El hallazgo de nuevos especímenes marinos en las profundidades de las aguas del Pacífico de Costa Rica, emocionan a un grupo de científicos ticos y estadounidenses.
Una expedición de tres semanas entre la costa de Puntares y los alrededores de la Isla del Coco, permitió a 12 investigadores (seis científicos y seis asistentes), recolectar muestras de especies nuevas o poco estudiadas, que serán analizadas en laboratorios de distintas partes del mundo.
Entre los expertos que partieron el pasado 4 de enero a bordo del buque de investigación oceanográfica Falkor, destacan los biólogos costarricenses Odalisca Breedy y Jorge Cortés, quienes ofrecieron detalles del viaje mediante una videoconferencia, mientras se encontraban a 250 kilómetros de la costa pacífica del país.
En el siguiente video puede observar una de las transmisiones en vivo desde el Falkor, durante una de las exploraciones del fondo marino en Costa Rica:
ROV SuBastian Dive 228 Costa Rican Deep Sea ConnectionsThis is the 17th dive of the #CostaRicaDeep expedition taking place at Seamount 4 near Costa Rica. The team will be taking ROV SuBastian to a depth of 1250m for an exploratory dive. The focus will be on collecting Xenophyophores, sponges, and corals along with other interesting fauna. schmidtocean.org/cruise/costa-rican-deep-sea-connections
Posted by Schmidt Ocean Institute on Wednesday, January 23, 2019
Biodiversidad bajo estudio
Según estima Breedy, la expedición habría permitido identificar entre unas cuatro o cinco especies nuevas de octocorales y muchas especies que ya fueron descritas pero que no se conocían para Costa Rica. A estas se sumarían unas dos especies nuevas de corales negros.
“Hemos recolectado muestras para varios años de trabajo y de muchas de las cosas casi que no hay línea base para empezar a estudiarlas, entonces hay que empezar por ahí (desde cero)”, indicó Breedy, quien es investigadora del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (Cimar) de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Sin embargo, la lista de especies descubiertas durante esta misión, se podría ampliar con las investigaciones que realizan los científicos norteamericanos.
El trabajo de campo finaliza este 27 de enero, cuando está previsto que la embarcación retorne a Puntarenas; posteriormente cada experto dará inicio con los correspondientes análisis de las muestras, lo cual puede tardar muchos años. Finalmente, los resultados de las investigaciones se publicarían en las principales revistas científicas del mundo.
“La idea es generar conocimiento nuevo para el país y el mundo”, expresó Cortés, también investigador del Cimar.
Oportunidad de oro
La expedición está a cargo del Schmidt Ocean Institute, una fundación privada sin fines de lucro, fundada en el año 2009 con el objetivo de “avanzar en la investigación oceanográfica, el descubrimiento y el conocimiento, y catalizar el intercambio de información sobre los océanos".
Originalmente, el Falkor fue construido en 1981 en Lübeck, Alemania, como un buque de protección pesquera. Sin embargo, el barco pasó por una extensa reforma desde el 2009 hasta principios del 2012, para finalmente convertirse en un navío de investigación.
La principal herramienta de trabajo es un vehículo operado remotamente (ROV, por sus siglas en inglés), llamado SuBastian, cuya capacidad máxima de descenso operacional es de 4.500 metros de profundidad. El robot descendía todos los días desde las 6:00 a. m. y hasta las 6:00 p. m. para tomar imágenes y muestras.
El estudio inició cerca de la costa, frente a Parrita, Quepos y Herradura, analizando montículos y derrumbes en el margen continental, para avanzar hasta los montes submarinos entre la costa y la Isla del Coco. Estos sitios constituyen ecosistemas de gran interés científico, por ser ricos en metano, que sirve como alimento para gran variedad de organismos.
“A nosotros, como costarricenses, nos interesa mucha conocer estos ciclos que tenemos y comenzar a plantear ideas de cómo protegerlos”, indicó Cortés.
El científico destacó la importancia de que se realicen este tipo de expediciones y la necesidad de aprovecharlas, en vista de las limitaciones económicas que tiene el país para emprender proyectos de esta magnitud.
“Estos son sitios muy difíciles de llegar, cada barco de estos cuesta entre $50 mil (cerca de ¢31 millones) y $75 mil (casi ¢46 millones), lo que significa que aquí en Costa Rica sería imposible armar una expedición de estas”, señaló.