Esta historia se inicia con Fabiola Salas sentada frente al televisor. La pantalla proyectaba unos dibujos animados donde se veía a un emperador con un manatí.
Al ver su gran tamaño, la niña sintió curiosidad por saber más sobre este animal y cuando vino el momento de proponer un tema para la feria científica, no lo dudó.
“Me llamó la atención la forma de ser del manatí. Es un animal pacífico y al ser tan grande, la gente podría pensar que es violento, más bien hay que tener demasiada paciencia para ver uno”, dijo Salas.
Cuando la niña de nueve años expuso en la feria científica de la Escuela Barrio Limoncito de Limón, sus palabras encontraron los oídos atentos de Aldeír Cortés.
“Yo la escuché a ella explicar que el manatí estaba en peligro de extinción”, dijo Cortés.
“Es que antes las personas los cazaban para usar su piel y comer su carne. Como es gordito, la gente dice que tiene siete sabores según la capa de carne”, dijo Salas y agregó: “También porque las lanchas van muy rápido y los golpean”.
En Costa Rica, los manatíes viven en las aguas salobres de Barra del Colorado y Tortuguero. Se alimentan de plantas acuáticas que crecen a las orillas.
Aparte del tránsito marítimo, estos animales se ven amenazados por los agroquímicos que arrastran los ríos hasta los canales.
Por su naturaleza, esta es una especie vulnerable. La gestación de una hembra de manatí dura 12 meses y solo tienen una cría a la vez. Para volver a quedar embarazada, espera cuatro años porque tres de estos los dedica a cuidar a la cría.
“Es una especie con una reproducción muy lenta. El hecho de que una hembra muera tiene un gran impacto sobre la población debido a esas tasas de natalidad tan bajas”, explicó el biólogo Alexánder Gómez de la Universidad Nacional (UNA) y quien apoyó a los niños.
“Cuando estábamos en tercer grado nos dijeron que habían como 26, pero ahora no sabemos cuántos hay”, declaró Cortés.
En ese entonces, Cortés estudiaba los símbolos nacionales con su mamá. Se preguntó: si el venado cola blanca está en peligro de extinción y es símbolo nacional, ¿por qué no podría serlo el manatí?
“Hablé con Fabiola y fuimos donde la maestra Yanette a contarle nuestra idea”, dijo Cortés.
Yanette Ibarra era maestra de Ciencias en la escuela y lejos de descartar la idea, más bien los motivó y ayudó con los trámites.
Juntos redactaron un proyecto de ley (expediente N.º 17.984) para declarar al manatí ( Trichechus manatus ) como símbolo nacional.
Para ello contaron con la colaboración del exdiputado Rodrigo Pinto y así el plan de ley entró a la corriente legislativa en el 2011.
Ya pasaron cinco años desde aquella feria científica. Salas (14 años) y Cortés (13 años) volvieron a reunirse el martes pasado, esta vez en la Asamblea Legislativa, para ver como 46 diputados respaldaron su idea en segundo debate.
Gracias a ellos, hoy el manatí es símbolo nacional de Costa Rica.
“Estamos muy felices que, después de cinco años, esto se haga realidad”, destacó Salas.
Si bien la población de manatíes en el país está recuperándose gracias a las medidas de conservación, Gómez espera que la declaratoria motive a otros a protegerlos.
Cortés piensa igual y se mostró esperanzado en que la declaratoria motive a los dueños de lancha a tomar medidas para no golpear o cortar a los animales. “También se podría poner un límite de velocidad para que las lanchas no vayan tan rápido y más bien los turistas pueden verlos”, agregó Salas.
¿Qué lección les dejó este proceso? “Ver que si uno se plantea algo, sí se puede conseguir. A pesar de todos los obstáculos que se tengan en la vida, uno sí puede alcanzar sus sueños”, respondió Salas.
“Sí y que los niños vean que sí pueden ser oídos y no que piensen que por ser pequeños su opinión no vale nada”, agregó Cortés.
De los dos, Cortés mostró interés en trabajar directamente con estos animales.
“Ah sí, yo voy a ser biólogo marino, especializado en manatíes. En el país, solo hay dos: Alexánder Gómez y Carlos Espinoza. Yo quiero seguirles el paso”.