La tierra no solo está en el suelo. Aunque parezca difícil de creer, a varios metros de altura, en las copas de los árboles –especialmente de los más frondosos en los bosques densos– hay tierra.
Y esta tierra es muy rica en vida y ayuda a comprender mejor la biodiversidad. Esta materia orgánica está compuesta por hojas y ramas en descomposición, musgo y partículas del ambiente con una historia muy interesante que contar. Se le conoce como suelos de dosel o dosel arbóreo.
En inglés se le conoce popularmente como “tierra de canopy”. Se trata de ecosistemas ricos en insectos, pájaros, hongos, gusanos y plantas. Y Costa Rica, por sus diferentes bosques en poca extensión de terreno y microclimas, se vuelve un lugar ideal para estudiarlos. Sin embargo, es un terreno poco explorado. Jessica Murray, bióloga ecologista de la Universidad Estatal de Utah, en Estados Unidos, se dio a la tarea de comenzar a llenar los vacíos de investigación.
Ella estuvo durante meses en Costa Rica para recolectar muestras y estudiar los diferentes ambientes donde crece este suelo. Sus estudios los complementó con los de sus colegas que también analizaron los suelos de dosel ticos desde la Universidad Scarborough en Toronto, Canadá, y el Imperial College London, en Reino Unido.
”En este estudio nos propusimos comprender dónde se encuentran estas tierras, dónde son más abundantes, sus propiedades, la forma en la que se desarrollan y evolucionan y si hay diferencias según clima u otros factores de pequeña escala”, manifestó Murray, cuyos hallazgos fueron publicados en la revista Geoderma.
Arriba de más de 30 árboles
Murray escaló más de 30 árboles en seis sitios diferentes de Costa Rica con diferentes patrones de temperatura y de lluvia y distintas manifestaciones de estación seca y lluviosa. Estos sitios estaban en el Área de Conservación Guanacaste (ACG), el campus que la Universidad de Georgia tiene en San Luis de Monteverde, en la Estación La Selva (en Sarapiquí), el volcán Barva, el Parque Nacional Braulio Carrillo y El Valle (en el Caribe).
”Al principio usé binoculares desde el suelo para echar un vistazo rápido, pero fue necesario escalar los árboles para tener una idea clara de lo que allí sucede”, expresó la científica en una entrevista dada a la Universidad Estatal de Texas.
Dentro de sus resultados, Murray halló que las copas de los árboles en los bosques lluviosos son especialmente densas. Estas copas contienen musgo grueso, tierra y una abundancia de plantas que crecen en otras plantas, también conocidas como “plantas aéreas”, ya que sus raíces no están en el suelo.
”Es como si fuera otro mundo ahí en el aire. Las copas de los árboles dan vida a plantas, insectos y animales”, destacó.
Los resultados
¿Qué encontró Murray? Dentro de los hallazgos está que la neblina y los cambios de temperatura son determinantes para diferenciar los cambios de tierras de un punto de investigación a otro, pero también pueden darse diferencias entre los árboles de un mismo lugar, y esto estaría más determinado por la altura de los árboles.
No obstante, también hay noticias no muy agradables. “Nuestros hallazgos revelan que esta tierra es muy vulnerable al cambio climático, si decrece esto podría significar pérdidas en recursos para captura de carbono”, enfatizó.
Además, no es tan fácil recuperar el terreno que se pierda.”
Cuando hablamos de reforestación, no nos ponemos a considerar el tiempo necesario que les toma a los árboles crecer para que sus copas lleguen a la altura necesaria de generar este tipo de tierras. Esto podría tardar décadas en recuperarse”, concluyó.