Partículas de plástico que miden entre 1 y 4,7 milímetros (mm) inundan 12 playas del país, al punto de confundirse con los granos de arena.
Así lo detalló Jacquelyn Burmeister, en un estudio realizado por encargo de la organización Conservación Internacional.
Ese hallazgo pone a los ticos en alerta, ya que el plancton –comida de peces y otras especies marinas– está consumiendo microplástico, lo cual tiene un impacto en la cadena alimentaria del océano.
De hecho, el objetivo del estudio fue generar una línea base de información que permitirá evaluar la eficiencia de políticas y programas orientados al manejo de los residuos.
Para ello, Burmeister tomó muestras de 12 playas: seis ubicadas en áreas silvestres protegidas (Naranjo, Zapotal, Camaronal, Cuevas, Gemelas y Uvita) y otras seis fuera de estas (Coco, Sámara, Puntarenas, Tárcoles, Jacó y Cocal).
Todas estas playas están ubicadas en las provincias de Guanacaste y Puntarenas.
La investigadora utilizó la metodología desarrollada por la organización 5Gyres, que consiste en demarcar un transecto de 100 metros entre la línea de vegetación y la de marea alta.
A ambos lados de ese transecto, se definen seis sitios de muestreo, cada uno mide un metro cuadrado. Así, se estudiaron 12 metros cuadrados por playa.
En cada sitio se colaron los tres primeros centímetros de arena con ayuda de una zaranda.
Los residuos resultantes se clasificaron según su composición. De esta manera, la investigadora observó que el 92% de lo encontrado correspondía a plástico, sobre todo microplástico (partículas inferiores a 4,75 mm).
Burmeister tomó nota de la presencia de basureros, la cercanía de la playa a parqueos, desembocaduras de ríos y esteros, así como del número de visitantes.
Además, aplicó un cuestionario a los encargados municipales para conocer sus esfuerzos en la gestión integral de residuos.
Al comparar las playas, el problema del microplástico se agrava en aquellas que están fuera de áreas silvestres protegidas.
Es más, Burmeister observó que en los parques nacionales y refugios de vida silvestre, incluso existen recipientes diferenciados para los residuos, lo cual facilita su recolección y reciclaje.
Los impactos a la fauna se vieron a simple vista durante el proceso de muestreo. Por ejemplo, Burmeister observó un ermitaño que confundió un residuo plástico con una concha.