Los niveles de compuestos químicos llamados nitratos en las aguas que consumen pobladores del Valle Central subieron en los últimos 40 años y, en algunas zonas, podrían sobrepasar los niveles máximos considerados seguros. La forma en la que se desarrolló la urbanización en la GAM en los últimos años estaría relacionada con este incremento.
Estas son las conclusiones de un estudio desarrollado por la Universidad de Texas en Arlington, EE. UU., la Universidad Nacional (UNA), la Universidad de Costa Rica (UCR), la Universidad Estatal de Washington y la Empresa de Servicios Públicos de Heredia (ESPH).
Los investigadores estudiaron específicamente el sistema de acuíferos Barva y Colima, que abastecen a comunidades en la margen derecha del río Virilla. Los resultados fueron publicados en la revista científica JGR Biogeosciences.
“Este es el legado de años anteriores. Las aguas subterráneas viajan con mucha lentitud, en este momento podemos estar viendo lo sucedido en los últimos 10 años”, comentó a La Nación Ricardo Sánchez Murillo, investigador de la Universidad de Texas en Arlington y coordinador del trabajo.
“Las concentraciones han ido evolucionando con el tiempo, la tendencia persiste. Nos dedicamos a ver si hay una distribución espacial de las variaciones de esas concentraciones. También hicimos algo distinto, que fue rastrear el origen de ese nitrato. Lo importante es saber de dónde viene ese nitrato para poder trabajar en ello y evitar que suban más los niveles”, agregó.
Sánchez indicó que no hay una delimitación exacta de los lugares que cubren estos acuíferos, pero hay una estimación que comprende entre otros lugares, Belén, Barva, San Isidro, Flores, Santa Bárbara, Santo Domingo, en Heredia; Moravia, Coronado en San José, y San Rafael y La Guácima en Alajuela.
Es normal que haya nitratos en el agua, pero hay límites establecidos. En Costa Rica lo óptimo es que sea de 10 miligramos por litro. Después de eso hay una zona de alerta que llega a los 25 miligramos por litro, números mayores son indicativo de contaminación. El máximo admisible es de 50 miligramos; si se sobrepasa habría problemas para la salud.
¿Qué son los nitratos?
Para poder entender este estudio, es necesario comprender qué es un nitrato y cuál es su posible afectación en la salud. Sánchez lo definió como una pequeña molécula que usualmente está ligada a la oxidación de compuestos que tienen nitrógeno. El oxígeno también es parte de los componentes de estas moléculas.
Darner Mora Alvarado, director del Laboratorio Nacional de Aguas, ente encargado de hacer monitoreos y estudios de la calidad del agua, señaló que los nitratos son parte de la degradación de la materia orgánica y reflejan el uso del suelo.
Los nitratos pueden provenir de múltiples fuentes, pueden estar de forma natural en aguas subterráneas, pero también pueden ser producto de otras causas. Dentro de estas están los fertilizantes y las aguas residuales.
Para Sánchez, el monitoreo de los niveles de nitratos es importante. En niveles bajos no hay problemas, pero si sobrepasan ciertos límites podrían darse problemas de salud.
Según Mora, hay afectación directa e indirecta. La directa, cuando se da en altos niveles, es a la salud humana. La indirecta, es para la salud ambiental.
Las afectaciones para la salud humana no son inmediatas. Se ven, principalmente, en niños pequeños, cuyas vías respiratorias son más bajas y su sistema inmunitario no se ha terminado de desarrollar, y para los adultos mayores, cuyas defensas disminuyen con la edad y pueden tener varias enfermedades crónicas.
El principal problema es la metahemoglobinemia, un trastorno sanguíneo que afecta el transporte de oxígeno a las células. Estas deficiencias en la oxigenación hacen que los bebés pierdan capacidad respiratoria y se vuelvan azules, por eso se le llama popularmente “la enfermedad del bebé azul.
El estudio
La investigación tomó como base los estudios del Laboratorio de Hidrología Ambiental de la UNA, el cual desde hace más de 30 años realiza monitoreos de diferentes fuentes de agua que llegan a los hogares.
Posteriormente, durante la pandemia, los científicos tomaron muestras de las aguas en diferentes puntos en nacientes, manantiales, pozos, plantas y ríos. Los muestreos se hicieron desde las partes altas de Barva, cerca del volcán, hasta la zona baja, cerca de la Guácima, en Alajuela. También se muestreó en diferentes niveles de profundidad.
“A pesar de que 70% de las muestras están por debajo de 10 miligramos por litro, especialmente en la parte alta, en la parte media y en la parte baja de la cuenca, donde hay zonas muy pobladas, tenemos concentraciones que pueden llegar hasta los 70 miligramos por litro. Son lugares aislados y específicos, pero los niveles son importantes y debemos darle un mayor seguimiento”, destacó Sánchez.
