Atraído por el océano, el activista y surfeador Stuart Coleman se mudó a la costa californiana de Estados Unidos.
Aunque existían buenas olas para practicar surf, la contaminación –causada por el mal manejo de aguas residuales provenientes de las casas ubicadas en la costa de Los Ángeles– estaba enfermando a los surfeadores.
“Los surfos somos los conejillos de indias del ambiente. Contrario a otros deportes, nosotros estamos en el océano y vemos de primera mano cuán contaminado está. También sufrimos las secuelas”, denunció Coleman.
Eso lo llevó a involucrarse con la Fundación Surfrider y junto a esta, lideró una campaña para prohibir la distribución de bolsas plásticas de un solo uso en Hawái, lo cual se logró en julio del 2015.
Costa Rica también busca legislar esta materia y, en noviembre del 2015, los diputados de la Comisión de Ambiente dictaminaron favorablemente un proyecto de ley que prohibiría la entrega gratuita de bolsas plásticas por parte de los comercios a sus clientes.
Para compartir su experiencia y ayudar a identificar nuevos retos ambientales para el país, Coleman está de visita en Costa Rica, invitado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Este viernes, a las 6:30 p. m., se presentará en la Casa del Cuño, en la Antigua Aduana.
“Costa Rica es líder en energía renovable, carbono neutralidad y parques nacionales. Ahora está llamada a liderar la lucha en el océano, empezando por reducir su contaminación por plásticos”, destacó Coleman a La Nación .
Impacto. Según Surfrider, hay 5,25 millones de millones de residuos plásticos en los océanos.
La contaminación ha alcanzado tal punto que hay cinco islas de basura; en una de ellas, Costa Rica cabe 13 veces.
Adicionalmente, al año, se descargan 20 millones de toneladas de residuos plásticos al mar.
“Vivimos en la era del plástico. Cuando los geólogos del futuro examinen las capas de la Tierra van a ver una de plástico. Este es el material más abundante en el planeta. El 8% del petróleo es usado para producirlo, el 4% es usado propiamente en el material y el otro 4% es la energía empleada en su producción”, dijo el activista estadounidense.
Para Coleman, el problema no es el material, sino el uso que se le ha dado. “En Surfrider no estamos en contra del plástico, porque es un material muy útil. Nos enfocamos en combatir el plástico de solo un uso; esos que solo nos duran 15 minutos en la mano y luego tiramos a la basura, como pajillas y bolsas.
”Puede que no lo estemos dimensionando cuando salimos de la tienda, pero ese plástico tiene sus consecuencias sobre la vida silvestre y sobre nuestra salud”, agregó Coleman.
Se calcula que el 90% de las aves marinas del mundo ha ingerido algún tipo de plástico.
“El video de la tortuga con la pajilla en la nariz que se hizo viral aquí en Costa Rica, es tan solo un ejemplo del impacto. El 50% de las tortugas marinas tienen plástico en su estómago”, comentó el activista estadounidense.
También, hay plástico que no se ve a simple vista, pero está allí. Este material no se degrada por completo, sino que se divide en trozos más pequeños, que los animales confunden con comida.
“Se ha hallado plástico desde nivel de microplancton, es decir, desde el alimento básico del océano. Otras criaturas comen ese microplancton y eso magnifica el problema. En el 50% de los estómagos de esos grandes peces hay plástico y, nosotros, las personas, ya nos lo estamos comiendo”, dijo Coleman.
Algunos productos de higiene y belleza poseen microplásticos que terminan en el mar.
Esos microplásticos contienen moléculas que funcionan como disruptores endocrinos (que afectan el equilibrio hormonal del organismo), lo cual tiene secuelas en la salud animal.
Cambio. También hay un impacto económico. Muchas comunidades en Costa Rica, al igual que en Hawái, viven del turismo.
“A nadie le gusta pasar tiempo en lugares contaminados”, manifestó Coleman.
En este sentido, el activista estadounidense recomienda empezar a trabajar desde las comunidades y escalar a nivel de cantones, provincias y país.
Coleman motiva a los surfeadores a involucrarse en la causa y a concientizar a otros desde las playas. Es más, durante su visita al país, se reunirá con surfos en playa Jacó , en Garabito, y simbólicamente, tomarán una ola. “Una ola de cambio”, dijo.
Paralelamente a los esfuerzos de concientización y educación ambiental, el surfeador considera que las leyes sí pueden ayudar a acelerar procesos en favor del cambio que se necesita.