La accesibilidad en parques nacionales y reservas va más allá de cumplir con lo estipulado en la Ley de Igualdad de Oportunidades para Personas con Discapacidad (N° 7600).
Se trata de hacer valer el derecho a disfrutar de la naturaleza, aprender de ella y respetarla sin distinción de ningún tipo.
“Es una cuestión de permitirnos participar en igualdad de condiciones. La clave está en sentirte uno más, y yo aquí no me he sentido en absoluto diferente al resto; pude hacer lo mismo que los otros”, manifestó Jesús Hernández Galán, ciudadano español que utiliza silla de ruedas, al salir del sendero en el Parque Nacional Carara, en el Pacífico central.
Por ello, el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac), organizaciones y empresas trabajan en dotar a las áreas silvestres protegidas de infraestructura, señalización y elementos educativos para atender a turistas con discapacidades físicas o mentales, así como a otros que, por su edad o enfermedad, se les dificulta movilizarse.
El Sinac inició esta labor con el proyecto “Accesibilidad a las áreas protegidas para personas con discapacidad”, en el 2002.
Primero se identificaron los parques que podían formar parte de una ruta accesible y cuyos ecosistemas fueran representativos de los existentes en el país; a saber: Poás, Irazú, Carara, Santa Rosa, Manuel Antonio y Monumento Nacional Guayabo.
“Se quiso que la ruta permitiera a las personas con discapacidad conocer los diferentes ecosistemas como el costero, los distintos tipos de bosques y los volcanes”, explicó Cecilia Montero, de la Gerencia de Participación Ciudadana y Gobernanza del Sinac.
Se creó un protocolo y, con base en este, se hacen las mejoras. Ha tomado más de 10 años porque el presupuesto es escaso, se depende de donaciones y la mano de obra es voluntaria.
Sendero universal. El Parque Nacional Carara es el primero en tener un sendero universal que cualquier persona puede recorrer autónomamente, sin importar su condición física o mental.
La obra empezó en el 2003 con fondos de Fundecooperación y ayuda de los voluntarios de Raleigh International . Se construyó la superficie de rodamiento del segmento circular del sendero.
En el 2012, los guardaparques retomaron el proyecto en alianza con la organización Proparques . Se lanzó una campaña de recaudación de fondos que logró la contribución de ciudadanos a través de 151.000 mensajes de texto y las donaciones de 26 empresas.
En total, se recaudaron $330.000 (unos ¢165 millones); el dinero alcanzó para crear 300 metros de sendero, restaurar el segmento circular de un kilómetro hecho por Raleigh International y colocar servicios sanitarios.
Durante el proceso, el Sinac y Proparques contaron con la asesoría del Consejo Nacional de Rehabilitación y Educación Especial (Cnree) y grupos de personas con discapacidad ayudaron a validar el sendero.
“Para que un sendero sea universal debe ser cómodo, natural, autónomo y seguro. El reto está en construir un sendero donde la persona con discapacidad pueda entrar y salir sola”, dijo Rocío Echeverri, de Proparques.
Finalmente, el sendero se inauguró en mayo del 2013 y a la fecha es visitado por personas con discapacidad, pero también por estudiantes de primaria y familias con ancianos, mamás embarazadas, niños que apenas caminan y otros en coche.
De hecho, y gracias a este sendero, Carara aumentó su visitación. Pasó de recibir 25.032 visitas en el 2011 a 33.633 en el 2014.
“Desde que se abrió el sendero, el segmento de turistas nacionales aumentó un 50%, y en cuanto a personas con discapacidad, en promedio, nos visitan entre 2.000 y 3.000 al año”, comentó Eduardo Lara, quien es el encargado de turismo sostenible y mercadeo de Carara.
Es más, delegaciones de otros países (como Uruguay y Marruecos) lo han visitado con la intención de aplicar la idea.
Aparte de turista, Jesús Hernández es director de Accesibilidad Universal de la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) y estudia el tema en áreas silvestres protegidas. Visitó Carara con la intención de brindar sus recomendaciones a los guardaparques.
“Me ha encantado. Creo que se ha hecho un trabajo fantástico de cocreación de la mano de personas con discapacidad. Todo mundo aportando. Muy bien”, acotó Hernández.
El reto. Para Lara y Echeverri, el reto está en el mantenimiento. Aunque se recaudaron fondos con este propósito, estos alcanzaron para los primeros dos años.
“Justo esta semana me llamaron del parque porque se cayó una rama y esta se trajo abajo uno de los postes perimetrales del sendero”, contó Echeverri.
Para la limpieza, esencial para que la superficie sea segura y no se vuelva resbalosa, cuentan con voluntarios que se encargan de esta tarea una vez al mes.
Asimismo, con fondos del Estado se trabajó en mejoras para Poás e Irazú. En ambos parques se construyeron rampas que dieran acceso a los miradores de los cráteres, se adecuaron los parqueos y los centros de visitantes.
“El sendero a la laguna Botos, en Poás, fue difícil adaptarlo porque existe una pendiente que no nos dejó hacerlo completamente plano y accesible”, dijo Montero.
En Poás y Manuel Antonio se construyeron servicios sanitarios, algo que se dificultó en el parque Irazú. “Por ser un área de alto riesgo, no nos dejan construir cerca del cráter y esa es una de las limitaciones que tenemos ahorita”, admitió Montero.
En Poás e Irazú faltan elementos de señalización e interpretación, lo cual sí tenía Manuel Antonio. “En Manuel Antonio hicimos un sendero accesible para ciegos, pero tuvimos un problema de vandalismo y quebraron muchas de las guías”, comentó la funcionaria del Sinac.
Se analizó la posibilidad de construir un camino accesible a lo largo de la playa en Manuel Antonio, pero la arena alteró la superficie de rodamiento. “En algunos sectores, las sillas de ruedas se hundían porque la arena era más suave”, manifestó Montero.
En Santa Rosa, guardaparques y Proparques están prontos a construir un sendero universal de 550 metros que aprovecha un trillo ya existente que se llama Indio desnudo.
“Estamos a la espera de la entrega de un puente que nos donaron para empezar con las obras”, dijo Echeverri, quien contó que la inauguración está prevista para finales de este año.
A la ruta de accesibilidad se sumó el Monumento Nacional Guayabo. Ya se cuenta con un diseño para aprovechar parte del sendero existente, colocar un puente elevado sobre la calzada Caragra y construir un tramo nuevo de 300 metros en el sector noreste del sitio arqueológico.
Según Echeverri, este sendero sería apto para ciegos, sordos y personas con discapacidades cognitivas, pero no puede ser universal porque las pendientes superan el 10% de inclinación, lo que imposibilita el tránsito de sillas de ruedas.
“Ya presentamos el proyecto a la comisión interinstitucional que vela por el monumento y nos pidieron unos estudios de suelo que debe llevar a cabo el Museo Nacional”, comentó Echeverri.
Para Montero, ahora la tarea pendiente es sensibilizar a las comunidades aledañas a estos parques para que hoteles, restaurantes y otros servicios turísticos también cuenten con facilidades para personas con discapacidad.
“Este es el paso justo que había que dar. Una parte de la población tiene discapacidades y, a fin de cuentas, todos vamos haciéndonos mayores; no por eso se nos debe privar del derecho a la recreación. Si Costa Rica es famoso por sus áreas protegidas, qué bonito sería volverlas inclusivas”, reflexionó Echeverri.