Costa Rica es el hogar de cientos de miles de aves residentes y el refugio de temporada de otras tantas que buscan el calor del trópico durante el invierno o van de paso entre Norteamérica a Suramérica.
Sin embargo, el desarrollo urbano y el cambio climático hacen que cada vez se observe menor variedad y cantidad de aves como ocurre, por ejemplo, con el pájaro bobo, el pájaro campana y el pinzón cafetalero.
Esa es una de las conclusiones de un estudio liderado por la bióloga ornitóloga costarricense Viviana Ruiz Gutiérrez, quien es investigadora del Laboratorio de Ornitología de la Universidad de Cornell, en Nueva York, Estados Unidos.
“Lo verde de Costa Rica, la joya nuestra, que es la biodiversidad, nuestra reputación como un país verde, sí la hemos deteriorado con el desarrollo urbano no sostenible y el cambio climático lo ha hecho un poco peor”, indicó la investigadora, en entrevista con La Nación.
La inteligencia artificial (IA) ha sido parte vital de este trabajo. Los investigadores tomaron como principio la eBird, que es una de las bases de biodiversidad más completas en el mundo.
Ruiz introdujo en el país esta aplicación en 2007, cuando hacía su doctorado, y desde entonces se ha nutrido con datos y fotografías de investigadores y turistas especializados en aves. Costa Rica es de los países con mayor información en la base.
“Tenemos una densidad enorme de información que realmente no se ha usado a nivel país”, apuntó la científica.
Inteligencia artificial para estudiar aves
La IA entró al juego gracias a una colaboración con Carla Gomes, quien dirige un centro de computación para la sostenibilidad. Ella impulsa la inteligencia artificial para la conservación de la biodiversidad.
El primer país para el cual se usó esta tecnología es Costa Rica. Posteriormente, se han hecho estudios para otras naciones, o para rutas de aves migratorias, un trabajo que publicó The New York Times.
“Comenzamos con Costa Rica; como yo soy de ahí, mi sesgo era ‘lo primero para el país’”, reconoció.
A través de esta tecnología se han creado mapas de diversidad de aves, pero también para estudiar la “completitud”, un término utilizado para determinar cuáles especies de aves necesita un área para estar “completa”.
La completitud es un concepto que Ruiz acuñó cuando, tras sus estudios en Biología Tropical en la Universidad Nacional (UNA), entró a su doctorado en Ecología Cuantitativa y Ecología Poblacional en la Universidad de Cornell.
Mientras estudiaba, se usaba el término riqueza en biodiversidad, para saber cuántas y cuáles especies había en cada lugar; y de abundancia relativa, para saber cuántos individuos de cada especie hay en dicho sitio.
Ella sentía que algo faltaba: la cantidad de especies que se esperan en determinado ambiente, porque no puede esperarse la misma diversidad en zonas altas o bajas.
“Completitud es una ventaja porque te permite ver cuántas especies hay con relación a las que debería haber en la zona. Un lugar como Osa, con alta biodiversidad, tiene una completitud similar al del Parque Nacional La Amistad que por su naturaleza evolutiva es menos biodiverso”, expresó.
“Si las condiciones ambientales fueran las ideales y tuviéramos todas las especies en un lugar, tendríamos un 100% de completitud, pero tendríamos que deshacernos de la raza humana, entonces por eso ningún lugar tiene un 100%, entonces lo veo cómo un termómetro.
“De todas las especies que podrían estar aquí, ¿cuántas hay? ¿Qué podemos hacer para mejorar la completitud?”, amplió.
Mapas muestran riqueza de especies
La Universidad de Cornell produjo para La Nación tres mapas que ejemplifican cómo está Costa Rica en cuanto a riqueza en especies de aves, pero también en completitud.
El primer mapa es de riqueza. Se observa que la mayoría de las aves está fuera de las áreas protegidas. Por ejemplo, en el Parque Internacional La Amistad (en la zona sur) es baja. Esto no necesariamente obedece a que ese hábitat sea malo, sino porque las zonas altas, por asuntos evolutivos, nunca han tenido una riqueza muy diversa.
Las zonas intermedias tienen mayor diversidad de especies, como las penínsulas de Nicoya o de Osa. En la Gran Área Metropolitana (GAM), el desarrollo urbano está minando esa riqueza.
“El que la riqueza mayor esté fuera de las áreas protegidas nos llama a darle importancia a los parques urbanos y jardines”, destacó Ruiz.
Riqueza de aves en Costa Rica
La mayor riqueza está fuera de las áreas protegidas, hay lugares protegidos con menos riqueza porque las zonas altas difícilmente tienen más especies, las zonas intermedias, que coinciden con las zonas urbanas tienen más
FUENTE: Cornell University || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.
El segundo mapa es el de completitud. Según este, las áreas protegidas tienen un alto nivel de completitud, pero hay algunas en las que se ve más bajo. Esto indica también que hay oportunidad de aumentar la completitud en otras zonas del país a través de la creación de corredores biológicos y de agricultura sostenible.
Completitud de aves en Costa Rica
La completitud es la medida que se usa para saber la proporción de especies que están ahí en comparación con las que deberían estar
FUENTE: Cornell University || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.
