Una buena noticia para comenzar el 2016: la recuperación de los ríos de la cuenca Virilla - Tárcoles quizá no sea algo imposible, como se pensaba antes.
En los últimos dos años se ha evitado la descarga de 458 toneladas (t) de basura en esta cuenca gracias a la labor voluntaria de 699 comités locales inscritos en el Programa Bandera Azul Ecológica (PBAE).
Ese es el primer resultado del Plan para el mejoramiento ambiental de la cuenca 24 , que empezó a implementarse en 2013 .
De seguir a este ritmo, el coordinador de PBAE, German Roque, proyecta que estos ríos estarán libres de desechos sólidos al 2030 y la cuenca completamente rehabilitada al año 2100.
“Eso se puede lograr antes si la gente se ‘casa’ con el proceso y, si todos cooperamos, los tiempos se acortarán”, resaltó Roque.
La cuenca 24 mide 2.200 kilómetros cuadrados y se divide en dos subcuencas: Grande de San Ramón y la del Virilla, que es alimentada por los ríos Tiribí, María Aguilar, Torres, Bermúdez, Segundo, Ciruelas y Uruca. Al unirse se forma el río Grande de Tárcoles, que desemboca en Garabito de Puntarenas.
Allí se ubican siete plantas hidroeléctricas del Grupo ICE, a las cuales llega la basura que arrastran los ríos urbanos. Esto las convierte en un buen indicador para medir los resultados del trabajo de los comités locales.
Una primera medición se hizo en el 2012, la misma sirve de punto de referencia. Ese año se recogieron 591 t de residuos sólidos.
En 2013, se recolectaron 391 t. Es decir, se dio una reducción de 200 t con respecto al 2012. En 2014, la cantidad de basura fue 333 t. Comparado a 2012, la disminución fue de 258 t.
Para Arcelio Chaves, miembro del PBAE, estos son resultados que alientan a seguir trabajando en función de la meta final, que es lograr cero basura.
Recuperar la cuenca. Si bien PBAE diseñó un plan con proyección al 2100, los resultados se irán viendo desde ahora.
“Con solo eliminar los focos de contaminación, sobre todo de materia orgánica, ya se verá un cambio, porque los ríos se autodepuran. En donde no se autodepuran es en la basura, por eso no hay que tirarla al río”, señaló Darner Mora, fundador del PBAE.
“La clave también ha estado en involucrar a los comités locales con influencia en la cuenca para que la gente vea que sí se puede recuperar”, añadió.
Roque agregó que lo logrado en estos dos años se basa en la dinámica de trabajo que 13 instituciones públicas y privadas han podido implementar en los 20 años que tiene el programa .
“Eso con la ventaja de que cualquier persona, sin importar su edad, puede participar en Bandera Azul Ecológica”, complementó Chaves.
En el caso de los comités locales, estos cumplen tareas de educación ambiental, enseñándole a la gente sobre reciclaje y la correcta disposición de residuos.
También emprenden acciones de reforestación en las márgenes de los ríos.
Historia del problema. La contaminación de esta cuenca data del siglo XIX, con las descargas de las mieles y broza del café a los ríos. Esto empezó a mejorar a partir de 1990, cuando los beneficios implementaron medidas.
Por otra parte, a inicios del siglo XX inició la construcción de la red de alcantarillado. Los últimos colectores se terminaron en la década de 1970.
Sin embargo, este alcantarillado resultó insuficiente cuando, a partir de 1950, se dio una migración del campo a la ciudad y la población de la Gran Área Metropolitana (GAM) se incrementó.
A la contaminación fecal e industrial se sumaron los desechos sólidos que empezaron a acumularse en los ríos, lo cual fue empeorando con el paso de los años.
El Decimonoveno Informe Estado de la Nación alertó en 2013 sobre el problema: solo 4% de las aguas residuales son tratadas antes de ser devueltas a los cauces .
En el 2007, en el marco del proyecto de Mejoramiento Ambiental del Área Metropolitana de San José , se planteó la construcción de una planta de tratamiento. Los Tajos fue inaugurada este 2015, con el fin de retirar basura y remover el 40% de la materia orgánica. Podría estar al 100% en 2022.
Aún está pendiente el tratamiento microbiológico para librar a estas aguas de la mayor parte de químicos.
“Por eso es indispensable que el Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados cuente con el dinero para construir esa segunda etapa. Cuidado nos quedamos con solo la primera . Si eso pasara, todo este esfuerzo se cae”, advirtió Mora.
Los Tajos resuelve, en parte, la problemática en San José. “Ahora les toca a Heredia y Alajuela hacer sus plantas de tratamiento de aguas, porque se comparte cuenca”, manifestó Mora.