Arcilla, restos de las cosechas y un horno de cerámica tradicional podrían lograr que millones de personas logren filtrar el agua que consumen y mejoren así su calidad de vida.
Científicos británicos de la Universidad de Newscastle, Inglaterra, presentaron este mes un prototipo de filtro de agua que puede ser fabricado de una manera muy sencilla y económica, lo que significa una enorme oportunidad para países en desarrollo de combatir el consumo de aguas contaminadas.
Se estima que actualmente más de 1.000 millones de personas no tienen acceso a agua potable en el mundo. Solo en África, la mala calidad del agua hace que muera uno de cada cinco niños cada año.
Según el ingeniero Paul Sallis, la fabricación de este filtro es realmente muy fácil y no requiere de conocimientos especializados.
Lo que se hace primero es conseguir la arcilla. Luego, a una pequeña porción de esta se le añaden residuos de los cultivos, como las cáscaras del arroz o cáscaras de piña, hasta lograr una mezcla lo más homogénea posible.
Al mezclarse estos elementos se modela la forma de un filtro de agua (como una cubeta) y después se pone a “cocinar” en un horno de alfarería tradicional entre los 700 y los 1.000 grados centígrados, hasta que el material se endurezca.
Según explican los ingenieros químicos, a esta temperatura el residuo del cultivo se descompone y suelta el dióxido de carbono. A su vez, este dióxido forma poros microscópicos en la arcilla.
Estos poros son “realmente diminutos”, por lo que sirven para retener las bacterias, los virus, contaminantes tóxicos y metales que pudiera tener el líquido, mientras dejan pasar solo agua limpia.
“El proceso de construir este filtro de agua puede demorar, a lo sumo, dos horas”, destacó el científico Matthew Simpson.
Durante más de seis meses el filtro de arcilla se ha probado con éxito en el Centro de Investigación para la Diarrea, en Bangladesh, Asia.
Funciona al 99%. Las pruebas científicas de Newscatle demostraron que el filtro retiene el 99,99% de los elementos patógenos.
Esto significa que el filtro hecho a base de arcilla es igual de eficiente para potabilizar el agua que los comerciales que funcionan mediante la aplicación de dióxidos como los compuestos de la plata, y que cuestan entre ¢6.630 y ¢26.590.
“Las familias con ingresos bajos de los países en vías de desarrollo no pueden afrontar la compra de los filtros actuales, por lo que las organizaciones caritativas los reparten. El nuevo filtro, en cambio, puede ser fabricado por los alfareros de cada localidad, utilizando materiales de la región”, dijo Sallis a la revista Tendencias Científicas.
Según destacan los expertos, la buena voluntad tiene que materializarse. Ya el prototipo está sugerido; resta ahora la divulgación de esta alternativa para que más personas puedan utilizarlo.