Utilizar repelentes ultrasónicos o tan solo variar la velocidad de inicio de la planta eólica, son medidas propuestas por biólogos para mitigar el impacto que causan las turbinas en los murciélagos.
La preocupación surge por la necesidad de conservar estos mamíferos alados, los cuales brindan servicios ambientales como eliminación de insectos que podrían ser plaga para cultivos, polinización de plantas y dispersión de semillas.
"Nadie está en contra de las eólicas. En muchos sentidos, esta es una mejor forma de generar energía eléctrica. Sin embargo, a partir de estudios realizados en Estados Unidos y México, estas plantas tienen un impacto directo en aves y murciélagos. Lo positivo es que se pueden tomar medidas para disminuir la afectación", comentó Bernal Rodríguez, biólogo costarricense quien junto a Luis Eduardo Girón (El Salvador) y Jonathan Hernández (Honduras), investigan el tema en Centroamérica.
Los repelentes ultrasónicos, aparatos que emiten un sonido perceptible solo por murciélagos, se están probando en Estados Unidos y, según Girón, estos han logrado disminuir el impacto entre un 20 y un 50%.
En el 2013, en un estudio publicado en la revista Plos One, investigadores de la organización Bat Conservation International, Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS) y Universidad Estatal Humboldt probaron este tipo de tecnología en Pennsilvania a lo largo de dos años.
"Nuestros resultados sugieren que la emisión ultrasónica en banda ancha podría reducir el impacto en murciélagos al desalentar que se acerquen a la fuente del sonido. Sin embargo, la eficacia de los disuasores ultrasónicos está limitada por la distancia y el área, esto en parte a la rápida atenuación del sonido en condiciones húmedas", se lee en el estudio.
La otra medida para mitigar el impacto de las eólicas es más operativa y tiene que ver con la velocidad de inicio de la planta. "Por lo general, las torres empiezan a operar cuando hay vientos mayores a cuatro m/s. A esa velocidad aún hay murciélagos e insectos, pero si se cambia la velocidad de inicio a seis m/s, la mortalidad disminuye porque hay menos presencia de insectos y murciélagos debido al fuerte viento. Se calcula que la pérdida para el parque eólico es apenas de 1%", explicó Girón.
En expansión
Los biólogos están preocupados porque actualmente existen 21 proyectos eólicos funcionando en cinco de los siete países centroamericanos. Según Girón, esos parques generan unos 848 megavatios anualmente. En México, por ejemplo, los científicos han reportado 50 fatalidades de murciélagos por megavatio generado y en Puerto Rico, este cálculo es de 11,8 fatalidades por megavatio.
Para los próximos cinco años, según Girón, se espera que el número de proyectos eólicos aumente a 61 en la región. "Existe una línea de vientos alisios desde Oaxaca en México hasta Panamá y es precisamente ahí donde se desarrollan los proyectos eólicos. Por esa razón, la solución al problema también debe ser abordada regionalmente", manifestó.
De hecho, los biólogos están estudiando la ubicación de estos proyectos para después identificar el tipo de biodiversidad que existe alrededor de estos.
En Centroamérica, la biodiversidad de murciélagos asciende a 140 especies. "Este es el sitio en el mundo donde más géneros hay", destacó Girón.
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Afectados
Si bien se desconoce exactamente por qué los murciélagos chocan contra las turbinas, se manejan varias hipótesis.
Una de estas es que las estructuras verticales, como los edificios, suelen ser puntos de reunión para estos animales. Asimismo, los murciélagos utilizan las corrientes de aire en el sobrevuelo y las turbinas podrían estar en su ruta de vuelo.
"También se cree que las torres, debido a su color y luces, atraen insectos y estos constituyen el principal alimento de algunas especies", explicó Girón.
Según Rodríguez, tampoco se sabe si la mortalidad se debe al impacto mecánico contra la turbina (golpe) o a un barotrauma, el cual implicaría un cambio en la presión que provoca que los pulmones colapsen.
Se calcula que 500.000 murciélagos mueren anualmente debido a plantas eólicas en Estados Unidos y Canadá.
