A las ballenas jorobadas que visitan el Parque Nacional Marino Ballena, en Osa, les gusta estar en aguas cálidas y poco profundas.
Así lo observaron operadores y guías de turismo, gracias al proyecto de monitoreo que realizan desde hace tres años.
Esta es una iniciativa de la Asociación de Operadores Turísticos (Asotu) y la Asociación de Guías del Parque Nacional Marino Ballena, con apoyo de las organizaciones Geoporter y Fundación Keto.
“En el área de crianza que usan las ballenas jorobadas, Costa Rica es el país que tiene la temperatura superficial más alta (entre 27 °C y 28 °C). Se cree que esto tiene beneficios para la cría, porque se va a desarrollar más rápido que si está en aguas más frías”, explicó José David Palacios, de Fundación Keto.
El biólogo Palacios agregó: “Aunque tienen que nadar un poco más para llegar a Costa Rica, lo prefieren porque tienen beneficios mayores para la cría”.
El monitoreo dio otro resultado: los sitios preferidos por las ballenas están entre los 20 y 50 metros de profundidad e incluso definen cuál utilizar, según su comportamiento.
“Es común encontrar los grupos de madres con cría en aguas poco profundas (entre 20 y 25 metros), mientras que los grupos competitivos de machos prefieren estar entre 30 y 40 metros”, destacó Palacios.
El seguimiento también ayuda a conocer cuántas ballenas visitan el parque nacional al año. En el 2013, un centenar de jorobadas de ambas poblaciones (norte y sur) llegaron a esta área protegida.
“Lo que registramos es solo una fracción de lo que pasa en realidad, ya que al día estas ballenas pueden desplazarse entre 50 y 70 kilómetros”, declaró Palacios y añadió: “Pero con la cantidad de individuos, uno hace modelos. Calculo que, de la población del sur, nos llegan entre 300 y 400 individuos al país”.
Ahora, el monitoreo no solo da cuenta de las ballenas. Gracias a este, los guías y boteros reportaron la presencia de delfines de dientes rugosos, falsas orcas, ballenas de bryde y tortugas carey.
Uso de información. Cada vez que salen al mar, los guías y boteros toman datos como nombre de la especie que se avistó, hora de observación, tamaño del grupo de animales, si hay presencia de crías o juveniles, así como el punto cardinal hacia donde se dirigían.
Este año ya incorporaron el registro fotográfico, ya que la cola de las ballenas es como su huella digital y esto ayuda a identificarlas.
“Queremos conseguir más equipos para darles a los guías y así tener más información en la base de datos”, manifestó Palacios.
Esos datos se utilizan para definir rutas y planificar la operación turística .
“Nos indican los lugares donde es más fácil ver ballenas, por lo que gastamos menos combustible. Antes, los recorridos eran de 70 o 80 kilómetros, ahora son de 35 o 40 kilómetros”, dijo Fernando Guerrero, de Asotu.
Ellos no son los únicos beneficiados. La información se comparte con los guardaparques.
“Son herramientas para hacer una planificación estratégica más adecuada. Al conocerse los sitios preferidos por las ballenas, entonces, se puede invertir más en control y protección en esos sectores”, expresó Guerrero.
Desde 2009, se están tomando datos sobre actos ilícitos dentro del área marina protegida. “Tenemos geolocalizados los lugares donde se han puesto líneas o trasmallos y esto también puede ser de utilidad a los guardaparques”, destacó el guía de turismo.
La información también se comparte con los investigadores de la Fundación Keto y la Asociación Ambiental Vida.
“El que los operadores turísticos estén involucrándose, tiene muchos beneficios. Hacer investigación es costoso, pero si ellos recolectan datos, la base de información va creciendo en beneficio de todos”, destacó Palacios.
Los primeros resultados del monitoreo se presentaron ante el comité científico de la Comisión Ballenera Internacional (CBI).