En los primeros meses del año, el cielo costarricense se convierte en una autopista para las aves migratorias y residentes.
Dichas especies comienzan en esa época su regreso a Norteamérica, luego de pasar una estancia en Centroamérica y Suramérica.
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Una de ellas es el colibrí garganta de rubí que, aunque pesa tres gramos y tiene el tamaño de un dedo pulgar, recorre 2.500 kilómetros en su migración.
Se le puede apreciar en el bosque seco de Guanacaste y el valle de Ujarrás en Cartago.
“Cuando hay un árbol con floración masiva se pueden observar hasta 30 individuos a la vez alimentándose del néctar y en el valle de Ujarrás se le considera un importante polinizador para los cultivos comerciales de chayote”, se lee en el libro Grandes Espectáculos Naturales, publicado por Ojalá Ediciones.
Por otra lado, los correlimos realizan una de las migraciones más largas del mundo: viajan desde el Ártico y la tundra canadiense hasta Tierra del Fuego, en Argentina, en una travesía de 15.000 kilómetros.
A estas aves se les puede ver buscando invertebrados en el barro de las desembocaduras o la arena en bajamar, tanto en golfo de Nicoya como en Tárcoles.
A los chorlitos también se les puede ver en las desembocaduras de los ríos y en la costa en bajamar, escarbando en el barro o la arena en busca de insectos e invertebrados. Cuando alzan vuelo, lo hacen en bandadas multitudinarias de hasta 10 especies, entre chorlitos y correlimos.
Suelen visitar playas Guiones, Pelada y Garza en Guanacaste así como Costa de Pájaros, Ensenada, Chomes y punta Morales en Puntarenas.
Las reinitas también son aves migratorias y sus coloridos plumajes suelen alegrar los cafetales, cercas vivas y parques urbanos.
La más popular, por ser la más abundante, es la reinita amarilla, la cual desempeña una importante labor como controladora de plagas, especialmente porque se alimenta de la broca del café.
Esta reinita pesa apenas nueve gramos, pero viaja kilómetros. En 2006, uno de estos pájaros fue marcado en los manglares de playa Grande en Guanacaste y luego se observó a 3.700 kilómetros, en Colorado (Estados Unidos).
Residentes
El quetzal es una especie residente en Monteverde y cerro de la Muerte que realiza una migración altitudinal, es decir, baja de las montañas a tierras bajas cuando los frutos de los aguacatillos maduran.
En enero, las fragatas están en ciclo reproductivo en isla Bolaños, en Guanacaste. Estas aves marinas construyen sus nidos en una amplia depresión que se encuentra en la parte alta de la isla; los colocan sobre árboles, arbustos o en el suelo.
Otras que están chineando en esa época del año son las lapas rojas. Entre enero y febrero, los padres alimentan al polluelo en el nido y, poco a poco, se alejan para obligarlo a salir a buscar comida.
Conforme el polluelo crece, los padres le enseñan a ir al manglar, donde duermen.