Alemania e Inglaterra, a través del NAMA Facility, aportarán siete millones de euros (unos $7,66 millones) a partir del 2017 para ayudar a cafetaleros ticos a lidiar con el cambio climático.
Según Andrea Meza, directora de la Dirección de Cambio Climático (DCC) del Ministerio de Ambiente y Energía, el dinero financiará el escalamiento del proyecto piloto, que ya tiene dos años implementándose, para así alcanzar a un mayor número de productores y beneficios.
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Ese escalonamiento se prevé inicie con 6.000 productores, 50 beneficios y 25.000 hectáreas, que representa el 20% del sector. "Esa es la base. El escalonamiento dependerá de cómo estén los resultados y las demandas que tenga el país", comentó Gustavo Jiménez de la agencia de cooperación alemana GIZ, entidad ejecutora de los fondos del NAMA Facility.
Las acciones de mitigación nacionalmente apropiadas (NAMA, por sus siglas en inglés) son un mecanismo de financiamiento creado en el marco del Protocolo de Kioto, instrumento que forma parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
En los NAMA, los países diseñan un plan de reducción de emisiones de carbono y medidas de adaptación al cambio climático por sector productivo o industrial. En el caso del NAMA Café, esta es una iniciativa impulsada por el Ministerio de Ambiente (Minae), el Ministerio de Agricultura (MAG) y el Instituto del Café (Icafé).
Piloto. En 2014, Costa Rica fue el primer país al que se le financió un NAMA para agricultura. Para ello, se contó con $1,2 millones aportados por el Fondo Multilateral de Inversiones del Banco Interamericano de Desarrollo (Fomin-BID), dinero que fue ejecutado por Fundecooperación.
Ese dinero sirvió para diseñar un proyecto piloto que, en un principio, involucró a 800 produtores y 10 beneficios de café. Entre las medidas que se probaron estaban el manejo de aguas residuales, el uso de desperdicios agrícolas como 'combustible' para hornos de secado y modificaciones en la técnica de aplicación de fertilizantes, entre otros.
A la fecha se han capacitado más de 500 productores y 300 técnicos o extensionistas tanto del MAG como del Icafe. También, unos 38 beneficios están midiendo su huella de carbono y siete de ellos están haciendo lo mismo con respecto a su huella hídrica.
Segunda etapa. Con los fondos del NAMA Facility, el proyecto está listo para iniciar una segunda etapa que, aparte de ampliar el número de beneficiarios, incluye dos componentes adicionales: transferencia de tecnología y posicionamiento del café costarricense en mercados de interés.
En cuanto a la transferencia de tecnología, y según Jürgen Popp quien es director residente de GIZ en Costa Rica, se está en conversaciones con el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE).
"Ese dinero ayudará a que los bancos del sistema nacional puedan habilitar líneas de crédito específicas para promover la adopción de mejores tecnologías", aclaró Meza.
Según la directora del DCC, también se está en conversaciones con Banca para el Desarrollo para que apoyen a los productores en el acceso a esas nuevas líneas de crédito.
"Muchas veces está el dinero, pero no siempre los productores logran armar una propuesta de proyecto que sea sujeto de crédito. Ese fortalecimiento de capacidades forma parte de lo que venimos haciendo", explicó Meza.
En lo comercial, el NAMA Café pretende apoyar en el mercadeo del producto, mejorar el etiquetado para comunicar a los consumidores que ese producto tiene huellas de carbono, hídrica y tóxica (relativa a fertilizantes y plaguicidas) que son bajas y también se pretende facilitar alianzas que permitan incursionar en mercados diferenciados.
"En los últimos años, los micro beneficios han crecido en Costa Rica. Ese mismo fenómeno lo vemos en Alemania con los pequeños tostadores. Esto representa una oportunidad de alianza", ejemplificó Jiménez.