Santiago, Chile. Las adaptaciones que presentan las aves migratorias para llegar a destino ya las quisiera cualquier deportista de alto rendimiento, en especial en maratones o triatlón.
La opinión viene de quien conoce las hazañas que anualmente realizan estos animales. Se trata de Juan Navedo, responsable del Bird Ecology Lab de la Universidad Austral (UACh) y quien lideró un estudio internacional sobre el tema publicado recientemente en la revista Scientific Reports.
Estas viajeras, especialmente las playeras migratorias como los zarapitos de pico recto ( Limosa haemastica ), a pesar de someter su cuerpo a una actividad física intensa y prolongada, son capaces de prepararse fisiológicamente para prevenir el llamado “daño oxidativo” que se produce tras un esfuerzo continuado, tanto a nivel celular como en tejidos, en cualquier animal. Esto, como consecuencia del aumento de radicales libres o la disminución de antioxidantes.
Para hacer la investigación, Navedo y su equipo capturaron aves en distintas bahías de Chiloé en varios momentos de su estancia de seis meses en la isla, pero el análisis se centró especialmente en febrero, cuando se preparan para el desafío, y marzo, el momento que inician el viaje.
El zarapito de pico recto realiza una migración sin paradas desde el sur de Chile hasta las Grandes Llanuras de Norteamérica, situadas a una distancias de más de 10 mil kilómetros una de otra.
“Sabemos que sobrevuelan el Océano Pacífico a varios kilómetros de altura, sobrevuelan México, siguen volando hasta llegar a su destino en Estados Unidos hasta el límite con Canadá”, detalló Navedo.
El monitoreo reveló que, a medida que se acercaba la fecha de iniciar su migración, las aves redujeron los niveles de sustancias que reaccionan con el oxígeno y, en cambio, aumentaron los antioxidantes en su sangre.
“Es muy probable que sean capaces de incorporar algunos antioxidantes presentes en grandes concentraciones en algunas presas concretas. De ser así, descubrir cuáles son estos alimentos podría tener aplicaciones muy relevantes, incluso en la alimentación de los seres humanos”, aseguró.
Con el tiempo justo
Los científicos también observaron que durante el período de preparación, las aves aumentaron su peso en alrededor de 30% respecto del mes de enero, debido a la pérdida de grasas e incremento de la masa muscular, especialmente en las alas y el corazón.
La partida normalmente no se prolonga más allá de una semana, ya que buscan que haya viento a favor durante toda la ruta entre hemisferios.
Dado que estas aves se preparan durante febrero y marzo, cualquier actividad que repercuta negativamente en las áreas donde se alimentan y, más en concreto, que reduzca el tiempo que dedican a alimentarse o provoque gastos energéticos adicionales, afecta negativamente su capacidad de completar exitosamente el desafío.
Entre estos factores, Navedo mencionó en especial la presencia de perros asilvestrados y domésticos, la que a su juicio debe ser regulada estrictamente en las áreas con presencia de estas aves. GDA/El Mercurio/Chile