Cuando un costarricense oye la palabra “pampa”, automáticamente piensa en Guanacaste. Ahora, también habrá que pensar en la “pampa submarina”, que es la región de montes submarinos que se ubica a unos 200 kilómetros de la península de Nicoya.
Este sitio está en el fondo marino, donde se encuentra alojada “La Pulpería”, una “sala de maternidad de pulpos” en la que se encontraron cuatro especies nuevas.
Esta zona es parte de lo que los científicos nacionales denominan la “Costa Rica desconocida” que quieren develar. Con esto en mente, investigadores de la Universidad Nacional (UNA) y la Universidad de Costa Rica (UCR), propusieron a la Comisión Nacional de Nomenclatura (CNN), oficializar el nombre de una serie de accidentes geográficos.
El pasado 30 de enero, la Comisión aprobó la designación de esa zona del fondo oceánico con el nombre de “pampa submarina” así como de 12 diferentes montes, lomas y colinas submarinas.
Los nuevos nombres son “monte submarino Tengosed”, “loma El Dorado”, “loma Fuente”, “colina Mambo Kita”, “loma Caballito”, “colina La Pulpería”, “loma Rosquilla”, “loma Natu”, “colinas Xolotl”, “colina Nitore”, “loma Kapo” y “colina Perdido”.
Los científicos indicaron que, en lo posible, utilizaron palabras provenientes de la lengua chorotega, además de un nombre náhuatl.
“Tratamos de respetar algunos nombres que ya estaban contemplados en la literatura científica que, aunque no eran oficiales, se justificaron y propusimos otros en lenguaje chorotega, basados en las formas que tienen estas lomas o colinas submarinas”, explicó Marino Protti, sismólogo del Observatorio Vulcanológico y Sismológico (Ovsicori-UNA) quien participó en la expedición submarina y ayudó en la denominación.
‘Costa Rica desconocida’
Jorge Cortés, investigador del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (Cimar-UCR) fue quien propuso bautizar estos lugares como parte de la campaña “Costa Rica desconocida”.
Según Protti, muchos de los cerros y colinas exploradas no tenían nombre, por lo que los 11 investigadores costarricenses que participaron también se ocuparon de la denominación oficial.
Para Cortés, al ponerles nombre, “uno se identifica más”.
Esta exploración también estudió la biodiversidad de varias especies de pulpos, equinodermos, esponjas y corales negros, entre otros. Además, se tomaron muestras de sedimentos para análisis de hongos y microorganismos, así como para estudiar los minerales.
Durante dos expediciones, en julio y diciembre del año pasado, se encontró otra “sala de maternidad”, esta vez de rayas y mantarrayas.
A este sitio lo bautizaron como Skate Park; en inglés skate es la palabra que se utiliza para decir patinaje y también para referirse a las rayas. Los científicos indicaron que parecía como si las rayas patinaran en la cima del monte marino, entonces eligieron ponerle “parque”, por los dos significados.
Estas expediciones se hicieron gracias al Schmidt Ocean Institute, de Estados Unidos. Las muestras se recolectaron con los implementos del barco-laboratorio Falkor Too. De esta embarcación sale un vehículo llamado Subastian (unión de submarino y Sebastián), el cual cuenta con un robot que es manejado desde la superficie. Este tiene brazos con herramientas que recogen muestras.