Durante los últimos cinco años, el común denominador de la arquitectura contemporánea costarricense es su gran vinculación y respeto por el medio: el paisaje, el clima, el patrimonio y el entorno urbano, social, cultural y económico.
Esta es una de las revelaciones que formula el libro Nuevas líneas de la arquitectura contemporánea costarricense , del arquitecto Luis Diego Barahona.
La obra muestra en detalle 24 destacados proyectos (10 viviendas y 14 edificios) construidos entre el 2000 y el 2005.
El autor afirma que la arquitectura local vivió un boom sin precedentes en estos cinco años.
"Esto se ve en la gran cantidad de proyectos existentes, en la proliferación de escuelas de arquitectura y en el espacio que le dedican los medios de comunicación al asunto, entre otros aspectos", explicó el arquitecto Barahona.
La arquitectura se adapta. Según Barahona, durante este boom se observó una constante búsqueda de los profesionales de la adaptación de la arquitectura al contexto en que desarrollaron sus proyectos.
Por ejemplo, los diseños de los arquitectos Bruno Stagno y Jacqueline Gillet muestran una gran preocupación por el clima y la utilización de elementos como el sol, el viento y la sombra.
Por otra parte, se encuentran propuestas como la de Víctor Cañas, quien, con gran poesía, resuelve la adaptación al paisaje de una casa de playa, y la de Jaime Rouillón, quien remodeló un edificio respetando su historia y preservando su estructura original.
"Se diseña y se construye con respeto por el contexto. También he notado gran respeto por la escala humana, por el individuo y por el patrimonio", detalló el arquitecto costarricense.
Otra línea actual. Barahona también encontró una "nueva línea" -tendencia- de la producción arquitectónica costarricense.
Se trata de la evolución de la expresión formal pues las masas arquitectónicas (el contenedor o gran masa construida en un proyecto) se alejan de lo estrafalario y se acercan a lo simple y limpio.
Muestra de ello son proyectos como los del arquitecto Rolando Barahona. Uno de ellos, el llamado Santuario habitable , quedó como finalista en la Bienal Iberoamericana de Arquitectura en Lima.
Lo que falta. El autor del libro comentó que este panorama plantea retos a los arquitectos; quizá el más urgente sea el de volver habitable algunos sectores de la ciudad.
"El 2006 es un año favorable para la ciudad, en especial porque San José fue designada Capital Iberoamericana de la Cultura, y es un buen pretexto para desarrollar proyectos en ella", opinó Barahona.
Asimismo, manifestó que la arquitectura costarricense se debe preocupar por la vivienda de la clase media ya que existe una gran explosión de vivienda de altura para clases altas y de proyectos sociales para gente con escasos recursos.
"Hay un gran sector descuidado y que se debe atender: la clase media", concluyó.