“Hace como 35 años, todo esto era montaña, pero todo lo han botado. Esa zona por donde entramos era puro monte”, recordó el lanchero Clodomiro Mora, mientras realizaba un recorrido por los canales del río Sierpe, en el Humedal Nacional Térraba Sierpe, en el cantón de Osa, Puntarenas.
La vocación agrícola de la zona y la falta de regulación estatal para reglamentar el uso del suelo, tienen agonizando este humedal, el cual, como los ecosistemas de su clase, representa la primera barrera de protección que tiene el país ante desastres naturales como huracanes, temporales o inundaciones.
Ahí, en el humedal más grande del país, declarado de importancia internacional por la convención Ramsar –normativa global que vela por los ecosistemas de ese tipo– , parcelas dedicadas a la siembra de arroz y de palma aceitera azotan el ambiente con erosión, deforestación y contaminación del agua proveniente de los restos agrícolas.
Muestras del deterioro de esa franja terrestre en la zona sur del país son los drenajes hechos para eliminar el exceso de agua en las siembras, así como las quemas propinadas para fertilizar la tierra, contó Antonio Orozco, del Área de Conservación Osa (Acosa) y administrador del Humedal Nacional Térraba Sierpe.
“Las quemas las hacen para preparar la tierra para sembrar. Quitan la vegetación, queda materia orgánica en el suelo y esto lo abona. La quema es para incorporar ceniza al suelo y usarla como fertilizante”, contó el funcionario.
Uno de los episodios más crueles para el ecosistema, recordó Orozco, lo sufrió la laguna Térraba Sierpe hace algunos años. No precisó la fecha.
“En algún momento, el espejo de agua de la laguna disminuyó su profundidad y entonces la gente se dio gusto quemando el terreno para cultivar”, aseguró.
Las condiciones húmedas del terreno, su fertilidad –por los grandes cúmulos de materia orgánica que almacena– y la planicie que ofrece –no más de un 5% de pendiente–, convierten a este suelo en un lugar propicio para la agricultura.
Conteo de tierras
Las fincas agrícolas se ubican tanto en el área protegida como en las zonas adyacentes al humedal. El número de hectáreas en la zona resguardada por ley se desconoce.
Sin embargo, un proyecto reciente entre Acosa y Fundación Marviva contabilizó la cantidad de tierras agrícolas en los sectores aledaños al humedal. Estas suman 20.000 hectáreas, de las cuales 9.000 –casi la mitad– son consideradas patrimonio natural del Estado.
En total, se trata de al menos 700 fincas situadas al sur del río Sierpe y en el sector de manglar. Este último es un importante ecosistema que, entre sus múltiples funciones, alberga especies acuáticas por ciertos periodos. Luego, estas vuelven al mar y se convierten en productos de consumo.
El programa, que empezó desde hace tres años y medio, trabaja en la identificación de fincas agrícolas ubicadas en la periferia del humedal, en terrenos que son patrimonio natural del Estado y que, por lo tanto, no deberían estar en manos privadas y, menos aún, siendo explotados sin regulación ambiental.
"Lo que busca el proyecto es que áreas de patrimonio natural del Estado que están en la periferia de áreas protegidas puedan ser reincorporadas al área protegida, o bien, que estén en un esquema de conservación en el que la entidad privada o el dueño de la finca sepan cuáles usos darles sin deteriorar el ecosistema... Hay centenares de predios que están de manera irregular en la zona", explicó Marco Castro, coordinador del Sistema de Información Geográfica (SIG) de Marviva.
Patrimonio estatal
Pero ¿qué es el patrimonio natural del Estado? Comprende, desde luego, las áreas silvestres protegidas, pero también los sectores circunvecinos.
Su cuido es importante no solo para beneficio del ecosistema local, sino porque su explotación indebida también puede tener un impacto negativo en las áreas resguardadas por ley.
“El patrimonio natural del Estado son los terrenos que tengan bosque, humedal o aptitud forestal con mucha pendiente… Muchos de estos no están protegidos (por la ley de áreas de conservación) porque se encuentran fuera de los límites de lo que legalmente es catalogado como el Humedal Nacional Térraba Sierpe, entonces no tienen una protección tan rigurosa, pero igualmente son estatales”, aseguró Gineth Jiménez, encargada del patrimonio natural del Estado en Acosa.
Pero, ¿cómo es que alguien puede sembrar en un terreno estatal? En 1998 se creó la ley que ampara al Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac), es decir, la normativa que definía cuáles tierras del país debían ser propiedad del Gobierno por la necesidad de conservarlas debido a su gran valor biológico.
No obstante, antes de esta reglamentación, muchos territorios habían sido tomados o ya eran propiedad de particulares.
Ese es el caso de las 700 fincas agrícolas situadas en las zonas adyacentes al humedal contabilizadas por Marviva y Acosa, y de las que están dentro del área protegida pero que no han sido censadas.
En cuanto a las que ya se contabilizaron, se trata de parcelas con dueño, es decir, con títulos de propiedad de estas; en otros, quienes las explotan no son propietarios legalmente.
