El volcán Poás se ha convertido en un interesante laboratorio para la exploración espacial. El lago interno de su cráter, conocido como el lago Caliente, podría guardar información clave sobre la vida en Marte.
Dicho lago tiene condiciones tan extremas que podría pensarse que sería casi imposible que allí existiera vida tal y como la imaginamos. Sin embargo, sí hay bacterias, de esas que pueden adaptarse a condiciones muy difíciles.
Lo anterior podría dar pistas sobre cómo fue la vida en el Planeta Rojo en sus orígenes, cuando había sitios similares a los vistos en el lago Caliente.
Un estudio conjunto, liderado por la Universidad de Colorado en Boulder, Estados Unidos, con la colaboración de la Red Sismológica Nacional (RSN) y el Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), comprobó la existencia de un tipo de bacteria.
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Esto causa la sorpresa de muchos científicos. Según Guillermo Alvarado, geólogo de la RSN, las características de ese lago son casi imposibles para la vida, por el grado de acidez y las temperaturas cambiantes, las cuales pueden llegar a niveles que la gran mayoría de especies no resistiría.
"Cuando hablamos de acidez, esta se enumera de 0 a 14, donde 0 es el nivel más ácido. Y este lago tiene un nivel de 0, es decir, no es apto para la vida que tal vez nosotros podamos imaginarnos, y es sumamente caliente, pero con temperaturas cambiantes. Sin embargo, sí hay vida ahí, de microbios que no se ven a simple vista, pero que resisten estas condiciones así de extremas", detalló Alvarado.
Las conclusiones del estudio, publicado en la última edición de la revista Astrobiology, indican que este lago del Poás tiene una acidez 10 millones de veces mayor a la que tiene el agua de tubo.
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El documento también describe esta porción del Poás como "un ambiente hostil con aguas en las que su temperatura puede variar de forma salvaje en cuestión de horas, y canales de magma que fluyen frecuentemente, pero que pueden tener erupciones semejantes a las de un géiser".
Los investigadores hallaron especies de bacterias muy específicas del género Acidiphilium, un grupo de microoganismos que otros científicos han hallado en ambientes extremos, como drenajes de líquidos tóxicos y minas de carbón.
Brian Hynek, del Laboratorio de Ciencias Atmosféricas y Física Espacial de la Universidad de Colorado y coordinador de la investigación, explicó a la prensa: "Aún en un ambiente extremadamente difícil puede haber vida. Marte tenía un ambiente así de extremo en su historia temprana, posiblemente no veamos una biodiversidad muy grande, pero sí vida".
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"No es poco común encontrar un ambiente como este en el que no haya vida del todo, podría decirse que los volcanes se esterilizan a sí mismos, pero encontrar solo un tipo de organismos y no una comunidad diversa, como nos pasó a nosotros, sí es muy muy raro", aseveró Hynek.
No obstante, Alvarado indica que recolecciones de muestras anteriores sí han visto mayor variedad de microorganismos.
"Hay organismos llamados extrófilos que viven en ambientes extremos: en altas temperaturas, alta acidez, alta presión o sin oxígeno. En muestras anteriores en ese mismo lago hemos visto otros microorganismos, pero el ambiente ahí es muy dinámico, esto nos dice que a veces puede haber unos organismos y otras veces otros", puntualizó el especialista tico.
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Una expedición que recrea tierras marcianas
Dado que aún no se tiene la tecnología ni el conocimiento suficiente para que astronautas viajen a territorio marciano, una de las formas en las que la ciencia estudia cómo podrían ser las condiciones en Marte es a través de espacios en la Tierra que reúnan las características de cómo es o cómo pudo haber sido el Planeta Rojo.
En este sentido, el volcán Poás ha sido estudiado como un lugar alterno muy similar a la superficie marciana en sus inicios, debido a sus condiciones volcánicas, termales y de posible presencia de agua cerca de formaciones volcánicas.
"De hecho, en el planeta Marte se ha comprobado la existencia de muchas fuentes termales y fumarolas ácidas, extintas hace muchos millones de años, que pueden ser la llave para los comienzos de la vida en los planetas, e incluso todavía pueden existir indicios fósiles y quizás aún vivos de esa vida microscópica, por eso es importante estudiar ambientes similares en la Tierra", enfatizó Alvarado.
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¿Qué hicieron los investigadores en el lago del cráter del Poás? En noviembre de 2013, una expedición de la Universidad de Colorado recolectó muestras de lago (del agua y de la tierra alrededor) y buscó el ADN de posibles organismos.
Allí se encontró la presencia de bacterias del género Acidiphiliium: Acidiphiliimum angustum, Acidiphiliimum rubrum y Acidiphiliimum ophilus.
Esto da a entender que muy posiblemente bacterias de este tipo pudieran vivir en Marte en sus inicios y tal vez pudieron extenderse durante varias generaciones.
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Para recolectar estas muestras, los científicos utilizaron los mismos instrumentos y la misma metodología de la misión MAVEN (sonda de la NASA que estudia la atmósfera marciana).
De acuerdo con Alvarado, esto les permitirá a los científicos realizar comparaciones de lo que se encuentre en Marte con lo que ya se ha visto en estos sitios en la Tierra.
¿Qué sigue? El especialista costarricense indica que los científicos de la Universidad de Colorado quieren regresar para realizar más estudios en conjunto.
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"Los extremófilos ( peces, bacterias, virus o parásitos en ambientes extremos) son una gran área de investigación en este momento y ya se demostró que Costa Rica tiene terrenos fértiles para encontrarlos", afirmó Alvarado.
"Los extremófilos y sus enzimas están siendo utilizados en procesos de protección del medio ambiente, ya que tienen capacidad de captar metales pesados que pueden ser letales para la fauna silvestre y la salud humana. Además, estos organismos son importantes por su extenso potencial genético y biotecnológico debido a la amplia diversidad que presentan", agregó.
Para Alvarado, esta es una gran oportunidad para la ciencia nacional, pues los investigadores extranjeros no vienen a Costa Rica simplemente para utilizar el Poás –u otros volcanes– como laboratorio de campo, sino que vienen a hacer ciencia colaborativa junto con especialistas costarricenses.
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