científico. Lo que se hace con la información no es traducirla de idioma o con conceptos entre paréntesis, es contextualizarla y acercarla.
“Finalmente, a mi criterio, hay que dejar de encansillar a la ciencia y exponerla como una información más natural. Deberían haber notas de ciencia en las secciones de política, cultura y economía, así se percibiría como una igual”.
¿Cuáles son los mayores retos al compartir la ciencia?
La ciencia no es todo poderosa y eso tiene que quedar claro. Por eso, hay que aclararle a la gente cómo se hace la ciencia, cuáles son las metodologías y cuáles también sus limitaciones.
“A veces te dicen que encontraron la cura del cáncer o de la artritis pero... ¡en ratones! Se debe decir que podrían pasar hasta 15 años más antes de que se use en humanos: eso es lo justo (...) Además, hay que tener un respeto profundo por las audiencias y cambiar la actitud de ‘yo te voy a prodigar mi conocimiento’ por el ‘vamos a compartir algo’.
“El divulgador debe conocer al público al que se dirige y saber cuánto sabe para aprovechar ese conocimiento para acercarlo a más cosas. Finalmente, hay que poner en contexto toda la información para que se aprenda. Si vamos a decir que se descubrió un quasar (un cuerpo estelar) hay que decirle a la gente que esto nos da pistas para comprender cómo nació el Universo”.