Costa Rica dedica 1,8 millones de hectáreas a la ganadería de leche y carne. Su plan es que la actividad reduzca seis millones de toneladas de carbono y, a la vez, capture otras cuatro millones de toneladas, gracias a sus árboles.
En otras palabras, el país pretende combatir el cambio climático “reverdeciendo” sus vacas.
Después de transporte, la ganadería es el segundo sector responsable por la emisión de gases efecto invernadero (GEI), los cuales contribuyen al calentamiento global y, por ende, al cambio climático.
Su aporte es de 3,3 millones de toneladas de carbono, lo cual representa el 23,6% de las emisiones del país.
“Al ser las plantas las únicas que capturan y almacenan dióxido de carbono, como sector tenemos allí una fortaleza. Si modificamos las tecnologías y las prácticas de manejo, entonces, podríamos lograr que el sector impacte ese inventario a corto plazo”, comentó Gina Paniagua, viceministra de Agricultura y Ganadería.
No es solo una cuestión ambiental, Paniagua cree que al “reverdecer” la ganadería, se puede ser competitivo, ya que el sector se vuelve más eficiente.
“La visión para la ganadería costarricense a mediano plazo (10 a 15 años) es tener un sector intensificado, ambientalmente sostenible, más tecnificado y más eficiente en la producción de carne y lácteos”, dijo Paniagua.
Entonces, ¿cómo se “reverdece” una vaca? Para ello, el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), en conjunto con el Ministerio de Ambiente (Minae), el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Corporación Ganadera (Corfoga) y Cámara Nacional de Productores de Leche (CNPL) idearon una serie de acciones, como la rotación del hato entre los potreros, mejoramiento de las pasturas, fertilización más eficiente, empleo de cercas vivas y la apuesta por energías renovables.
De hecho, este enero se inició el proyecto piloto en 100 fincas distribuidas en el territorio nacional (20 por región).
“Teóricamente todos estamos claros en lo que tenemos que hacer, pero necesitamos ir al campo para ver si funciona”, dijo Damiano Borgogno, del PNUD, quien añadió: “Lo más importante por averiguar es cómo incrementar la productividad y, a la vez, alcanzar esa meta de mitigación”.
Sobre Costa Rica están puestos los ojos del mundo y así se dejó ver en la cumbre del clima (COP20 Lima), realizada en diciembre. En esta cita, el MAG presentó su propuesta ganadera durante el NAMA Day.
“Es muy importante para Costa Rica validar las métricas y la información. Cuanto más rápido validemos el modelo, más pronto puede ser replicado por otros países centroamericanos, ya que esta es una de las regiones más vulnerables al cambio climático”, comentó Paniagua.
Ahora, para extender el piloto al resto del país, se requiere dinero. Esto, porque hay que ayudarle al productor a dar el salto.
“Estamos en conversaciones con países y organizaciones cooperantes, a fin de conseguir financiamiento para extender el proyecto piloto al resto del país”, manifestó Paniagua.
NAMA. Desde 2013, el país trabaja en el mecanismo conocido como acciones de mitigación nacionalmente adecuadas (NAMA, por sus siglas en inglés).
Este permite a los países diseñar sus propias estrategias, según sea su realidad, y así no estandarizar una solución.
Si bien es la actual administración gubernamental la que está implementando el plan piloto, las primeras ideas del NAMA Ganadería se esbozaron en el gobierno de Laura Chinchilla.
“Ser un país verde es un asunto de política nacional. Viendo este tema, queda claro que en Costa Rica, no importa el partido político, el ambiente ya forma parte del sentir nacional y me honra darle continuidad al trabajo realizado por las autoridades anteriores”, destacó Paniagua.
Es más, Costa Rica incluirá los NAMA (ganadería y café ) como parte de sus contribuciones nacionalmente determinadas (INDC, por sus siglas en inglés), que se presentarán este año y serán la columna vertebral del nuevo acuerdo sobre el clima .
Según Wílliam Alpízar, director de la Dirección de Cambio Climático del Minae, el aporte sería en cuanto a medios de implementación, ya que el conocimiento y experiencia que el país genere, puede ser reproducido por otras naciones, bajo la lógica de la cooperación sur-sur.
Servicios ambientales. El país tiene 45.870 unidades productivas de ganado. El 34% de estas se dedican a la carne, el 21% a la leche y 38% a doble propósito.
“Queremos que la finca genere más rendimiento económico, pero que, además, sea más eficiente por unidad de área y sea ambientalmente sostenible.
”Todo esto, sin extender la frontera agrícola. No vamos a botar montaña; más bien estamos recuperándola”, dijo Paniagua.
Según Jorge Mario Rodríguez, director del Fondo Nacional de Financiamiento Forestal (Fonafifo), el país tendría un potencial de recuperación forestal de 620.000 hectáreas si solo se combinaran árboles y ganadería.
Para Paniagua, esto se logrará al aumentarse la cobertura forestal en la finca, incorporando árboles en las cercas y otros dispersos por el resto del terreno.
Además, eso ayudará a restaurar tierras degradadas y se protegerán zonas de recarga acuífera.
Otros beneficios son el aumento en la capacidad de retención de humedad en el suelo, la protección de la biodiversidad, la mejora de la conectividad biológica y el paisaje.
Esos servicios ambientales motivaron a diseñar un proyecto de Pago por Servicios Ambientales (PSA) enfocado en ganadería, el cual podría sumarse a la Estrategia Nacional REDD+ por su componente de restauración de tierras degradadas.
De esta forma, los productores podrían percibir un ingreso por incrementar la cantidad de árboles en su finca.
Paniagua manifestó que aparte de “reverdecer” al sector, la iniciativa puede convertirse en un motor de desarrollo en comunidades de escasos recursos, pero ricas en naturaleza.