Lo que trajo desazón a una zona del país, implicó bonanza para otra. El cierre del Parque Nacional Volcán Poás, en abril del 2017, debido a erupciones freáticas, incrementó en un 69% las visitas al Irazú.
Así lo confirma el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac), que en el 2016 contabilizó 203.975 turistas en ese destino cartaginés, cifra que aumentó a 345.830 en el 2017.
El más afectado de la ecuación, el Poás, reportó un descenso de 326.679 personas en el 2016, a 143.933 el año siguiente, para una caída del 56%.
Esto sin mencionar los ¢1.329 millones que ha dejado de percibir el Sinac producto del cierre de ese referente turístico alajuelense, cuya apertura es incierta debido al alto riesgo de erupción.
“Primero hay que analizar el impacto en daños sobre la infraestructura. A partir de ese momento, estamos seguros de que, cuando se abra, el turismo empezará a llegar, porque es el parque que está más cerca”, aseguró Guisselle Méndez, directora técnica del Sinac.
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Según dijo la funcionaria, aunque por el momento la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) no autoriza la apertura por asuntos de seguridad, cuentan con que, cuando llegue la hora de abrirlo de nuevo, la visitación repunte.
“Hay un atractivo final, que es que no se sabe cómo cambió la laguna… ese efecto está claro. Sin embargo, mientras siga cerrado, no podemos saber; es que no podemos ni siquiera entrar a revisar”, agregó Méndez.
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Previsible incremento
El ascenso en visitas al Irazú era de esperarse, pues, al igual que el Poás, esa es una zona de fácil acceso para paseos de un día, sobre todo para turistas nacionales, indicó Méndez
Al comportamiento en la visitación producto del cierre del Poás, se suma la reciente reparación del sendero hacia el sector Prusia, dentro del Parque Nacional Volcán Irazú.
Además del área de cráteres, esa zona representa un gran atractivo para los visitantes, debido a que cuenta con senderos y variada vegetación.
Méndez no precisó la fecha exacta ni el monto de inversión de las obras.
Conciencia en los visitantes
Aunque un sendero revitalizado en el sector Prusia se ha traducido en más turistas, esto ha generado ciertas complicaciones.
“Cuando arreglamos el camino, obviamente, eso trajo mayor visitación. Sin embargo, hemos visto que están llegando personas que no son conscientes de que eso es un parque nacional. Entonces llegan a hacer fogatas y desórdenes”, expresó Méndez.
En ese sentido, la funcionaria enfatizó que es urgente que los visitantes reconozcan las regulaciones de los parques nacionales y de cualquier área protegida.
“Es muy importante que se haga esa conciencia, sobre todo en ese sector (Prusia), que ahorita está siendo clave para nosotros por temas de visitación, y tenemos que empezar a generar una estrategia”, enfatizó Méndez.
Caída estrepitosa
El Poás fue el segundo parque nacional más visitado del país hasta la Semana Santa del 2017, cuando fue cerrado debido a que ingresó en un violento proceso de apertura de sus conductos y liberación de gases tóxicos, piedras y ceniza.
Un total de 281.056 personas frecuentaron ese sitio en el 2015, el cual solamente era superado por el Parque Nacional Manuel Antonio, con 418.041 visitas ese mismo año (a la fecha, este sitio sigue ocupando el primer lugar).
El cierre del Poás ha impactado a muchas familias de la zona, las cuales se dedicaban a brindar servicios en función de la actividad turística que generaba el coloso.
Entre mediados de abril y mayo del 2017, recién pasado el cierre, 21 negocios locales reportaron una caída promedio diaria del 71% en sus ventas, según un estudio de la Universidad Latina.
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Esa misma medición proyectó un impacto de ¢7.100 millones al año, por concepto de ingresos no percibidos, salarios sin depositar, insumos sin comprar, pago congelado de deudas, entre otros rubros.
Ante este panorama, casi un año después del cierre, la directora técnica del Sinac, exhortó a los turistas a seguir visitando la zona y contribuir con el comercio local, aunque no sea posible ingresar al volcán.
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