En este mes de diciembre, los vecinos de Rancho Quemado, en Drake de Osa, son testigos de una multitudinaria migración de chanchos de monte.
Por razones que los guardaparques aún desconocen, 90 chanchos de monte ( Tayassu pecari ) salieron del Parque Nacional Corcovado y se desplazaron a Rancho Quemado.
“Este tipo de desplazamientos de chanchos de monte es algo que se ha dado históricamente en la comunidad, el último gran movimiento de este tipo fue en 2008, cuando una manada de unos 70 chanchos de monte se estableció por casi tres meses en la comunidad”, comentó Freddy Rodríguez, presidente de la Asociación de Desarrollo Integral de Rancho Quemado.
Sin embargo, en esa oportunidad, los animales fueron víctimas de monteadores.
“Fue muy triste lo que sucedió en el 2008, en ese entonces la comunidad no estaba tan organizada, ni tan sensibilizada en materia de conservación como en este momento. En aquella ocasión, a pesar del esfuerzo de los guardaparques, cada noche se desaparecían dos o tres chanchos y a ese ritmo, tres meses después no quedaba ni uno”, dijo Enrique Ureña, miembro del Comité Comunal de Monitoreo Biológico y emprendedor de la Iniciativa Caminos de Osa.
Y aunque aún existen cazadores, la comunidad de Rancho Quemado se volcó a la conservación y al turismo.
“Ahora, en lugar de salir corriendo a cazar estos animales, como se hacía antes, corremos pero para protegerlos de todos los monteadores. También para tomar fotos y otros datos para nuestro programa de monitoreo biológico comunitario”, señaló Víctor Merella, colaborador de los guardaparques en las tareas de rastreo y monitoreo.
Para Juan José Jiménez, administrador de la Reserva Forestal Golfo Dulce, este espectáculo biológico puede convertirse en una oportunidad de desarrollo que a la vez favorezca la protección de la especie. “La idea es que este evento biológico no sea visto por la comunidad como un problema, sino como una oportunidad para generar empleo e ingresos a través de la llegada de turistas, investigadores y voluntarios”, comentó Jiménez.
Preocupación. No obstante, la preocupación embarga a Jiménez. A como esta migración puede atraer a turistas e investigadores cuyo impacto es positivo en la comunidad, también pueden llegar cazadores locales y otros fuera de península de Osa.
Por ello, guardaparques y vecinos unieron fuerzas.
Por las mañanas, un grupo de vecinos y voluntarios que fueron capacitados en rastreo de huellas, monitorea el área y transmite esa información biológica al equipo que entra en la noche, el cual planifica y ejecuta acciones de control y vigilancia.
Este segundo grupo está conformado por guardaparques y oficiales tanto de la Fuerza Pública como Policía de Fronteras.