Una muestra en la Galería Enrique Echandi del Teatro Nacional recuerda el significativo aporte de Dinorah Bolandi (1923-2004) a la historia del arte costarricense.
La exhibición ofrece al público la oportunidad de apreciar el legado de una artista que disfrutaba de crear, pero no tanto de exponer.
El recorrido lleva al espectador por 11 obras de Bolandi entre pinturas, dibujos y textiles. Las piezas pertenecen a la colección del Museo de Arte Costarricense y fueron donadas a la institución luego de la muerte de la artista, en el 2004. El guión de la exposición fue diseñado por el curador José Miguel Páez y propone una lectura más íntima sobre la obra de Bolandi.
“Al revisar la escasa bibliografía que existe sobre Dinorah Bolandi me llama la atención que los historiadores y críticos de arte se centran en el análisis del diseño y la composición en sus obras. La maestría técnica de Bolandi es innegable, pero un acercamiento basado solamente en el rigor formal le resta calidez y vitalidad a su trabajo”, opinó el curador.
Páez propone una forma distinta de enfrentarse a la obra de Bolandi. “Sus pinturas, dibujos y textiles mantienen una clara rigurosidad técnica, pero esto no significa que su obra sea fría, distante o rígida.
“Mi propuesta curatorial invita al público a descubrir el ángulo íntimo y existencial que se esconde detrás de esa aparente rigidez formal”, afirmó el especialista.
Páez seleccionó varios términos utilizados en la jerga de las artes visuales para analizar el diseño y la composición de una obra como “desplazamiento”, “ejes”, “direcciones”, “estructuras” y “movimientos”, y los puso a dialogar con las obras de Bolandi.
“Al intercalarse con las piezas de arte, esos conceptos meramente técnicos adquieren un significado distinto asociado a nuestras experiencias cotidianas. Cualquier ser humano tiene sus propios desplazamientos, se mueve en diferentes direcciones o define los ejes centrales de su vida, por ejemplo”, dijo.
De acuerdo con el curador, las obras de Bolandi son las que facilitan esa transición desde términos formales o académicos hasta realidades cercanas al espectador.
“La obra Reina de la noche colocada sobre el concepto “transformación” se asocia al ciclo de la vida que tienen las plantas y todos los seres vivos. Retrato de la madre sugiere la idea de desplazamiento, de cómo se transmiten los conocimientos, comportamientos y características físicas de generación en generación. Cada quien es libre de interpretar ese diálogo entre texto e imágenes según su experiencia personal”, comentó Páez.
Se exhiben además tres obras de arte textil, faceta poco conocida.
Dinorah Bolandi nació en 1923 en el seno de una familia de artistas: su padre ,Walter, fue un reconocido fotógrafo y su madre, Marina Jiménez, era pianista.
A los 12 años inició sus estudios de arte con el destacado pintor costarricense Fausto Pacheco y siguió su formación en Estados Unidos.
A su regreso a Costa Rica trabajó como ilustradora y fotógrafa de prensa en varios periódicos y dedicó gran parte de su tiempo a la docencia. “Creo que la principal contribución de Bolandi al arte costarricense fue su compromiso firme con la calidad ”, afirmó Páez.