"Estos países son hogar de 63 especies en comparación con las 380 especies que viven en Latinoamérica y el Caribe, por lo que la magnitud del problema en la región podría ser significativamente mayor", manifestó la Red Latinoamericana y del Caribe para la Conservación de los Murciélagos (Relcom) en una propuesta para reducir el impacto de las eólicas en estos animales.
Estudios realizados entre el 2012 y el 2015, en Norteamérica, reportan afectación por eólicas en nueve familias de murciélagos. Seis de esas familias también se encuentran en Centroamérica, la mayoría de estas corresponden a insectívoros y solo una es tanto frugívora como nectarívora.
En Canadá, Estados Unidos y México, las especies más afectadas son el murciélago gris (Lasiurus cinereus), el murciélago colorado (Lasiurus borealis) y el murciélago canoso (Lasionycteris noctivagans). Todos migratorios.
De acuerdo con proyecciones realizadas a partir de modelos poblacionales, investigadores observaron que la mortalidad derivada de las turbinas eólicas podrían reducir drásticamente el tamaño de la población del murciélago gris en Estados Unidos y con ello, incrementar el riesgo de extinción.
Esto debido a que estos mamíferos tienen una baja tasa de reproducción y, ante la pérdida de individuos, a la población se le dificulta recuperarse para así mantener un número estable que perpetúe a la especie.
Este estudio, publicado en la revista Biological Conservation en febrero del 2017, contó con la participación de investigadores del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, la organización Conservation International, American Wind Wildlife Institute y universidades tanto en Estados Unidos como en México.
En este caso, la investigación se enfocó en migraciones latitudinales. En Centroamérica, y según Rodríguez, también valdría la pena analizar los desplazamientos altitudinales (de zonas altas a bajas o viceversa).
Para Rodríguez, no necesariamente la situación que se vive en Canadá, Estados Unidos y México sucede en el istmo. Sin embargo, los datos sí alertan sobre una problemática que aún debe profundizarse en Centroamérica, dado que la región no cuenta con datos y, ante la perspectiva de expansión, esa información podría favorecer buenas prácticas entre los operadores eólicos para "enverdecer" aún más su proyecto.
Oportunidad para investigar
En este sentido, los biólogos se ponen a disposición de los operadores para investigar el impacto de los proyectos eólicos en las poblaciones locales de murciélagos y así brindar recomendaciones específicas.
Igualmente, los datos generados a partir de estos estudios servirían para elaborar un manual de buenas prácticas para la región. Si bien ya existe uno, este es una adaptación para Latinaomérica de un manual elaborado para Estados Unidos.
De hecho, Relcom recomienda emprender acciones como:
- Impulsar la investigación para conocer las especies afectadas, así como sus rutas de migración y su estado de conservación.
- Investigar para establecer criterios científicos para la aplicación de acciones de mitigación.
- Desarrollar guías específicas para evaluación de especies por país.
- Implementar un manual de buenas prácticas y estimular la certificación de empresas eólicas que lo ejecuten.
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Una vez se tenga ese mapa, se podrá evaluar el estado de conservación de las especies.
También es necesario establecer rutas de migración. "Aunque estudiar migraciones es bastante complejo, porque a veces solo migran machos o solo hembras, en otros casos solo se desplaza una parte del grupo y la otra se queda en la cueva", explicó Rodríguez.
El biólogo señaló que también se necesita conocer el por qué estos animales migran. "Si es por fenología (cambios estacionales), siguiendo algunos frutos o insectos para alimentación o si es por razones reproductivas", dijo.
Lo otro que sigue siendo un misterio es cuánta distancia se desplaza un murciélago. Técnicamente, esto presenta un obstáculo. Los radios de telemetría requieren que el animal sea de cierto tamaño para ser detectado y en Centroamérica existen especies que son muy pequeñas.
Actualmente hay investigadores en el mundo que están experimentando con señales satelitales y polvos ultravioleta. Esto último consiste en rociar con estos polvos a los murciélagos de cierta cueva y buscar el rastro en cuevas aledañas. "Encontraron evidencia en una cueva a 80 kilómetros de la original, en línea recta", comentó Rodríguez.