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Chimalhuacán, México
"Quedó la pura desolación", dice Armando en el escenario sin luces ni fanfarrias de su circo, mientras las estrellas del show, siete tigres de Bengala, aguardan en sus jaulas el incierto destino que les depara una nueva ley en México que prohíbe su presencia en espectáculos circenses.
A partir de este miércoles, las autoridades podrán decomisar los animales salvajes de los circos mexicanos a menos que dejen de usarlos en sus espectáculos, acrediten su adquisición legal y los mantengan en "condiciones óptimas", requisitos que muchos no alcanzan a cumplir.
"Son unos 4.000 animales los que están en juego", asegura a la AFP Armando Cedeño mientras acaricia a los tigres de su circo familiar, que fundó hace 15 años y abre sus puertas en Chimalhuacán.
Enfundado en sus botas plásticas manchadas de estiércol, el también presidente de la Unión Nacional de Empresarios y Artistas de Circos Mexicanos subrayó la apremiante "encrucijada" que enfrentan sus colegas, orillados a rematar sus animales antes de que les sean incautados, mientras que el desplome de la audiencia ha llevado a 70 circos hasta la quiebra y a la desaparición de más de 2.000 empleos.
"Nunca pensé acabar así, creí que me comería un tigre", dice cabizbajo Junior, el domador de tigres del Circo Hermanos Cedeño.
"Bigotes", uno de los felinos, permanece con la mirada perdida ante los seis kilos de pollo que tiene en su jaula de dos metros por dos metros, mientras que su colega "Samurai", de mirada esmeralda y actitud indolente, se lame las patas.
Estos animales sufrirán un "shock" porque "están acostumbrados a la gente, la música y los aplausos", predice el enérgico Junior, que no tiene "ni idea" de cómo se empleará de ahora en adelante.
Un gran número de las bestias que aparecen bajo las carpas itinerantes proceden del mercado negro, señala Leonora Esquivel, cofundadora en México de la organización Animanaturalis, mientras que los cirqueros se quejan de que el gobierno les exige instalaciones "de zoológico" para no decomisarles los animales.
Con la entrada en vigor de la reforma a la Ley General de Vida Silvestre, "empiezan las sanciones" de más de $250.000 contra los circos que no acaten las normas, zanjó Guillermo Haro, procurador Federal de Protección Ambiental.
De los cerca de 200 circos que tienen animales silvestres en México, solo algunos han cumplido con el requerimiento legal de declarar sus especímenes. En 2014, sumaron 1.091 animales declarados contra 511 el año siguiente, según cifras de la secretaría de Medio Ambiente.
Pese al ultimátum, "no hemos recibido una sola solicitud" de ayuda por parte de los circos para reubicar a sus animales en los zoológicos y fundaciones que se han previsto en el país y el extranjero, dijo de su lado Rafael Pacchiano, subsecretario de la cartera del Medio Ambiente.
El Partido Verde Ecologista (PVEM), aliado clave del oficialista Partido Revolucionario Institucional, promovió la reforma con una fuerte campaña mediática que pregonaba escandalosos casos de maltrato.
El año pasado, por ejemplo, se reveló que un circo en Yucatán poseía de forma ilegal varios felinos y monos, así como un oso al que le extirparon el maxilar inferior imposibilitándole ingerir alimento sólido. Además, a los otros animales les mutilaron sus garras y colmillos.
El PVEM estima que la flamante ley "sienta un precedente en materia de respeto y protección animal", pero para muchos es una normativa incompleta y tendenciosa.
Aunque "cierra la llave al nacimiento de animales en cautiverio y al tráfico ilegal de especies", no penaliza las populares peleas de gallos, corridas de toros y espectáculos con mamíferos marinos, señaló Esquivel.
Así, la organización de Cedeño interpondrá recursos para frenar lo que considera una ley "discriminatoria" que se basa en "falsa propaganda".
"íNo se lleven a los animales!", gritó enardecido público después de que los tigres se formaron en pirámide y saltaron a través de un aro de fuego durante la función del lunes en el Circo Hermanos Cedeño, su último espectáculo con animales.
Sus empleados tuvieron las emociones a flor de piel durante esta histórica función, tristes por despedirse de los animales y angustiados por su propio porvenir.
Pero la activista Esquivel opina que "hay que ver a largo plazo", focalizarse en que las próximas generaciones de animales ya no serán explotadas en circos e implementar un nuevo modelo de zoológicos que sean "centros de recuperación de fauna".
Resignado, Armando Cedeño se encierra en su casa rodante. "No dejen de venir al circo aunque ya no haya tigres. No nos dejen morir", murmura.
