
Una imagen capturada en 1987 sigue conmoviendo al mundo. En la fotografía, un cirujano agotado observa los signos vitales de su paciente tras una cirugía de 23 horas. A su lado, otro médico yace dormido en el suelo, vencido por el cansancio. Esta escena, reconocida por National Geographic como “la mejor fotografía del año”, simbolizó un hito en la historia de la medicina y los trasplantes de corazón.
Durante siglos, la idea de reemplazar un órgano enfermo parecía inalcanzable. Sin embargo, en el siglo XX, la medicina avanzó gracias a la necesidad de tratar heridos en las guerras mundiales. El trasplante de piel salvó a muchos soldados, pero el desafío de trasplantar órganos vitales seguía sin solución.
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En 1954, el cirujano Joseph Murray logró el primer trasplante exitoso de un órgano en humanos: un riñón entre gemelos idénticos. La compatibilidad genética evitó el rechazo inmunológico, pero para otros pacientes el problema persistía.
En 1967, el sudafricano Christiaan Barnard realizó el primer trasplante de corazón en la historia. El paciente Louis Washkansky sobrevivió solo 18 días, pues su sistema inmunológico no soportó la medicación necesaria para evitar el rechazo. En los años siguientes, cirujanos intentaron repetir la hazaña, pero el rechazo seguía siendo un obstáculo mortal.

La clave: la ciclosporina y el resurgir de los trasplantes
La solución llegó en 1980 con la aparición de la ciclosporina, un fármaco que reducía significativamente el rechazo de órganos. Los trasplantes, antes vistos como un experimento fallido, se convirtieron en una alternativa real para salvar vidas.
En Polonia, bajo el régimen comunista, los trasplantes de corazón estaban prohibidos. En 1968, un cirujano intentó realizar uno, pero el procedimiento falló y su carrera terminó en el desprestigio. Desde entonces, los trasplantes fueron considerados un tabú médico en el país.
Sin embargo, Zbigniew Religa, un cirujano visionario, se negó a aceptar esa realidad.
Zbigniew Religa: el hombre que desafió la prohibición
Religa, especializado en cirugía cardíaca en Estados Unidos, sabía que los trasplantes podían salvar vidas. Al regresar a Polonia, intentó llevar la técnica a su país, pero se encontró con barreras burocráticas. Ante la negativa de las autoridades, tomó una decisión drástica: se trasladó a Zabrze, una ciudad industrial con menor supervisión estatal.
Sin apoyo del sistema de salud, empezó a experimentar con trasplantes en animales y buscó pacientes terminales que aceptaran los riesgos. Su determinación era inquebrantable. Se contactó con hospitales locales con un mensaje claro: “Si tienen un paciente con muerte cerebral, entréguenme su corazón”. La respuesta fue un rotundo no.
Pero el 5 de noviembre de 1985, Religa recibió la oportunidad que esperaba. Un joven motociclista había sufrido un accidente fatal y su corazón era viable para un trasplante. El receptor sería un granjero de 60 años.
La cirugía inició y, tras extraer el corazón enfermo, Religa colocó el nuevo órgano y lo conectó minuciosamente. Después de una hora, aplicó el desfibrilador y el corazón comenzó a latir en su nuevo cuerpo. Sin embargo, una hemorragia puso en peligro la vida del paciente y las reservas de sangre eran insuficientes.
En un esfuerzo desesperado, la radio polaca pidió donantes de sangre. Cientos de personas acudieron al hospital para ayudar. La noticia conmocionó al país.
A pesar del esfuerzo, el paciente falleció seis días después debido a un problema hepático no detectado. Pero Religa había demostrado que los trasplantes de corazón eran posibles.

La icónica fotografía de 1987
Religa continuó perfeccionando su técnica y en 1987 realizó una cirugía de 23 horas para trasplantar el corazón de Tadeusz Żytkiewicz, un paciente de 62 años con insuficiencia cardíaca terminal. En la sala de operaciones estaba James L. Stanfield, fotógrafo de National Geographic, quien buscaba documentar el precario sistema de salud polaco.
Lo que capturó con su cámara se convirtió en una de las imágenes más impactantes de la historia de la medicina. La fotografía muestra a Religa exhausto, vigilando los monitores del paciente, mientras otro médico duerme en el suelo tras la extenuante cirugía.
Contra todo pronóstico, Żytkiewicz vivió 30 años más. En entrevistas posteriores, expresó su gratitud, afirmando que Religa le había dado una segunda vida.
El legado de Religa y su impacto en la medicina
Tras la histórica fotografía, Religa fue reconocido mundialmente como un pionero de la cirugía cardíaca. En Polonia, lo llamaban simplemente “el salvador”. Su carrera lo llevó a la política, donde llegó a ser ministro de Salud.
Falleció en 2009 a los 70 años debido a un cáncer de pulmón. En su funeral estuvieron presentes el fotógrafo Stanfield y Tadeusz Żytkiewicz, quien, a sus 88 años, sostuvo la icónica imagen durante toda la ceremonia como homenaje al hombre que le salvó la vida.
En 2014, su historia fue llevada al cine en la película Dioses (Bogowie), que retrata su lucha contra la burocracia y el escepticismo en la Polonia comunista de los años 80.
El nombre de Zbigniew Religa quedó grabado en la historia como el cirujano que desafió lo imposible… y ganó.
*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La información fue proporcionada y revisada por un periodista para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.