Osos perezosos, sapitos de hojarasca, boas e incluso un caimán murieron arrollados en la carretera que comunica a San José con Limón, el año pasado.
Entre marzo y octubre de 2014, se registraron 1.028 atropellos en 94,9 kilómetros (km).
Es decir, en promedio, en la ruta 32 hubo 10 incidentes con animales silvestres por cada kilómetro, entre el cruce hacia Río Frío y Moín.
Así lo reveló un estudio realizado por Adolfo Artavia, del Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (Catie), el cual contó con la asesoría del Comité Científico de la Comisión Vías y Vida Silvestre.
Esta investigación formó parte de su tesis de maestría en Práctica para la Conservación de la Biodiversidad del Catie.
Para ello, Artavia contó con el apoyo de Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones (Micitt), Consejo Nacional para Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicit), la organización Panthera, la Casa del Piloto, el Centro de Rescate Las Pumas, la Reserva Nogal, el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos así como voluntarios quienes le acompañaron en las giras de campo.
Esos 94,9 km forman parte del proyecto de ampliación de la ruta 32 a cuatro carriles, que ejecutaría la empresa China Harbour Engineering Company (CHEC).
A ambos lados de la carretera existen sitios cercanos a parques nacionales, corredores biológicos y reservas, por lo que ensanchar la vía aumentaría el riesgo existente de atropellos de fauna silvestre.
“Esta carretera atraviesa cinco rutas de conectividad, contempladas en la Propuesta de Ordenamiento Territorial para la Conservación de la Biodiversidad en Costa Rica conocida como Grúas II”, comentó Artavia.
Esas rutas son zonas que enlazan sitios de importancia para la conservación, por lo que facilitan el paso de especies y así el ecosistema mantiene sus funciones.
Si no existiera conectividad, los ecosistemas perderían su sentido y se volverían “islas”, esto en detrimento de los servicios ambientales que ofrecen.
Resultados. Entre San José y Limón hay 157 km, donde transitan 13.270 vehículos diariamente.
Se pretende agrandar 107,2 km de la ruta 32, propuesta que incluiría cuatro carriles con una barrera en medio, bahías para buses, ciclovías en algunos sectores, pasos peatonales y 34 puentes.
“Con este estudio lo que quisimos fue determinar medidas ambientales para minimizar el impacto de la ampliación sobre la vida silvestre”, dijo Artavia.
“El razonamiento es: la carretera permitirá más vehículos transitando a mayor velocidad, por lo que se darían más atropellos y esto tendría por resultado menos animales y menos diversidad de especies”, agregó.
El primer paso fue determinar los sitios donde ocurren la mayoría de los accidentes.
Dos veces al mes, y dos veces al día durante dos días, el investigador y los voluntarios realizaron recorridos. Por facilidad metodológica, se dividió la carretera en dos tramos: uno se extendía desde el cruce de Río Frío hasta Siquirres y el otro desde Siquirres hasta el cruce de Moín.
Durante estos recorridos, se tomaron datos como fecha y hora, tipo de registro (atropello, avistamiento o rastro), localización (coordenada de GPS) y especie. También se tomaba una foto.
Asimismo, se anotaba cómo era la curvatura de la calle (si el atropello ocurrió en recta, cerca de la curva o en curva), el uso del suelo (cultivos, tacotal, potrero o bosque) y topografía del terreno aledaño a la carretera (calle a ras de la vegetación, más elevada o por debajo del terreno circundante).
En ocho meses de monitoreo se obtuvieron 1.073 registros. De estos, la mayoría fueron atropellos (1.028), le siguieron los avistamientos (36) y los rastros (9).
La mayor parte de afectados fueron anfibios (46,5%), seguidos por mamíferos (23,9%), reptiles (18,5%) y aves (11,1%).
En el caso de los anfibios, la mayoría fueron sapos comunes, ranas toro y sapitos de hojarasca. Se contabilizaron 15 especies.
En mamíferos, los más golpeados fueron los zorros pelones, armadillos, perezosos de dos dedos, zorros cuatro ojos, zorros de balsa y murciélagos, para un total de 26 especies.
“No hubo salida de campo en que no viéramos un perezoso atropellado, esta es una especie prioritaria”, señaló Artavia.
Se reportaron 27 especies de reptiles, siendo la víbora de sangre la más impactada, seguida por la boa, la terciopelo, la culebra caracolera, la iguana y varias especies de tortugas terrestres.
“A partir de mayo, empezamos a notar más tortugas atropelladas. Algunas especies de anfibios y reptiles aparecían más cuando llovía”, acotó el investigador del Catie.
En cuanto a aves, se identificaron 27 especies, entre las que estaban los sargentos y los zopilotes.
“Muchos animales están en la lista de especies con poblaciones reducidas del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac)”, dijo Artavia.
Aparte de los recorridos, el investigador empleó una metodología de parcelas. Esto quiere decir que cada 5 km se delimitaba un tramo de 100 metros y se contabilizaban los registros a ambas orillas de la carretera.
También se entrevistó a 123 choferes y vecinos. Además, algunas personas reportaron atropellos de animales a través de la aplicación de iNaturalist .
Muchos choferes colaboraron reportando incidentes en los días en que no se hacían los recorridos. En total, se recopilaron 83 registros de esta forma, los cuales permitieron tener una idea de lo que pasaba en los días en que no se salía a monitorear.
Sin embargo, Artavia utilizó solo los datos de los recorridos para elaborar mapas de “puntos calientes”, que indican dónde ocurrieron más atropellos.
Para cada “punto caliente” se hizo un análisis más detallado, a partir de círculos concéntricos que medían 100, 500 y 1.000 metros de diámetro.
Esto permitió analizar el uso del suelo, la cercanía a cuerpos de agua y caminos, así como la distancia entre ese “punto caliente” y parques nacionales, reservas o corredores biológicos.
Según Artavia, sí se observó una relación entre los sitios con mayor cantidad de atropellos y la cercanía a cuerpos de agua como ríos y quebradas.
Sin embargo, el análisis por uso de suelo requiere de un estudio más detallado.
“Puede pasar que la información digital utilizada (Atlas Costa Rica 2014), por la resolución, no esté mostrando que ese punto tenga cobertura forestal, pero sí exista una cerca viva o un sembradío con árboles que estén utilizando los animales”, explicó Artavia y agregó: “Esto tampoco nos da información de infraestructura (como casas) que pudiera influir en el comportamiento del animal”.
Asimismo, el investigador recomendó realizar un estudio dirigido a averiguar las razones que llevan a los osos perezosos a ser una especie vulnerable a los atropellos.
Pasos de fauna. Los resultados del estudio constituyen un punto de partida para brindar recomendaciones al Ministerio de Obras Públicas y Transporte (MOPT) y al Consejo Nacional de Vialidad (Conavi), a la hora de definir los lugares donde podrían colocarse pasos de fauna y así facilitar el cruce de animales por debajo y por encima de la carretera.
“De hecho, junto a las biólogas del Comité Científico de la Comisión Vías y Vida Silvestre iríamos al campo a verificar cada punto caliente y analizar la viabilidad y funcionalidad de un posible paso de fauna. La idea es llegar a recomendar el tipo de paso desde su forma hasta dimensiones y materiales”, comentó Artavia.
Asimismo, el investigador del Catie continuará recabando datos hasta el mes de febrero, para así completar un año de monitoreo de la zona.
Si usted gusta de colaborar con sus reportes de atropellos en la ruta 32, puede escribir al correo electrónico: aartavia@catie.ac.cr o llamar al teléfono 8306-8981.