Gracias a una cirugía, el manigordo Nicoa podrá observar pizotes y aves donde antes veía sombras a causa de las cataratas que tenía en sus ojos.
El procedimiento se realizó la tarde de este lunes en la clínica OftalVet, en Curridabat, y fue posible gracias a las donaciones hechas por personas que supieron del caso por la prensa.
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Nicoa, un manigordo (Leopardus pardalis) macho de tres kilogramos y cuatro meses de edad, fue decomisado por funcionarios del Área de Conservación Tempisque (ACT) a los peones de una finca y trasladado al centro de rescate Las Pumas, en Cañas (Guanacaste), para ser rehabilitado y, posteriormente, liberado en el bosque.
Sin embargo, al encontrársele este problema de visión, fue necesario intervenirlo quirúrgicamente, ya que esta especie es nocturna y depende del sentido de la vista para cazar su alimento.
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El procedimiento costó $2.500 (unos ¢1,3 millones). Las Pumas y OftalVet donaron $1.200, el resto fue recaudado gracias a la gente.
Para Esther Pomareda, bióloga de Las Pumas, la recuperación de Nicoa determinará si puede o no ser liberado, aunque el animal tiene buen pronóstico para ello.
La cirugía estuvo a cargo de Hugo Gamboa, médico y cirujano veterinario de OftalVet, y el anestesiólogo Adrián Cartín. La veterinaria Marta Cordero, regente de Las Pumas, fiscalizó el proceso.
Aunque Nicoa fue su primer felino, Gamboa ha operado cataratas en martillas, monos aulladores y lechuzas.
Procedimiento. Durante la mañana del lunes, se realizaron varios exámenes al felino para conocer el estado de su función renal y hepática, así como su coagulación y glucemia. “En Nicoa todo salió normal. Lo de las cataratas en animales silvestres, por lo general es hereditario; no pasa como en nosotros, que es por edad”, explicó Gamboa a La Nación.
Posteriormente, al felino se le aplicaron unas gotas cada cinco minutos a lo largo de una hora para mantenerle la pupila dilatada y así facilitar el siguiente examen, el cual revisaría la retina.
Para este, el anestesiólogo Cartín necesitó dormir a Nicoa. La aplicación de la anestesia es crítica en animales silvestres ya que estos se estresan fácilmente y ello interfiere con el fármaco.
El tipo de anestesia y la dosis depende de la edad del animal, el peso y su condición de salud.
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Al manigordo, primero se le inyectó un medicamento para predisponerlo a la droga y luego Cartín optó por anestesia inhalada porque es más segura.
"Con anestesia inhalada, el despertar del animal es muy rápido. Apenas se le quita el gas, en cuestión de 20 minutos ya abre los ojos. Al igual que en humanos, este puede despertarse un poco mareado", dijo Cartín.
Una vez dormido, Gamboa realizó la electrorretinografía que dio como resultado una visión de 42 microvoltios en el ojo izquierdo y 70 en el derecho. Esto significa que Nicoa sí veía, pero borroso debido a las cataratas.
“Lo complicado es que en felinos no hay puntos de referencia. Por ejemplo, en perros y gatos se considera que una agudeza visual normal es 50 microvoltios. Nicoa tiene 42 en un ojo y 70 en el otro, eso indica que está dentro del parámetro”, dijo Gamboa.
Al comprobar que la retina estaba bien, el veterinario procedió a efectuar la cirugía. Detrás de la pupila está el cristalino, que es lo que se retira mediante el procedimiento. Ese cristalino consta de cápsula, corteza y núcleo.
Con una incisión de tres milímetros, que cicatrizará sola, Gamboa retiró la corteza y el núcleo. Solo dejó la cápsula que es transparente. “Es como limpiar una ventana. Estamos quitándole eso que nos impide ver”, dijo.El médico veterinario demoró 20 minutos en cada ojo de Nicoa.
En ese período, Cartín colocó bolsas de agua caliente alrededor del felino para mantenerle la temperatura y evitar hipotermia.
“En felinos, la agudeza visual la da más la córnea que el cristalino. Entonces, por habérselo extraído, la pérdida de agudeza visual podría rondar el 15%, y eso no lo afectaría”, dijo Gamboa.
En observación. Al retirar la anestesia y darle oxígeno, el felino despertó a los 15 minutos.
Los cuidados posoperatorios, que se le darán en Guanacaste, consisten en antibióticos aplicados en gotas y en la colocación de un cuello plástico para evitar que se rasque. En un mes, se analizará su progreso.
