Bastó que Christiana Figueres anunciara oficialmente su salida de la Secretaría Ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) para que se dispararan los rumores.
En Costa Rica, algunos deseaban verla como la aspirante presidencial del Partido Liberación Nacional (PLN). Sin embargo, ella descartó esa posibilidad. “A Costa Rica volveré a chinear nietos”, dijo a La Nación .
Luego el cotilleo se centró en la Secretaría General de Naciones Unidas, ya que se desea tener a una mujer liderando esa organización , y el éxito obtenido por Figueres al frente de las negociaciones climáticas el año pasado la situaron como un nombre por considerar como candidata.
“La Secretaría de Naciones Unidas no está dentro de mis planes. Pero hay creciente interés en cambiar dos tradiciones en la Organización de Naciones Unidas (ONU). La primera es que ese puesto sea desempeñado por una mujer. Francamente me parece que ya es hora y estoy segura de que tendremos varias fuertes candidatas para tan importante responsabilidad. Igualmente, hay un creciente interés en que la persona frente a la Secretaría General desempeñe el cargo por un solo término de siete años, en vez de tener la posibilidad de dos términos de cinco años cada uno. Ese cambio también me parece saludable para la institución”, comentó Figueres.
La costarricense aún está ultimando detalles previo a su salida en julio. Lo más próximo será la firma, por parte de los países, del Acuerdo de París . Esto ocurrirá a partir del 22 de abril y concluirá esa misma fecha en el 2017.
¿Cuáles son sus planes? “No me he decidido todavía. Ahorita estoy abocada a resolver cuestiones administrativas para entregar el cargo. En mayo o junio me pondré a pensar en lo que viene”, comentó Figueres.
¿Y su vínculo con Costa Rica? “Yo siempre estoy dispuesta a ayudar en lo que pueda sin ningún vínculo oficial, para eso el país tiene personas muy capacitadas en puestos claves”, indicó.
Fin del ciclo. Figueres asumió el liderazgo del clima en 2010, tras la renuncia de Yvo de Boer luego del fracaso de la cumbre realizada en Copenhague (Dinamarca). Cumplido ese periodo de tres años, ella aceptó renovar por tres años más para darle continuidad al proceso que finalmente culminó con el Acuerdo de París .
En su carta de salida , la tica descartó la posibilidad de otra extensión. “Institucionalmente es saludable que venga un nuevo liderazgo y nuevas maneras de pensar para refrescar. Lo otro es que, con estos seis años, se completa un ciclo muy coherente de sacar adelante una negociación que estaba en el basurero después de Copenhague y elevarla a la altura política a la que la hemos llevado. Ese es un ciclo que ya felizmente concluyó”, manifestó.
El siguiente ciclo, que se iniciará en agosto, consiste en la preparación para la entrada en vigor del acuerdo, prevista para 2020. Estos cinco años servirán para que los países hagan los ajustes necesarios para cumplir con lo pactado. “Ese ciclo debería tener cierta continuidad institucional. Por eso es mejor que venga una nueva persona para que tome la batuta, visione ese ciclo, diseñe la estrategia de apoyo a los países y la ejecute”, agregó Figueres.
Para garantizar ese proceso, y aún sabiendo que no gozaría de sus beneficios, la tica pidió al secretario general de Naciones Unidas elevar el cargo de secretario ejecutivo a subsecretario general.
¿Un consejo para el nuevo jerarca? “No aceptar que algo es imposible. Lo imposible no es un hecho, sino es una actitud ante la vida. Si el reto que tenemos al frente debe ser vencido por el bien común, entonces no queda de otra: hay que hacerlo. Puede ser difícil y podemos no saber por dónde empezar, pero debemos ser valientes y optimistas”.
Balance. Hace seis años, Figueres confesó que asumió el cargo con el objetivo de proteger a las poblaciones más vulnerables ante los impactos nocivos del cambio climático. “La transformación económica y tecnológica es la manera de cumplirlo”, dijo.
¿Lo logró? “Sí, logramos ese primer objetivo, aunque tardamos más de lo previsto. Aunque había trabajado en el tema, no había valorado la complejidad del reto que teníamos al frente porque implicaba una gran transformación y la verdad es que se ha hecho un milagro en estos seis años, porque esta es una transformación radical”, subrayó.
Para Figueres, “lograr ese vuelco político, tecnológico y de capitales fue la parte fácil y podría tomarnos al menos dos décadas, porque implica la transformación del sector energético, forestal, industrial... Eso nos permitirá alcanzar una neutralidad de carbono a nivel global”.
¿Algo de lo que se sienta orgullosa? “El proceso nos permitió darle esperanza a la humanidad. El mundo está lleno de malas noticias y el cambio climático se había convertido en una crisis más, pero se demostró que sí tenemos la capacidad de ayudarnos los unos a los otros. Se demostró solidaridad, empeño, atino y coraje para llegar a una decisión unánime de 195 países que optaron por ayudarse entre sí”, respondió.
“Me llena de orgullo ver que no se dejó a ningún país atrás. La última vez que tuvimos un cambio de esta envergadura fue en la Revolución Industrial y esta dejó a muchos por fuera. La manera en que el Acuerdo de París se construyó fue precisamente para no repetir esa historia y así garantizar que todos las naciones, sin importar su tamaño, se beneficien con esta transformación”, aseguró.