Después continuaron con un análisis más fino, directamente relacionado con los isótopos de los nitratos. Los isótopos son átomos de un mismo elemento que tienen diferente masa atómica. Esto da una “huella dactilar” a cada nitrato y permite rastrearlos y conocer su procedencia.
“Los isótopos son ‘trazadores ambientales’ que nos permiten entender un poco más allá a procesos químicos. Entonces la señal del isótopo nitrógeno 15 y del isótopo del oxígeno 18, que forman parte de ese compuesto de nitrato nos dan información muy específica del origen del nitrato”, explicó el químico.
¿Cuáles son esos posibles orígenes? Sánchez indicó que pueden ser por los suelos de los bosques, precipitaciones, lluvia ácida, fertilizantes, y las aguas sépticas o residuales, producto de las excretas tanto de seres humanos como de animales.
Para reconocer de dónde provenían los isótopos, se tomaron muestras de suelos de los bosques, de los cultivos de agricultores que utilizaban fertilizantes, del lavado de las lecherías después del proceso de ordeño, entre otras. De esta forma, sabrían cómo es el isótopo de cada fuente y podrían identificarla en las aguas.
Las muestras fueron analizadas en Estados Unidos acreditado para este tipo de análisis de isótopos de nitratos. Además, para ver el cambio en el uso de suelos con el tiempo se descargaron fotografías digitales para ver la evolución desde 1979 hasta 2019.
Desarrollo urbano sin control
Las conclusiones dieron cuenta de un crecimiento urbano desordenado.
“Los resultados fueron muy interesantes. Esa zona de la margen derecha del río Virilla ha sufrido en los últimos 40 años un cambio de uso de suelo bastante abrupto″, indicó Sánchez.
El científico detalló que en 1979 la cobertura de bosque en las zonas medias era alrededor del 30%, en 2019 era 13,4%. Sin embargo, en las zonas de parques nacionales y de pago de servicios ambientales aumentó 2%.
El decrecimiento en las zonas boscosas vino de la mano de una mayor urbanización, en 1979 la “mancha urbana” era el 10,9%, en 2019 es del 29,5%. También el “suelo desnudo”, que se ve listo para cualquier construcción era casi inexistente en 1979, en el 2019 era del 8%.
“Urbanizaciones cada vez más densas han generado conflicto por la disponibilidad del agua, pero, a la vez, de más inundaciones, porque el agua no logra filtrarse en la vegetación, se escurre por el pavimento. Tenemos una gran población urbanística y menos cobertura vegetal”, señaló Sánchez.
Y esto también cambió los nitratos. Hace 30 años, los estudios mostraban niveles más bajos, pero además una composición diferente. Hace cerca de 30 años, el porcentaje mayor de los nitratos provenía de forma natural de los suelos y en un segundo lugar estaban los fertilizantes. Las fuentes de tanque sépticos no llegaban al 25%.
En el escenario actual casi el 75% del nitrato proviene de aguas sépticas, seguido por los suelos, y los fertilizantes están en un tercer lugar.
“Ahí se ve claramente la influencia del crecimiento poblacional”, advirtió el científico.
Mora, quien no participó de esta investigación, indicó: “el estudio es interesante porque corrobora otros análisis nuestros, pero además dice cómo está la composición de los nitratos en estos mantos acuíferos”.
Pero recordó: “un análisis te dice cómo está la calidad del agua en un momento dado, pero deben seguirse haciendo para ver los cambios. La UNA dijo hace unos años que para 2015 las aguas ya no iban a servir para consumo humano, y esto no fue así, el agua sigue siendo de muy buena calidad”.
¿Qué hacer?
Ya se tienen los datos, ¿qué puede hacerse? Sánchez y Mora coinciden en que el desarrollo urbano debe ir de la mano con zonas verdes, planes para saneamiento y de un sistema de tratamiento de aguas negras.
“Si yo al construir una casa, una urbanización, quito zonas verdes y quito infiltración de los suelos con cemento en lugar de adoquines, voy a empeorar todo. Esto debe hacerse desde que se comienza a diseñar”, destacó Mora.
Para Sánchez, el problema es regional, y entonces no puede verse de forma local con las municipalidades. Cada una de ellas se ve afectada por lo que hacen las demás, por lo que se requieren planes reguladores y sistema de recolección de aguas negras que actúen de forma conjunta.
“Eso se necesita de forma urgente, para detener la contaminación”, destacó Sánchez.
Mora añadió: “una región como Heredia, Alajuela o San José tiene que tener un muy buen alcantarillado y un muy buen sistema de captación y planta de tratamiento. Eso cuesta dinero, pero se hace necesario”.
Sánchez denunció que también falta vigilancia estricta de los controles de tanques sépticos y de cómo se les da mantenimiento.
Los ciudadanos también tienen su forma de ayudar. Quienes tienen tanque séptico deben revisar que no haya grietas ni fugas. Quienes no los tienen deben ser conscientes de no desperdiciar agua y de no botar basura en los mantos de agua.