“Lo que no sabemos es si dentro de seis meses estará igual o su agudeza visual bajará. En uno de cada 10 perros que se operan, aparece otro padecimiento que puede ser desprendimiento de retina, degeneración de nervio o glaucoma. Puede aparecer inmediatamente después de la cirugía o al año”, advirtió Gamboa.
Huérfano. Nicoa fue decomisado por funcionarios del ACT en noviembre de 2015. Se encontraba en una finca ubicada en Nicoya, donde unos peones hallaron a la cría en un potrero y al creer que era huérfano, trasladaron al felino a su casa.
“El problema es que la gente cree que la mamá los abandonó y puede ser que ande cazando, buscando otra guarida o trasladando a los cachorros uno a uno. Por lo general, en una o dos horas, la madre regresa. Estos animales no son de dejar a la cría mucho tiempo sola”, dijo Pomareda.
Los funcionarios de ACT lo trasladaron al centro de rescate Las Pumas. Allí, Cordero hizo una valoración médica y detectó que el manigordo tenía los ojos opacos, es decir, ambos ojos tenían cataratas.
Entre noviembre del 2015 y enero del 2016, este centro de rescate ha recibido cuatro felinos con edades entre dos y cuatro meses.
“Las personas, creyendo que hacen un bien, se los lleva a la casa. Los felinos crecen y alcanzan una edad en que se vuelven más peligrosos y ya no los quieren”, comentó la bióloga.
Eso con el agravante que ese felino, al criarse sin mamá, no sabe cazar, ni defenderse.
“Además se acostumbran al ser humano y ya no pueden ser rehabilitados para ser liberados”, comentó Pomareda, quien agregó que un felino, en la naturaleza, puede estar los primeros dos años con su madre.
A los seis meses de edad, el animal deja de alimentarse con leche y empieza a consumir carne. La madre primero le enseña a desgarrar (para ello, lleva animales muertos a la guarida) y luego a cazar presas pequeñas. Concluido este proceso, la cría se independiza.
Por esa razón, al tenerlo en una casa y alimentarlo con comida para animales domésticos, se le podría causar una insuficiencia nutricional que derive en un problema de salud.
“Hay nutrientes que los felinos adquieren por ingesta de animales silvestres que uno como ser humano no tiene como ofrecérselos”, explicó Pomareda.
En este sentido, la bióloga recomienda dejar al felino en el sitio donde se encontró y mantenerlo vigilado, respetando una distancia prudente para que la mamá se acerque a él.
Si en 24 horas no apareció la madre, entonces se debe llamar al Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac).
Liberación. Nicoa se recuperará en la clínica veterinaria de Las Pumas.
Una vez restablecido, se trasladará a un recinto acondicionado especialmente para simular un bosque y prepararlo para su liberación.
Este recinto es una jaula grande, completamente tapada, ambientada con vegetación y con una quebrada, que está ubicada en medio del bosque.
El contacto con personas será mínimo. Para ello, el recinto cuenta con cámaras para vigilar al manigordo.
Allí se le enseñará a cazar. Según Pomareda, se empieza dándole presas pequeñas como ratones y conforme se avanza en destreza, se le brindarán presas más grandes como cuilos, ratas, codornices y conejos.
“Esas presas tienen un tamaño similar a lo que encontraría en el bosque”, dijo la bióloga.
Una vez haya crecido, ganado músculo, esté bien de salud y demuestre temerle a los humanos, el animal está listo para ser liberado en el bosque.
“Si al verlo a uno, el animal huye; eso es un buen indicador de que tendría éxito de sobrevivencia”, acotó Pomareda.
En el caso de Nicoa, con tan solo cuatro meses, se muestra arisco a la presencia humana y eso lo convierte en un buen candidato para ser liberado, una vez superado su problema de vista.
Esa liberación se coordinará con los funcionarios del ACT. El sitio para ello se selecciona a partir de tres criterios: debe ser un lugar cercano al área donde se encontró el animal, donde exista disponibilidad de presas y se garantice que no haya presencia humana.
Para constatar que el mamífero sobrevivió y se adapta al entorno, se realiza un monitoreo posterior a la liberación que utiliza cámaras trampa (se activan al paso de los animales y toman fotos o video).
“En el caso del manigordo, se monitorea por cuatro meses, que es el tiempo que ocuparía para adaptarse”, dijo Pomareda.
De salir todo bien, Nicoa podría ser liberado a inicios del 2017.