Aunque habituadas a un clima cálido y costero como el guanacasteco, cada vez es más común observar aves del bosque seco en el Valle Central.
Ese fue el caso de dos mosqueros y un chorchín que se dejaron ver en la ciudad a inicios de año durante el II Censo de Aves del Valle Central, actividad organizada por la Unión de Ornitólogos de Costa Rica y Fundazoo, cuyos resultados se dieron a conocer recientemente al público.
Se trata del copetón crestipardo ( Myiarchus tyrannulus ) que mide 19 centímetros y ostenta una cresta corta y despelucada.
Este mosquero vive tanto en los bordes de los bosques secos como en los manglares del Pacífico Norte y Pacífico Central.
Un tanto más pequeño, el copetón de Nutting ( Myiarchus nuttingi ) también habita esas zonas, al igual que el chorchín ( Icterus pustulatus ) cuya cabeza naranja destaca entre las ramas de los árboles desperdigados por la sabana guanacasteca.
“Las aves son posiblemente el mejor bioindicador debido a que son relativamente fáciles de identificar y contar en comparación a otros grupos de animales.
”La llegada de aves de zonas abiertas y bosque seco a sitios donde antes no se observaban es un indicador de que se está perdiendo la cobertura boscosa que mantenía a estas aves fuera del Valle Central”, explicó Luis Sandoval de la Unión de Ornitólogos de Costa Rica.
Censo. Durante un día de observación, los biólogos y observadores de aves registraron 4.398 individuos de 189 especies.
Este es el segundo año que se realiza este conteo. El año pasado participaron 16 personas que recorrieron nueve rutas y reportaron 3.115 individuos de 172 especies.
Este año, los 29 ornitólogos recorrieron once rutas y reportaron 13 especies nuevas para este valle que ingresaron a la lista de la Unión de Ornitólogos de Costa Rica.
Para Sandoval, una de las especies más interesantes de ver fue el cardenal ( Piranga leucoptera ), por ser una especie poco común en las faldas de los montes que colindan con la vertiente del Caribe.
“Y posiblemente es el primer registro para esta especie al interior de Valle Central”, dijo el biólogo.
Aparte de los dos mosqueros, el chorchín y el cardenal, los otros nuevos reportes fueron: el pato real ( Cairina moschata ), el cigüeñón ( Mycteria americana ), el pato aguja ( Anhinga anhinga ), el chocuaco ( Cochlearius cochlearius ), el chorlito ( Charadrius vociferus ), el colibrí ( Hylocharis eliciae ), el tucán pico arcoiris ( Ramphastos sulfuratus ), el trepador ( Lepidocolaptes souleyetii ) y el mosquero Rhynchocyclus brevirostris .
Monitoreo. Para Sandoval, estos censos son relevantes porque permiten monitorear los cambios que sufre la avifauna a largo plazo debido al desarrollo urbanístico, la reducción de hábitat y la contaminación en el Valle Central.
“La idea con estos monitoreos es darse cuenta cuando se están reduciendo algunas poblaciones de aves y otras se están incrementando, y con esto hacer campañas para sembrar árboles frutales o proteger algunos remanentes de bosques, charrales y cafetales con sombra que quedan dentro del valle”, destacó Sandoval.
En el caso de los resultados de este segundo censo, se demostró lo importantes que son los árboles y la vegetación en la ciudad.
“Con estos datos queda demostrado la importancia de los parches de bosque, los cafetales, los parques urbanos, los charrales y demás remanentes de hábitats naturales para la conservación y ocurrencia de muchas especies de aves al interior del Valle Central”, dijo Sandoval.
Asimismo, el ornitólogo agregó: “Para algunos individuos migratorios que utilizan estos parches de vegetación, la destrucción de los mismos posiblemente los va afectar negativamente, ya que muchos llegan en busca de alimento y si no están los sitios donde iban, pues se va a afectar su sobrevivencia”.