Son terrenos que están en manos de pequeños y medianos parceleros quienes venden sus productos a grandes empresas arroceras y de palma aceitera.
“Muchos de estos terrenos han sido inscritos a nombre de particulares, entonces, lo que estamos haciendo es identificando esas fincas, para ver si han sido inscritas (en el Registro de la Propiedad) o no. El proceso es inscribirlas a nombre del Estado si no han sido inscritas; si lo están, hay que iniciar los procesos legales para pasarlas a nombre del Estado”, aseguró Jiménez.
Esta será una lenta travesía que supondrá un proceso legal con cada uno de los dueños, comentó Marco Castro, de Marviva.
“Hay que decirles (a los agricultores): ‘Mire, señor, usted está haciéndolo mal. Tiene una sección de manglar, no la está protegiendo, entonces vamos a ‘meterle cuchilla’ y su lote ya no la incluye”, aseveró el representante de la organización no gubernamental.
El funcionario agregó: “Apoyamos a Acosa dándoles herramientas, información, para que puedan tomar decisiones rápidamente y presenten los casos necesarios ante la Contraloría (General de la República), la Procuraduría (General de la República) y fiscalías, para ver, cuando sean requeridos, los procesos de lesividad, es decir, de recuperación de tierras del Estado”.
Muchas de esas tierras ya se dedicaban antes a otras faenas como la explotación bananera y de cacao, pues Osa siempre ha sido un cantón muy activo desde el punto de vista agrícola.
Este programa entre Marviva y Acosa es financiado por el Primer Canje de Deuda por Naturaleza Estados Unidos-Costa Rica, iniciativa administrada por la Asociación Costa Rica por Siempre.
En la iniciativa se han invertido ¢117,6 millones en dos etapas (¢42,6 millones en la inicial y ¢75 millones en la segunda), confirmó Adolfo Artavia, oficial de conservación de la Asociación Costa Rica por Siempre.
Arroceros: "No nos consideramos responsables de esta situación".
Alexánder Mendoza, director de Investigación y Transferencia Tecnológica de la Corporación Arrocera Nacional (Conarroz), afirmó que el actual deterioro del humedal se debe a la histórica tradición agrícola de la zona y no a la actividad arrocera actual.
Según dijo, el daño ambiental empezó desde que se instaló en el Pacífico la Compañía Bananera de Costa Rica (1938) y, más adelante, con una infructuosa siembra de madera del tipo melina por parte de la firma Stone Forestal.
“Fue la actividad bananera la que definió el área agrícola en esa zona. ¿Si deforestó? Sí, es cierto, y en ese momento no se sancionó nada. A partir de allí, otros cultivos han venido a usar esas tierras que estuvieron deforestadas”, enfatizó.
El ingeniero agrónomo, quien tiene un doctorado en Producción Agrícola Sostenible, expresó que no es solo la agricultura la actividad que ha venido en detrimento del humedal.
“En muchos casos, el borde de los ríos no ha desaparecido porque el dueño lo deforestó, sino porque el cauce, por sí solo, ha ido ampliándose por inundaciones, por arrastre de sedimentos, por llenas muy fuertes. También por el transporte fluvial; a veces usan embarcaciones exageradamente grandes, con motores muy grandes, que generan fuertes oleajes y, al impactar los bordes del río, se van comiendo la tierra”, exhortó.
No obstante, Mendoza afirmó que los 15 productores de arroz que se ubican en el lugar están en disposición de emplear prácticas amigables con el ambiente.
De esa totalidad, confirmó, solo tres son dueños de la tierra. Los otros 12 alquilan las fincas a sus propietarios.
El representante de Conarroz explicó que los productores de Osa trabajan basados en el modelo de la Corporación, que busca reducir la carga de agroquímicos, sustituir los químicos por control biológico y hacer un manejo diferenciado de fertilizantes.
Incluso, amplió, la semana anterior visitó la región y se reunió con algunos de los agricultores. Aseguró que están dispuestos a emprender acciones para recuperar el humedal.
"Hay un compromiso, lo seguiremos asumiendo. No nos consideramos responsables de esta situación. Hay mucho que mejorar y queremos ser parte de eso”, concluyó Mendoza.
Por su parte, Carlos Martín Zamora, director ejecutivo de la Cámara Nacional de Productores de Palma (Canapalma), dijo que, por el momento, no saben cuántos de los productores asociados a su representada cuentan con fincas agrícolas dentro del humedal Térraba Sierpe o en sectores aledaños a este.
"Debo indicarle que hasta en este año estamos realizando una encuesta de campo para ubicar las fincas y referenciarlas exactamente, ya que no contábamos con esa información. Por lo tanto, no sabemos cuántos (agricultores) podrían estar en esa situación", respondió el jerarca.
Según comentó Zamora, desde hace varios años, tanto la Cámara como las grandes industrias que compran los productos de sus asociados, han procurado mantener una política de siembra responsable con el embiente.
"Lo que significa que se ha orientado al productor en la necesidad de protección no solamente de humedales, sino de cuencas hidrográficas y de acuíferos, así como la de zonas de bosque primario", concluyó Zamora.