¿Cuáles amenazas enfrentan las especies? ¿De qué manera impacta a la vida humana la pérdida de los recursos naturales? ¿Quiénes son los actores responsables de cuidar el ambiente? ¿Qué debe hacer cada una de las partes para acallar el grito urgente de la Tierra?
Esas son las interrogantes que se planteó un grupo de 120 científicos de todo el mundo, del cual forma parte el costarricense Bernal Herrera, subdirector de la Fundación para el Desarrollo de la Cordillera Volcánica Central (Fundecor).
Las respuestas están contenidas en el Resumen para decisores de la Evaluación de la Biodiversidad y los Servicios Ecosistémicos para las Américas, el primer documento en sistematizar el conocimiento disponible acerca del valor que tienen los recursos naturales en el continente.
Se trata de una indagación realizada entre 2015 y 2018 por la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (Ipdes, por sus siglas en inglés), de la que Costa Rica es miembro.
Dicho movimiento global se reunió en marzo de este año en Medellín, Colombia, y aprobó los hallazgos de la investigación.
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Herrera fungió como uno de los coordinadores del análisis.
Hoy, Día de la Tierra, presentamos un extracto de la entrevista que La Nación tuvo con él, cuando comentó que el informe no solo exalta la relevancia de la naturaleza desde el punto de vista económico, sino que también destaca su influencia en la salud humana, en el modo de vida y en la cultura de los habitantes.
Asimismo, toma en cuenta la cosmovisión de los pueblos originarios de América, aseveró este ingeniero forestal con especialidad en manejo y conservación de bosques tropicales y manejo de recursos naturales.
–¿Cuáles fueron los principales hallazgos de la investigación para el continente americano?
–El informe de Ipbes confirma que la biodiversidad y sus beneficios para las personas son el fundamento de nuestro bienestar, ya que provee comida, agua limpia e identidad cultural a lo largo del continente.
"Esta importancia se acompaña de que las Américas están experimentando una reducción en su diversidad biológica y, por lo tanto, en su contribución a la sociedad, y esta tendencia pone en riesgo la calidad de vida.
"La degradación de la naturaleza amenaza el bienestar, así como la capacidad de los países de alcanzar el desarrollo. Lo positivo es que el reporte sintetiza opciones para enfrentar estos desafíos a través de políticas públicas y otros modelos de gestión integrada de paisajes".
–¿Cuáles son los retos para Costa Rica, puntualmente?
–El informe es de carácter regional y no aborda datos específicos por país. Las tendencias que encontramos a nivel continental, de alguna manera se ven reflejadas en el país, en términos de pérdida de biodiversidad, en términos de que hay amenazas que son constantes en diferentes naciones y a nivel regional.
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–¿Cuáles son esas amenazas?
–Degradación de bosques, pérdida de cobertura de ecosistemas como páramos y manglares, incendios forestales, tala ilegal, sobreexplotación de recursos marinos costeros. De estos últimos ha habido una disminución en años recientes. Sin embargo, el uso de plaguicidas se ha incrementado, hay mayor déficit hídrico asociado al cambio climático. Además, la calidad sanitaria de playas, esteros y ríos, en general, muestra una disminución".
–¿Y cómo se ha visto afectado el país por esos flagelos que golpean a toda América?
–En la pérdida de servicios directos como el agua, tanto en cantidad como en calidad. Esto es particularmente sensible en regiones secas del país.
"La pérdida de madera por incendios forestales o por extracción de especies preciosas de manera ilegal.
"La alteración del balance de los ecosistemas por la reducción de poblaciones de carnívoros ocasionada por la cacería –de mamíferos, sobre todo– y por la sobreexplotación, de peces, principalmente, cuya consecuencia es una sobrepoblación de herbívoros. En este último aspecto, por ejemplo, de erizos en arrecifes, que pueden alterar más el estado del ecosistema.
"A esto se suman la pérdida de la agrobiodiversidad; la resistencia a enfermedades en cultivos, por ejemplo. También una menor productividad agrícola por el aumento de plagas; por ejemplo, ratones en la caña por falta de depredadores naturales.
"También la reducción de la fecundación por pérdida de polinizadores y la disminución de poblaciones importantes para el ser humano".
–El impacto del deterioro de los recursos naturales es uniforme en el continente, pero ya que Costa Rica es uno de los países que más cuida de su biodiversidad, ¿cuáles retos tiene todavía?
–El país ha hecho un gran esfuerzo para conservar su biodiversidad. El sistema de áreas protegidas es prueba de ello. Pero hay espacio para mejorar en algunos retos. Desde mi perspectiva, el reto está en consolidar ese sistema de áreas protegidas, pero está el tema fuera de estas áreas. Costa Rica cuida su biodiversidad pero también debe velar por la conservación fuera de las áreas protegidas.
–¿Y qué se debe hacer para cuidar las especies que están fuera de las áreas protegidas?
–Ahí hay una gran cantidad de biodiversidad. Esta no respeta los límites de las áreas protegidas. El jaguar cruza independientemente de si hay un rótulo. Por eso necesitamos reforzar modelos de gestión integrada del territorio fuera de esas áreas protegidas.
