Si bien Costa Rica tiene más del 27% de su territorio bajo el Sistema de Áreas Protegidas (SAP) y cuenta con una cobertura forestal del 52%, los esfuerzos de conservación no han sido suficientes para evitar que el país siga la tendencia mundial de pérdida de biodiversidad.
La anterior situación se refleja en la disminución que ha sufrido el país en los últimos años, de las poblaciones de mamíferos, aves, anfibios, corales y peces cartilaginosos, como los tiburones.
Así se desprende del Sexto informe de Costa Rica al Convenio de Diversidad Biológica 2014-2018, presentado este lunes por el Ministerio de Ambiente y Energía (Minae), el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Las causas que inciden en el deterioro de la diversidad biológica, son las mismas que había señalado el informe anterior, publicado en el 2014: la pérdida de hábitat, el uso insostenible de recursos de los ecosistemas, la contaminación, sedimentación y el cambio climático.
Sin embargo, en esta nueva edición también se agregan otras causales como el crecimiento urbano, los incendios y la explotación pesquera insostenible.
Una tendencia global
La información que surge desde Costa Rica parece coincidir con los alarmantes datos que en octubre del 2018 dio a conocer el Fondo Mundial de la Vida Silvestre (WWF, por sus siglas en inglés), revelando que en 40 años la población de mamíferos, reptiles, anfibios, aves y peces se redujo en un 60% en el mundo.
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“Por más que hagamos una tarea por medir y tener una mejor gestión en el manejo de la biodiversidad biológica, vamos a seguir perdiéndola. Así que lo que vemos hoy no es para extrañarse y sobre todo deprimirse por todo lo que tenemos por delante, sino que es consistente con los reportes globales”, expresó Carlos Manuel Rodríguez, ministro de Ambiente y Energía (Minae).
A criterio del jerarca, existen amenazas que trascienden a los esfuerzos que el país realiza en materia de conservación, como el cambio climático.
Pese a lo anterior, dijo sentirse positivo de que la tendencia global va a ir cambiando, “en el tanto podamos medir todavía mejor lo que estamos haciendo y que esa información nos dé insumos para poder hacer una mejor gestión”.
De acuerdo con el informe, Costa Rica se encuentra entre los 20 países con mayor diversidad de especies a nivel mundial (es el hábitat de más de medio millón de especies, más del 6% de la biodiversidad de la Tierra).
Asimismo, el país cuenta con 157 especies terrestres de vida silvestre consideradas en vías o peligro de extinción y 165 especies con poblaciones reducidas o amenazadas, según la “Lista Oficial de Especies en Peligro de Extinción y con Poblaciones Reducidas y Amenazadas”, publicada en el 2017 en el diario oficial La Gaceta.
Cambio de mentalidad
El informe sobre Costa Rica también reporta una disminución en el estado de conservación y cobertura de los ecosistemas de manglar y de bosque húmedo tropical. Mientras que las áreas de conservación con una superficie mayor sujeta a diversas presiones son Guanacaste, Huetar Norte y Tortuguero.
Pero esta problemática no se limita solo a los ecosistemas terrestres, ya que en el ámbito marino costero, tanto los arrecifes como los pastos marinos, pantanos y lagunas reportan una tendencia a la disminución.
Lo anterior, a criterio del ministro Rodríguez, demuestra la necesidad que tiene el país de "cambiar la mentalidad que tenemos, muy arraigada de la silueta de Costa Rica” y que se limita únicamente a lo terrestre.
“El 92% de Costa Rica son océanos y no lo reflejamos en nada de lo que hacemos (...) esto implica cambiar el concepto de Área Silvestre Protegida (...) el cual está completamente arraigado en lo terrestre, así como las capacidades institucionales", agregó.
También cuestionó decisiones anteriores que han tomado los gobiernos, como “considerar los peces de interés comercial, exentos de las regulaciones de vida silvestre y conservación”, señalando como ejemplo el caso de los tiburones.
Retroceso en agroquímicos
El país también reconoció un retroceso en la meta número 10 de la Estrategia Nacional de Biodiversidad 2016 –2025 (ENB), con respecto a la prevención y reducción de los impactos adversos de las actividades productivas (agroquímicos, cambio, uso, desviación de cauces, drenados, incendios forestales y agrícolas, sedimentación y erosión) sobre la biodiversidad.
“Con relación a la disminución en el uso de agroquímicos, contrario a lo que se propuso en el país en la ENB, en el periodo 2014 – 2016 se registra un incremento del 8% en el remanente de plaguicidas (27066622 kg de ingrediente activo remanente), con respecto al período anterior”, señala el documento.
El informe es la rendición de cuentas que cada año el país debe hacer a la comunidad internacional, en el marco del Convenio sobre la Biodiversidad Biológica (CDB, por sus siglas en inglés.)
Se trata de un acuerdo internacional jurídicamente vinculante con tres objetivos principales: la conservación de la diversidad biológica, la utilización sostenible de sus componentes y la participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos.