En 15 años, 29 de los cantones del país ganaron espacios naturales, es decir, lograron tener un entorno más repuesto y reforestado.
La cifra se desprende de un estudio de la escuela de Ciencias Geográficas de la Universidad Nacional (UNA), que comparó imágenes satelitales captadas en todo el país en dos períodos: en el 2000 y el 2015.
Aunque la medición se realizó en todo el territorio nacional, hace referencia a 81 de los 82 cantones actuales. Esto debido a que en el momento en que se llevó a cabo no existía Río Cuarto, convertido en cantón en el 2017.
El estudio, llamado Índice de fragmentación/conectividad de la cobertura natural a nivel de cantones 2000-2015, hizo una división entre los lugares que lograron recobrar más cobertura natural, los que la mantuvieron estable y los que la perdieron.
En la casilla de los destinos que vieron una mejoría en sus áreas verdes se encuentran, en orden: Mora, Santa Ana, Atenas, Palmares y Barva.
LEA MÁS: Bosques de Costa Rica guardan 2.950 millones de toneladas de carbono
En el caso de los que perdieron espacios naturales (26 en total) destacan: Tibás, San José, San Pablo, Belén y Curridabat.
Por otro lado, algunos de los 24 cantones donde la cobertura vegetal permaneció igual son: Siquirres, Coto Brus, Turrialba, Golfito y Puriscal.
¿De qué depende de que unos sitios tengan más y mejores áreas verdes que otros?
Según Carlos Morera, el líder de la investigación, la deforestación y los “cortes” hechos en la naturaleza para levantar urbanizaciones, son la razón principal.
La importancia de la conectividad
“Hicimos el estudio por cantón porque creemos que las decisiones deben ser tomadas a nivel local, para potenciar la conservación. Ya no nos sirve hacerlo a nivel nacional, sino por cantón, para saber qué ha hecho cada uno para aumentar su cobertura natural y su conectividad”, explicó Morera.
La conectividad es la cercanía que hay entre un ecosistema natural y otro.
Al acercar a las especies de distintos lugares, dicha proximidad propicia el intercambio entre estas y esto, a su vez, impacta positivamente en la conservación.
“Esto es muy importante, porque si las áreas de bosques están muy separadas, se da un proceso endogámico, que es que los animales se empiezan a cruzar entre madres e hijos y empiezan a tener problemas de genética… tanto en especies silvestres como en plantas”, afirmó el especialista.
Esa falta de conectividad, es decir, de puentes entre un ecosistema y otro, es producto del nuevo uso que se le da a la tierra, ya no tan dedicada a las actividades productivas sino, más bien, a albergar grandes construcciones, indicó el experto.
De hecho, lo que mide el estudio es el índice entre esas zonas de conectividad y los fragmentos de áreas verdes que todavía quedan en los cantones.
Por ese motivo, para lograr el ranquin fue necesario estudiar diversas variables en cada uno de los sitios. Por ejemplo, la cantidad total de hectáreas y el número de estas que presentaban cobertura natural (tanto en el 2000 como en el 2015).
Más de 800 lugares estudiados
Según comentó el investigador, en total se estudiaron 830 áreas naturales de las siguientes categorías: bosques, páramos, manglares, humedales, pastos, zonas de cultivo y espacios urbano residenciales.
Entre los sitios observados se pueden citar el páramo del Cerro de la Muerte, el bosque tropical lluvioso de la Península de Osa y Palo Verde, en Guanacaste.
Quedaron excluidas las áreas protegidas bajo propiedad del Estados, tales como parques nacionales y reservas biológicas, debido a que, por su buen grado de conservación, podían generar un sesgo en el estudio.
Para realizar la investigación, echaron mano de imágenes recolectadas por un satélite tipo Landsat, una serie de dispositivos puestos en órbita por Estados Unidos para observar la superficie terrestre en alta resolución.
LEA MÁS: Compromiso de Costa Rica con sus bosques es un ejemplo mundial, dice FAO
A este aparato tuvieron acceso mediante el Centro Nacional de Alta Tecnología (Cenat).
“Escogimos un día despejado del 2000 y otro del 2015, comparamos las fotos que toma el satélite de la superficie de la Tierra y así sacamos las apreciaciones”, confirmó Morera.
El reto es a nivel local
Según aseveró el especialista, el gran objetivo de la medición es que las municipalidades vean en ella una herramienta para tomar decisiones y recuperar su cobertura natural.
“Cada cantón tiene que tener una estrategia de corredores biológicos y urbanos; uno de estos últimos, el río Virilla, por ejemplo. ¿Qué es el río Virilla? Una cloaca. Hemos destruido todo lo que está a su alrededor. Entonces, tenemos que construir estrategias que recuperen las zonas de protección de los ríos”, argumentó Morera.
En contraposición, el departamento de comunicación de la Unión Nacional de Gobiernos Locales (UNGL), dijo que, pese a que muchos de los cantones han perdido zonas verdes producto de la proliferación de espacios urbanos, estos emprenden diversas iniciativas de conservación. Entre estas, campañas para reforestar parques y demás áreas verdes, tanto entre la ciudadanía como en escuelas.
Asimismo, la entidad aclaró que los cantones desarrollan esfuerzos en materia de gestión de residuos.