El tercer mapa muestra la completitud por diferentes zonas del país. En general, Costa Rica muestra un nivel de completitud alto, pero va disipándose conforme se estudian regiones específicas.
La Gran Área Metropolitana tiene una completitud baja y Liberia también. En el Parque La Amistad la completitud es mayor, aunque también tiene amenazas de cacería.
“Otros lugares que pensamos que están protegidos, donde no tenemos pérdidas de cobertura boscosa, como los manglares de Sierpe, sí tenemos una completitud promedio más baja. Esto puede ser debido al desarrollo agrícola de la zona sur”, manifestó la bióloga.
¿Cómo están las aves en diferentes zonas del país?
Costa Rica, en general tiene completitud alta, pero en la GAM y Liberia, por ejemplo, el desarrollo urbano ha traído abajo este valor. Otros sitios se creían protegidos, pero no lo están, como los manglares de Sierpe, donde hay menos aves
FUENTE: Cornell University || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.
¿Cómo se realizaron estos mapas? Ruiz explicó que se utilizaron “modelos superavanzados”, que nunca se habían utilizado en este tipo de estudios ornitológicos.
La IA se concentró en tres aspectos: las interacciones de un individuo con su hábitat, de las especies entre sí mismas y también ver cuántas especies hay en determinado lugar.
“Se llama deep neural (neuronas profundas) porque ‘aprende’ como el cerebro aprende: viendo múltiples conexiones, probando. A través del machine learning (o aprendizaje por medio de máquinas) se van mostrando datos al programa, y a través de la IA se va diciendo ‘¿qué estoy aprendiendo?, ¿qué puedo predecir?’.
“Hacemos el proceso como mil veces para cubrir la mayor cantidad de variables y de información. Así nos aseguramos de que sea bien, bien robusto”, explicó la científica.
Aves como termómetro de biodiversidad
Una de las mayores razones para estudiar aves es que estas, en sí mismas, son una “alerta temprana” de lo que puede suceder en los ecosistemas.
“Uno puede ver si un lago es sano o no por las aves alrededor. Si uno solo ve zanates, no está bien. Las aves se mueven; si un lugar no llena sus condiciones se van a ir de ahí y no regresan.
“Los árboles pueden tener condiciones pésimas que van a seguir ahí porque no pueden moverse. Las aves sí; se van si no tienen lo que necesitan a su alrededor”, subrayó.
“Hay muchos años de degradación ambiental que pasan antes de que un árbol se muera. Imagínese, todos los pesticidas que vienen de todo el desarrollo agrícola.
“Nosotros podemos ver la degradación en los manglares de Sierpe, aunque esos manglares siguen igual de altos e igual de verdes, la densidad de aves no es la misma. Esto significa que no hay los mismos insectos y la calidad del agua no es la misma”, agregó.
El biólogo ornitólogo de la Universidad de Costa Rica (UCR), Luis Sandoval Vargas, apuntó: “es un indicador del estado de conservación de los diferentes hábitats. Y cambian debido a la influencia de nosotros en cada uno; positivamente, regenerándose o negativamente, cambiándolos por sitios urbanos, agrícolas o industriales”.
Impacto urbano y de cambio climático
Ruiz nació en Heredia, justo en el límite con el cantón de San Pablo. Creció oyendo diferentes tipos de aves en su hogar y en la UNA, donde su mamá daba clases. Ahora, cuando regresa, en medio del cemento, concreto y pocos árboles, dice ya casi no escuchar o ver pájaros.
“Ya en los alrededores no hay fincas de café con árboles, todas son urbanizaciones. Y para mí ver ese efecto, en estos mapas, es algo que duele. Pero si no pensamos cómo hacer urbanizaciones de una forma diferente vemos el impacto del agua en el cemento, por eso es que cada vez que llueve, todo se inunda, porque todo es cemento, ya no hay áreas verdes ni árboles que retengan agua”, destacó.
Plantar árboles nativos de la zona, zacate y más otras plantas nativas devolverá aves, pero también otras especies animales.
Sandoval fue enfático en que no todos los pájaros son de bosque o pueden aparecer en áreas protegidas. Por eso, se necesitan áreas verdes y árboles en todo lugar: bosque, costas, áreas rurales, zonas agrícolas, urbanizaciones y empresas.
“Cuando hablamos de reforestación, no se debe entender únicamente crear bosques, porque hay muchas especies que no viven en bosques (especies que viven en charrales) y están más amenazadas. No solo debemos conservar bosques, también zonas rurales y agrícolas”, aseveró.
Para la bióloga Ingrid Molina Mora, entender esto es trascendental.
“La gente piensa que los parques nacionales están ahí para los pájaros, pero hay especies que lo que necesitan es un charral. Otras son de orillas de río y necesitan cobertura vegetal en las áreas urbanas. Estamos perdiendo muchos ambientes necesarios para la biodiversidad”, acotó.
Las acciones deben comenzar por los gobiernos locales con sus parques, los desarrolladores urbanos que hacen residenciales y los patios de cada persona.
Los entrevistados coinciden en que hay municipalidades, como Curridabat, La Unión o Coronado que tienen sus esfuerzos, pero falta más. Sin embargo, sí hay espacio para la esperanza.
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