El hielo marino en el Ártico se redujo este verano a niveles cercanos a mínimos históricos en el hemisferio norte, con una probable extensión mínima anual que se espera para el 11 de setiembre de 2024. Este retroceso mantiene la tendencia de disminución y adelgazamiento del hielo que persiste durante décadas, de acuerdo con investigadores de la NASA y el Centro Nacional de Datos de Nieve y Hielo (NSIDC, por sus siglas en inglés).
En 2024, la extensión mínima del hielo marino en el Ártico alcanzó los 4,28 millones de kilómetros cuadrados, una cifra que se sitúa 1,94 millones de kilómetros cuadrados por debajo del promedio de finales de verano entre 1981 y 2010. Esta pérdida es mayor que el área del estado de Alaska. El NSIDC define la extensión del hielo marino como el área del océano que tiene al menos un 15% de concentración de hielo.
Aunque el mínimo de este año es superior al récord histórico de 3,39 millones de kilómetros cuadrados, registrado en setiembre de 2012, la tendencia de pérdida de hielo sigue a la baja. Desde que se inició el registro satelital a fines de la década de 1970, el Ártico ha estado perdiendo aproximadamente 77.800 kilómetros cuadrados de hielo marino por año, según el NSIDC.
Los datos actuales sobre la extensión del hielo marino son recopilados por sensores pasivos de microondas a bordo de satélites del Programa de Satélites Meteorológicos de Defensa, además de registros históricos del satélite Nimbus-7, operado por la NASA y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA).
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Nathan Kurtz, jefe del Laboratorio de Ciencias Criosféricas de la NASA, indicó que la mayor parte del hielo en el océano Ártico es más delgado y de primer año, lo que lo hace menos resistente a las temperaturas más cálidas. “Hoy, gran parte del hielo tiene menos de tres años de antigüedad”, afirmó Kurtz en un comunicado, señalando que el hielo más antiguo y grueso prácticamente ha desaparecido.
Altímetros espaciales, como los satélites ICESat e ICESat-2 de la NASA, midieron el espesor del hielo marino, revelando que el hielo otoñal en el Ártico central, lejos de las costas, tiene un espesor de 1,3 metros en promedio, comparado con los 2,7 metros en 1980.
La Antártida también en declive
En el hemisferio sur, la situación no es más alentadora. En la Antártida, el hielo marino muestra una tendencia descendente en 2024. A pesar de que debería haber crecido durante los meses más fríos del invierno, el hielo antártico solo cubrió aproximadamente 16,96 millones de kilómetros cuadrados, muy por debajo del promedio de 18,71 millones de kilómetros cuadrados entre 1981 y 2010.
Antes de 2014, el hielo marino en la Antártida mostraba un leve crecimiento del 1% por década. Sin embargo, desde entonces, el crecimiento se revirtió, lo que, según los científicos, sugiere un cambio de largo plazo en las condiciones del Océano Austral, posiblemente relacionado con el cambio climático global.
Walt Meier, científico del NSIDC, señaló que la estabilidad del hielo antártico durante décadas ha cambiado drásticamente: “Parece que el calentamiento global ha alcanzado al Océano Austral”, indicó.
La pérdida de hielo marino tanto en el Ártico como en la Antártida acelera un ciclo de retroalimentación conocido como hielo-albedo. El hielo marino brillante refleja la mayor parte de la energía solar, mientras que el agua del océano absorbe el 90% de la radiación solar. A medida que se derrite más hielo y se expone más agua del océano, las temperaturas del agua aumentan, lo que ralentiza el crecimiento del hielo.
Kurtz subrayó que el aumento de las temperaturas en el Ártico, que es casi cuatro veces mayor que el promedio mundial, agrava este ciclo.
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