"El reto se encuentra en el diseño de instrumentos que logren la conservación de esa biodiversidad y la valoración de los servicios que presta fuera de las áreas protegidas".
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–¿Pero cómo hacerlo más allá de esfuerzos como los corredores biológicos y la colocación de cámaras trampa que se han hecho, por citar algunos ejemplos?
–Nuestra apuesta es que, mediante el reconocimiento de los beneficios que le presta la biodiversidad a los sectores, entre estos transporte, turismo y agrícola, vamos a poder, realmente, integrar ese valor al quehacer de esos sectores.
"Lo que pretendemos es, a escala de un territorio completo y ya no desde un área protegida, diseñar estrategias que valoren los beneficios que le brinda la biodiversidad a todos los sectores del desarrollo".
–¿Y con cuáles acciones específicamente?
–Si se conocen los beneficios que tiene la biodiversidad en esos sectores, se podrán hacer estrategias en función de cuidar esos beneficios, que pueden ser en salud, financieros, culturales, etcétera.
"Por ejemplo, si yo soy constructor de puentes y tengo cambios en las corrientes de los ríos todos los años por eventos del clima, puedo hacer el puente resistente a estos, con medidas de ingeniería, pero ¿qué pasa si el problema está en que estoy deforestando el bosque cuenca arriba? Pues habrá más deforestación, más sedimentación y, por lo tanto, habrá más impacto cuenca abajo con el puente".
–¿Cuenta el país con iniciativas reales en ese sentido?
–Un ejemplo lo hemos desarrollado con Fundecor en Sarapiquí (Heredia) con el proyecto Sarapiquí Resiliente, donde participan actores como la municipalidad e instituciones como el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG). Se quiere incorporar al sector privado, a propietarios (productores agrícolas o pecuarios).
"Ahí estamos generando modelos de enfoques integrados de paisaje que permitan que la biodiversidad y los servicios ecosistémicos sean parte de los beneficios que perciben los sectores y los medios de vida de las comunidades rurales, incluyendo pagos por servicios ambientales.
"También tenemos un programa llamado Aguatica, cuyo objetivo primordial es proteger las fuentes de agua en las subcuencas de los ríos Grande y Virilla, que son parte de la cuenca del río Grande de Tárcoles. Con este proyecto se estima que habrá 1.173.820 beneficiarios directos (59% de la población de 33 cantones) y un total de 2.300.000 beneficiarios (incluyendo la parte baja de la cuenca).
"En Aguatica colaboran el Ministerio de Ambiente y Energía, la Fundación Crusa, Fundación Femsa, Florida Bebidas, The Nature Conservancy (TNC), Fundecor, la Unión de Asociaciones Griegas por el Ambiente y la Salud (Unaguas), la Empresa de Servicios Públicos de Heredia (ESPH) y el Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA).
"Esto, en el marco de iniciativas novedosas para conservar y restaurar la biodiversidad fuera de áreas protegidas y, a su vez, valorar los servicios ecosistémicos".
–¿Cuáles son las características principales de ese modelo que proponen para cuidar la biodiversidad fuera de las áreas protegidas?
–El modelo es una plataforma inclusiva de gobernanza. Se identifican los cambios en la biodiversidad (amenazas como el cambio de clima). A partir de esos cambios, se diseñan estrategias que consideren cómo esos impactos afectan a los diferentes sectores involucrados.
"Por ejemplo, con el sector agrícola, nos preguntamos cómo el cambio en los bosques podría afectar la disponibilidad de agua para esos agricultores en caso de eventos extremos, como lluvia e inundaciones.
"Y eso se relaciona también con la infraestructura de transporte ante la pregunta: ¿cómo afecta eso las carreteras?".
–¿Entonces cuál es el gran paso a dar? ¿Qué falta por hacer para integrar sectores?
–Se necesita un sistema de monitoreo de biodiversidad que nos diga cómo esta cambia en el tiempo y en las diferentes zonas; por ejemplo, en el bosque nuboso, en el bosque seco, en el bosque tropical, porque no todo se comporta igual.
"Debemos llevar al país al siguiente nivel en conservación de la biodiversidad. Es esa integración de la gestión de la biodiversidad en forma transversal a los sectores del desarrollo. Que todos los sectores comprendan y valoren la importancia de esa biodiversidad en su quehacer".
–¿Cómo cree usted que se usarán en nuestro país los datos recolectados en el estudio?
–Tenemos un estudio, a nivel de consenso, que nos dice que tenemos un problema que va más allá del país y que se refleja a nivel continental. Eso debería ser un instrumento para orientar a la política pública en Costa Rica.
"Este informe está dirigido a todas aquellas organizaciones y tomadores de decisión relacionados con el diseño de políticas públicas vinculadas con la biodiversidad y servicios ecosistémicos.
Sin embargo, también es un llamado a que tomadores de decisión de otros sectores vinculados con el desarrollo comprendan las consecuencias sociales y económicas, tanto para su sector como para otros, de las acciones que están tomando y sus efectos, tanto negativos como positivos, sobre los ecosistemas y sus servicios".