Con la intención de determinar si la “sala de maternidad de pulpos” descubierta en las profundidades del Pacífico de Costa Rica, en junio pasado, continuaría en una época distinta del año, el grupo internacional de investigadores retornó al sitio este mes.
Y así fue. Vieron a hembras poner sus huevos, vieron los huevos eclosionar y a pulpos nacer. De ahí que bautizaron este lugar rocoso en los montes marinos como “La Pulpería”.
Como recordó en una transmisión por YouTube Odalisca Breedy Shadid, bióloga marina costarricense que forma de la expedición, este sitio se encuentra a unos 200 kilómetros de la costa del golfo de Nicoya, en un área de montes submarinos; específicamente en uno llamado El Dorado, esto se encuentra aproximadamente a 2.827 metros de profundidad, esto ya es parte del fondo marino.
Ahí también hay estrellas de mar, esponjas de mar, crustáceos y corales. “La Pulpería” no es un nombre antojadizo, fue pensado por los científicos costarricenses que han estado involucrados en la investigación. La mayoría de ellos provienen de la Universidad de Costa Rica (UCR), pero también hay de la Universidad Nacional (UNA) y del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac).
“Estamos proponiendo este nombre para este lugar ya que en la expedición anterior descubrimos esta guardería de pulpos que no esperábamos. Pero también es un juego de palabras, las pulperías en los barrios de Costa Rica tienen todo tipo de cosas que se venden y este lugar es igual de variado, no solo hay pulpos bebés con sus mamás, hay mucha variedad de vida”, explicó Breedy durante la transmisión.
La expedición se llama Octopus Odyssey (Odisea del Pulpo) y es del Schmidt Ocean Institute de Estados Unidos.
A bordo del barco/laboratorio Falkor Too van decenas de científicos de diferentes países, que se valen de la tecnología para llegar al fondo. Usan un robot que viaja hasta las profundidades, equipado con 18 cámaras de alta resolución para captar lo que sucede, tanto en video como en fotografía.
Además, llevan todo un equipo de iluminación. El biólogo costarricense Jorge Cortés Núñez, uno de los investigadores, precisó que la luz solo penetra los primeros 400 metros debajo del nivel del mar, sin esta iluminación sería imposible ver lo que ocurre.
El robot que es parte del vehículo submarino Subastian (juego de palabras de submarino y Sebastián) es manejado desde la superficie. Tiene brazos con diferentes tipos de herramientas que recogen muestras.
La expedición es transmitida a través de YouTube y del perfil de Facebook del Instituto, para que toda persona interesada pueda seguirla e informarse de la vida en el fondo del mar. Además, diferentes artistas viajan en esta expedición y buscan expresar lo que ven. En junio asistió el argentino radicado en Costa Rica, Carlos Hiller.
¿Qué se sabe de ‘La Pulpería’?
Con la información base reunida en julio, este 11 de diciembre, los científicos tomaron muestras de hembras de pulpo y de sus huevos, que serán estudiadas por la especialista costarricense Fiorella Vásquez y por la estadounidense Lauren Royd. Se evaluará el comportamiento, pero también se buscará determinar si es diferente de la especie que se vio en junio o si se trata de las mismas. También se analizarán sus ciclos de vida.
Como había explicado anteriormente la bióloga marina Wendolyn Matamoros Calderón, en el monte El Dorado hay un “respiradero hidrotermal” o corriente de la cual emana agua a alrededor de 12 °C. Estos son conocidos como “puntos calientes”. Hay dos razones por las cuales este lugar podría ser el favorito de los pulpos. Por un lado, el calor podría hacer que los huevos eclosionen más rápido; por otro, que ese flujo de agua limpia los alrededores.
Para muchas personas, 12 °C puede parecer una temperatura fría en lugar de un flujo de calor, pero según explicó la oceanógrafa Celeste Sánchez Noguera, quien también participó de esa expedición, lo normal en esas profundidades marinas es que la temperatura esté cercana a las 2 °C. Incluso, las tomas de este diciembre dan cuenta de una temperatura de 1,82 °C, por lo que 12 °C sí sería un flujo de agua caliente.
Por esta razón, los científicos recolectan agua, pero también colocan instrumentos que pueden detectar cambios mínimos en la temperatura, para estudiar más a fondo el lugar donde nacen y se desarrollan estas criaturas.
Allí no solo se encuentran los pulpos bebés, también se ven sus madres. Algunas adultas se quedan resguardando tanto huevos como bebés para evitar que depredadores se los coman.
Este camino ya recorrido tuvo varias ventajas para esta nueva expedición. La bióloga Beatriz Naranjo Elizondo comentó que las especies que se observan en este lugar son muy diferentes de las que se encuentran en planicies del fondo marino, como pasa en cualquier lugar de la tierra. Entonces, parte de lo que se pretende es caracterizar las distintas zonas del fondo marino del pacífico costarricense.
Todo el trabajo se remonta a 2002, pues según narró en la transmisión el científico Andy Fischer, de la Universidad de California en Santa Cruz, se hizo una expedición en la que se iban a observar las características del fondo marino. En ese momento no se tomaron muestras, pero se lograron crear mapas de variaciones de la profundidad del agua. Allí nació la hipótesis de que estas corrientes de agua que emanan de los montes marinos podrían ayudar a mantener vida. Para entonces, no contaban con la tecnología que tienen hoy.
Otros trabajos
Esta expedición sirve para otro tipo de trabajos con el ecosistema submarino. En estos días, con la ayuda de robots, los científicos han recolectado muestras de corales, de esponjas de mar, de estrellas de mar, de sedimentos, de rocas y de otros especímenes para estudiarlos más a fondo. También se toman muestras de agua, para analizar las características.
Esto permitirá aprender sobre esa “Costa Rica desconocida” que a miles de metros de profundidad tiene toda una red de convivencia.
Según Breedy, las condiciones en estas profundidades son muy diferentes a las vistas en aguas someras y la variedad tan amplia en especies ahí tiene una razón de ser. Su labor como taxónoma (especialista en clasificar y nombrar especies) consistirá ahora en averiguar qué especies están, averiguar la historia natural y por qué están ahí. Para eso se esperará a tener los resultados de lo recolectado por todos los científicos.
Naranjo también indicó que solo se recolectan las muestras que serán necesarias en la investigación porque la información disponible o es escasa o es inexistente. Por ejemplo, en estas zonas también se ven fósiles de algunas especies ya extintas pero que también albergan vida.
Su compañero, el biólogo Sergio Cambronero, explicó que la operación cuenta con todos los permisos de las autoridades costarricenses, pero como es un ecosistema muy frágil, se procura hacer el menor daño posible y tomar únicamente las muestras que son estrictamente necesarias.
Por su parte, los géologos María Isabel Sandoval Gutiérrez y Marino Protti Quesada utilizarán muestras de rocas y sedimentos para estudiar las características del fondo marino y de sus montes, así como ver las características de la tierra de “La Pulpería”.
Sandoval, quien es micropaleontóloga, indicó que cerca de “La Pulpería” se han encontrado cuatro fósiles marinos de lo cree era un mamífero. Junto con un colega de la Universidad de Pisa, en Italia, trabajan en conjunto; él con el fósil y ella con las rocas cercanas al fósil. Estos podrían tener entre cinco y siete millones de años. También se estudian microfósiles de ballenas picudas.