Santiago, Chile. Pese a tener cerebros más pequeños que los mamíferos, las aves están sorprendiendo a los científicos con capacidades cognitivas que hasta ahora no habían sido registradas.
El ejemplo más sorprendente es que la gallina de Guinea o gallineta, un pariente salvaje de la gallina común que vive en África, es capaz de formar estructuras sociales complejas, como las de los primates o delfines.
Una investigación del Instituto Max Planck del Comportamiento Animal, publicada en la revista Current Biology, reveló que estas aves forman grandes grupos sociales (de muchos individuos, tanto machos como hembras) que se mantienen estables en el tiempo.
Lo normal es que, aunque vivan en grupos, las aves sean territoriales y sus asociaciones se mantienen por muy corto plazo.
El estudio implicó el seguimiento de las relaciones sociales de una población de más de 400 de estas aves adultas, en Kenia, durante varias estaciones. Para ello los investigadores marcaron individualmente a cada una y mantuvieron un seguimiento con GPS a 58 de ellas. Al observarlas descubrieron que se subdividían en 18 grupos sociales distintos (de 13 a 65 individuos).
Lo que más les sorprendió es que, a pesar de que había momentos en que interactuaban con agrupaciones mayores, mantenían su conformación grupal tanto de día como de noche o al momento de alimentarse.
“Hasta donde sabemos, esta es la primera vez que se describe una estructura social como esta para las aves”, destaca Danai Parageorgiu, autora principal del estudio.
Otras especies de aves forman grandes bandadas o agrupaciones, como los pingüinos, pero no presentan este tipo de organización interna tan definida, o al menos no se ha descubierto todavía, dice Rodrigo Vásquez, investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad y académico de la Univrersidad de Chile.
Estructuras complejas
A su juicio, a medida que se realicen estudios tan detallados como este, van a empezar a aparecer más especies de aves con estructuras sociales complejas. De todas maneras, reconoce que hay grupos aún más primitivos que tienen sociedades complejas, como las abejas y hormigas, que pueden incluir cientos o miles de individuos en una colonia que trabajan de manera coordinada en distintas actividades.
La transmisión intergeneracional del conocimiento también es una habilidad avanzada que poseen las aves. Así al menos ocurre con los alcatraces, según revela un estudio de la Universidad de Glasgow.
Los investigadores comprobaron que las aves adultas más experimentadas se sitúan en la parte delantera de la bandada mientras son seguidas por aves más jóvenes.
La hipótesis de los científicos es que de esta forma estas aves marinas transmiten su conocimiento sobre las mejores zonas para alimentarse de generación en generación.Incluso el conocimiento podría formar parte de la memoria genética.
Un estudio internacional, hecho con polluelos y liderado por la Universidad de Trento, mostró que las crías de aves saben antes de nacer cómo evitar a los depredadores. Los investigadores experimentaron con polluelos que no habían tenido oportunidad de interactuar con ningún objeto en movimiento luego de eclosionar.
Revelaron que en un primer encuentro simulado con una amenaza que se acercaba (semejante a un ave rapaz) huyeron rápidamente. En cambio, cuando se trataba de un pequeño objeto que se extendía por encima a una altura mayor, las pequeñas aves se quedaron inmóviles como si evitaran ser detectadas. El Mercurio/ GDA